Cazar o Morir.

(Capítulo Cuatro) Lágrimas.

Capítulo cuatro. 
Lágrimas.
Nora.
 


No es hasta que pierdes el alma sufriendo por una persona, que te das cuenta de lo jodido y doloroso que es el amor. No es hasta que luchas con todas tus ganas por recuperar a alguien, que te das cuenta de que sin lugar a dudas, es la mejor decisión que tomaste en tu vida. No es hasta que tu corazón va perdiendo la fuerza y que tus ojos se van cerrando, que comprendes la magnitud de amar a alguien por el que estuviste dispuesto a morir —WLBWriter11.

            

¿Has tenido esa sensación de hundimiento que no te deja en paz? No sé que me pasa, pero desde hace una hora me encuentro en un estado de piloto automático que no entiendo. Estoy cocinando para la cena que se llevará a cabo dentro de un par de horas, pero no puedo enfocarme en nada conciso. Esto no está bien, tenía tiempo que mi mente no me dejaba en esta marea, a la deriva de mis emociones, y es lo que jodidamente pasa en mi. Generalmente no siento casi nada, pero llega un momento de quiebre en donde aparecen un montón de emociones que no tienen cabida alguna en mi cabeza, emociones que no conozco y que tengo que forzar a volver a la oscuridad.

Me pregunto constantemente porqué no siento casi nada, porqué siempre tengo que destacar de una forma u otra, porqué estoy tan jodida. No tengo motivo alguno para bloquear mis emociones, pero desde que tengo uso de razón, las cosas han sido así para mi. De pequeña, gracias a mi ingenuidad, le preguntaba a otros niños si se sentían podridos, y eso solo lograba que me llevaran a la sala de entrenamiento y me sacaran la mierda entrenando. Quisiera comprender esta sensación abrumadora en mi pecho, esas ganas de salir corriendo y esconderme en un armario; no soy cobarde  y definitivamente esto me está asustando.

Hay momentos en donde puedo sentir, es más, diariamente siento el cariño por mis hermanos, pero el problema está en que generalmente me siento vacía y las emociones llegan tarde, como ahora, asfixiandome y acabando con la poca cordura que tengo. Muchas personas dicen que es posible que la próxima habilidad que desarrolle sea sensorial, y que por eso afecta mis estados de ánimo y mis emociones, pero ¿por qué afectarme desde que era niña? ¿por qué hacerme parecer un bloque de hielo? Soy confusa, a veces siento, a veces no y no entiendo porqué.

Para poder sentir algo por una persona; ya sea rabia, molestia, cariño, aprecio, amor, debo pasar mucho tiempo con ellos y aprender a sentir o que pase algo que desencadene el flujo de vida en mi pecho. Con mis hermanos adoptivos fue igual, hubo un tiempo en donde me valía mierda si les pasaba algo, pero aprendí a apreciarlos y luego a quererlos. Es contradictorio, pero es como un bloqueo, un vacío, es la única forma que puedo describirlo. Es como si algo absorbiera mi humanidad y me dejara hecha un iceberg que no siente y que calcula todos sus movimientos.

No comprendo nada, sin embargo, no hay modo de cambiarlo, debo seguir el curso que el destino puso para mi y dejar de joder con mis pensamientos confusos que solo hacen que mi mente explote.

No puedo, no siento, no quiero, no, no, no...

Esas palabras se repiten una y otra vez como un mantra, como una canción silenciosa que solo escucho yo. Me pregunto si seré yo la que cause todo, si en alguna parte de mi cabeza hay un interruptor que dice on-off y que puedo accionar a mi gusto.

—No puedo —digo después de un rato.

—¿Que no puedes qué? —pregunta Holer mientras trocea unas papas.

—No puedo estar aquí en este momento.

—¿Estás bien? —deja el cuchillo en la mesa—¿ocurre algo?

—Estaré en el patio.

Lo dejo con la palabra en la boca y salgo corriendo. El jardín trasero tiene una piscina, una terraza en donde hay máquinas de ejercicio, unas bolsas de boxeo y un aro de básquetbol para despistar a los vecinos. Hace rato que me cambié de ropa a un conjunto de estar en la casa, un short súper corto, una camiseta y zapatillas deportivas. Me quito la camiseta y quedo en un sostén deportivo; tengo un montón de ellos, y la verdad es que le dan un realce muy bueno a mis generosos pechos, cosa que sube mi ego.

Apreciar mi belleza por las mañanas ayuda, ayuda a que tenga un buen día, a que trate a todos con respeto, a que sea una buena persona. Desde pequeña lo tomé como una especie de hechizo, miro mi reflejo en el espejo y me fuerzo a sonreír hasta que se ve como una sonrisa verdadera, y es cuando le doy la cara a los demás.

Me dirijo a la barra de ejercicio y doy un salto, quedando colgada; comienzo a hacer flexiones, a pesar de que ya había hecho ejercicio hoy, pero quiero sentir el cansancio en mis músculos para poder recordar que soy un ser viviente y no un robot. La aglomeración de sentimientos me da ganas de vomitar, es como cuando te comes algo que no te gusta porque te obligan a hacerlo, así se siente esto. Subo mis piernas haciendo abdominales en el aire, y disfruto de la sensación que me otorga el sol del atardecer en mi rostro.

Siento una mirada posada en mí, y contemplo a Isaac que me observa desde su ventana. Ese chico me pone nerviosa, no sé si será porque no entiendo su aura o porque su físico causa algo en mi cuerpo; por la expresión en su rostro sé que ha visto las cicatrices en  mi espalda, pero me obligo a dejar los pensamientos a un lado y concentrarme en lo que importa.

Olvidar.

Bajo de la barra y me tiro en el suelo haciendo flexiones de pecho. Cuento una, dos, tres y me detengo cuando llego a 50 flexiones. El sudor recorre mi cuerpo, y sonrío al sentir mis músculos pesados. Voy a la  caminadora y empiezo a trotar, y voy aumentando la velocidad hasta que me encuentro corriendo. Amo correr, y hoy no salí a trotar por el parque gracias a la cena de esta noche; otra gota que va llenando la taza de café que es mi paciencia.




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