Celda De Diamante

Cap. 3. Los cuatro amigos se juntan (parte 5)

¿Cómo entró? Nadie fue capaz de verlo; las secretarias se encontraban recibiendo llamadas, los guardias cambiaban turno, los conserjes limpiaban los baños y muchos de los policías ya comenzaban a reunirse en la cafetería de en frente. Erick pudo entrar tranquilo, no le costó trabajo, y cuando llegó a la oficina de Elaine, la puerta casi le destroza los dedos.

—¡Auch! —se mordió la lengua en un intento de no gritar y ser descubierto.

Cuidadosamente colocó la misteriosa caja sobre el escritorio, apartó los papeles y fue entonces cuando notó un peculiar grupo de fotografías. No eran muchas, si acaso serían cuatro, pero aquellas cuatro bastaron para darle una peligrosa alerta. El hombre de los retratos era el oficial Malcolm Mendel, el mismo hombre que Erick y Rubén habían asesinado la noche que intentaban llegar a Holdenville. Erick decidió no tomarlas, pues si lo hacía Elaine sabría que algún intruso habría entrado a su oficina para hurtar evidencia. La investigación claramente no fue del agrado de Howard, pero al saber que no había dejado nada que lo pudiese incriminar, éste permanecería libre. Volvió a escabullirse por los mismos pasillos de salida. Su vanidad comenzaba a rebasar límites inesperados, quería demostrar superioridad burlándose de la policía al no salir por la puerta de emergencia, sino que esta vez se atrevería a salir por la puerta principal. El viento soplaba fuerte, le movía la cabellera oscura y se la estampaba sobre la cara; su suéter también bailó con el viento, y el aroma de su perfume tomaba camino hasta la nariz de algunas personas que se encontraban cerca.

—Esto es normal, ¿no Howard? —la misma voz dentro de su cabeza le volvió a hablar.

Él se despidió de la jefatura, intuía que cuando Elaine regresara encontraría la caja con comida, no le parecería extraño y al final terminaría tragándola; claramente sin saber que en realidad la carne que sus dientes trituraban, era una parte de su mejor amiga. Ahora sí, ella y Sara estarían juntas para siempre.

19

En el momento en el que Elaine regresó a la comisaría del pueblo, ya casi eran las tres y media de la tarde. su visita a las Allen la había dejado verdaderamente mal y consternada, Amalia estaba dejando su vida atrás, Roxana se preocupaba por ella, y a diferencia de lo que la oficial de policía imaginó encontrar, es decir, a un perro agresivo e insistente, encontró todo lo contrario. Hardy se mostró sumiso y muy juguetón, era un Pastor Belga adorable, entonces fue ahí que Elaine comenzó a cuestionarse sobre su extraño comportamiento hacia Erick descrito por Iker.

Elaine pasó al baño y después entró a su oficina notando de primera instancia la misteriosa caja que reposaba sobre su escritorio. La mujer pudo haber tenido mil preguntas, sin embargo ninguna de ellas le indicó peligro. Para cuando decidió abrirla, halló el plato de ensalada perfectamente acomodado.

Su compañera, Martha Susan, una joven aprendiz que recientemente había ingresado al grupo policial, entró presurosa dejando una extensa lista de papeleo.

—Disculpa, Elaine, tu padre me pidió que en cuanto llegaras, te entregara estos documentos.

—¿Te dijo qué haría con ellos?

—Que los revises y hagas un informe más detallado.

—¿Te dijo eso? Bueno, a este hombre qué le sucede.

—Yo solo sigo sus indicaciones, Elaine.

—Sí, lo entiendo —pero antes de que la mujer pudiera salir de la habitación, Elaine se hizo con otra nueva pregunta—. Martha Susan, ¿tú sabes algo acerca de esa caja?

Martha Susan la miró.

—No. Toda la mañana estuve en recepción y jamás vi a ningún repartidor entrar aquí.

—Está bien. Olvídalo, son solo ideas mías.

Elaine pensó rápidamente en una explicación, y esta sería que su padre, preocupado por su salud, decidiera dejarle algún aperitivo el cual pudiera consumir mientras seguía metida en el trabajo de los informes.

—No te rindes tan fácil, ¿verdad papá? —se sentó de nuevo en su escritorio y comenzó a destruir el cartón que lo envolvía.

El aperitivo resultó ser un plato de ensalada. Elaine sonrió, despegó los tenedores del plato y comenzó a picar la lechuga, sin embargo, cuando degustó el primer bocado, éste dejó en su paladar una sensación dulce y a la misma vez agradable. La carne coincidió perfectamente con los sabores, Elaine estaba contenta, remolía tan ávidamente que incluso se olvidó de los informes. Finalmente, cuando terminó, la mujer metió todo dentro de la caja, se limpió la boca con una servilleta y desechó los residuos en el cesto de basura. Acababa de degustar un excelente platillo, un platillo que quizá en el futuro le haría tener un enorme arrepentimiento.

20

Rubén y Erick llegaron a Harlatory, aparcaron en el estacionamiento de un moderno centro nocturno y se prepararon para el mejor encuentro de la noche. Un escalofrío los acompañaba, habían preferido no decir absolutamente nada por miedo a sentirse molestos o incómodos, y así se quedaron hasta bajar del auto. El lugar era mucho más agradable que la cantina de la vez anterior; aquí las luces parpadeaban en colores azul y rojo neón, la música sonaba con fuerza, las sillas eran dignas de poder sentarse y las muchachas y bailarinas que atendían a los clientes resultaron ser demasiado amables. Ambos hombres se vieron forzados a pasar en medio de las mesas y de las personas que bailaban; no fue fácil, muchas de éstas ya se encontraban ebrios y tropezaban con las personas a su alrededor, unos chicos incluso se vomitaron y los guardias llegaron para correrlos. El cuerpo de Erick era grande, así que apartar a la gente no le resultó un problema. Finalmente concedieron llegar hasta una mesa llena de bebida, vasos y algunos bocadillos como papas y hamburguesas pequeñas; dos hombres se hallaban sentados en ella, y por un momento Erick se quedó quieto, pasmado al igual que sus pies y su instinto de respirar. La avalancha de recuerdos lo había alcanzado y era justamente en ese momento que intentó ahogarlo.




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