Celda De Diamante

Cap. 4. Volviendo al pasado (Parte 3)

A los pobladores de Texas les gustaba recibir el otoño a lo grande; los niños salían a divertirse buscando dulces o tirando pirotecnia en las calles; los adultos adornaban sus casas esperando la llegada de las festividades de Halloween con las que podrían hacer carnavales, concursos de calabazas, siembras, espantapájaros, entre otras cosas. La universidad de Dallas también participaba en muchas de esas actividades, principalmente en el baile otoñal; un festejo que era particularmente reconocido por tener una invitación inversa, es decir, las mujeres invitaban a los varones.

Esa mañana Sara y Elaine llegaron al salón de clases, el reloj apenas iba a dar las nueve de la mañana por lo que el lugar estaba prácticamente vacío, a excepción de Rubén y otros cuatro muchachos madrugadores.

—Elaine —Sara llegó a ella—, ya se aproxima el baile de otoño, ¿ya pensaste a quien vas a invitar?

—¿Perdón? ¿Ir a un baile yo? Ese tipo de cosas no van conmigo y lo sabes.

—Sí, ya lo sé, pero de verdad me gustaría que asistieras. ¿Por qué no invitas a Bill Stefan?

—¿Al ex Mariscal de campo?

—Es una buena idea. Yo he visto cómo Bill te observa durante los entrenamientos.

—Bueno, ahora que lo dices, podría intentarlo. ¿Qué hay de ti? ¿A quién piensas invitar? Espera, no me lo digas, creo saber la respuesta.

Lizzy sonrió.

—A Erick. Dudo que se niegue a aceptar mi propuesta. Con todo lo que ha pasado en estos dos últimos años, creo que ya sabe el interés que tengo por él.

—Sara. No es un secreto que Howard no es de mi agrado.

—Eso no es justo, Elaine. Ni siquiera te has dado la oportunidad de conocerlo.

—Sara, no es eso, él mismo huye de esas oportunidades. Se nota inmediatamente cómo se le revuelve el estómago cada vez que Iker, tú, o yo estamos cerca de él. Y además, si tuviera la oportunidad de conocerlo más a fondo, simplemente no me agrada que estés cerca de él.

—¿Cómo por…? —Elizabeth enarcó una ceja y se cruzó de brazos.

—Porque es un… ¡Espera! no pensarás que me gusta, ¿verdad?

—No me sorprendería. A la mayoría de mujeres que estudian aquí les gusta Erick.

—¡Asco, Sara! No es mi caso. Pero bueno, supongamos que lo invitas, ¿qué pasará si te rechaza?

—Elaine, tranquila. Eso no pasará. ¿Sabes? a veces pienso que le gusto; lo he visto observándome durante los recesos.

—Recuerda lo que respondió a tu propuesta de unirse al equipo de futbol.

—Me dijo que no, pero con justa razón.

—¿Ah sí, y cuál fue esa razón?

—Sabes que a Erick no le gusta correr, mucho menos arrojarse contra otros hombres. Y como él lo dijo, al final de cuentas la escuela es quien presume el trofeo. Erick es muy penoso para ser el centro del partido.

—¿Howard penoso? —Elaine soltó una carcajada.

—Cambiando de tema, ¿sí invitarás al Mariscal?

—No lo sé, lo pensaré más tarde.

Ambas se limitaron a seguir la discusión, Elaine abrió su cuaderno y comenzó a garabatear sobre una hoja en blanco, mientras que Sara simplemente observó por la ventana. Rubén se hallaba hasta el fondo del aula, pero aquella distancia no le impidió escuchar toda la conversación, de hecho, el chico estaba molesto y preocupado, sabía lo que Erick sentía por Sara, y para empezar no era nada bueno.

La roca le servía a Erick de cama cuando deseaba leer; escuchar música en un viejo reproductor discman que Steven le prestaba; o simplemente ver el cielo y olvidarse de todo, de los estudios, de las tareas, de su pensamiento y de su vida, sobre todo de su vida. Aquella tarde, Rubén llegó con su lonchera a cuestas, esperaba un saludo o una sonrisa, pero no recibió ninguno de los dos.

—¡No sabrán lo que acaba de suceder! —Steven llegó a ellos, llegó corriendo y bailando, trepó hasta la roca y se sentó junto a Erick.

—¿Salió una revista nueva? —preguntó él, haciéndole una clara referencia a la obsesión que Steven tenía por el consumo de pornografía.

—¡Ojalá! Pero no, no es eso a lo que me refiero. Adivinen quien ha invitado a este galán al baile de otoño.

—¿De verdad te han invitado al baile? ¿Quién, quién? —Byron estaba entusiasmado.

—Shannon Taylor.

—¡Júralo!

—¡Te lo juro hermano! Me ha invitado el hermoso bombón de la clase de Recursos humanos.

—También deseo vivir ese sueño.

—¿Qué hay de ustedes, ya tienen con quien ir?

De la nada, un balón de soccer salió volando de los arbustos impactándole de lleno el rostro a Howard.

—¡Erick! —gritaron sus compañeros, y hasta Rubén pareció preocupado.

—¡Regrésame mi balón, Howard! —Elaine llegó corriendo detrás de él, y después le siguieron Iker y Sara que al parecer también formaban parte del juego.

—¡ERICK! —Elizabeth puso cara de horror, dejó a sus amigos y corrió hacia él— ¿Estás bien?




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