Celda De Diamante

Cap. 10. El misterio de Hailey Bill (Parte 1)

Elaine llegó, agotada por el largo viaje le encargó a Martha Susan un alka seltzer para su dolor de cabeza y un café para después. La joven comenzaba a caminar en dirección del área forense cuando sin querer se encontró con su padre en el pasillo.

—Elaine.

—Hola papá, ¿cómo está todo?

—Cumplí con lo que me pediste. Erick Howard te espera en la sala de detención y no está para nada de buen humor. Amenazó con largarse si no llegabas en media hora. Su madre está con él y tampoco está tan feliz, mucho menos ahora que un oficial cuida de su hijo menor.

—¿Podrías decirle a los oficiales que lo trasladen a la cámara Gesell? Iré a verlo después de que Jocelyn Kepler me entregue el informe de la autopsia.

—Se los diré en seguida. Hija, ten mucho cuidado, él es...

—¿Astuto? Claro que lo sé, papá. ¿Y sabes una cosa? Hoy que estuve hablando con Volker, me di cuenta de que, he estado equivocada con el perfil de Howard. No es un psicópata como yo pensaba; es otra cosa, y creo que al fin descubrí lo que es.

Los dos se separaron, Elaine caminó hasta el área forense, justo en donde la médico a cargo de las autopsias, Jocelyn Kepler, la recibió.

—No estoy muy familiarizada con el caso, pero algo me dice que, lo que voy a decirte, agente Collins, no será de tu agrado.

Elaine tragó grueso.

—¿Ya vino la madre a reconocer el cuerpo?

—Ya, y no sabrás la bruma de dolor que envolvió el lugar. Qué pena siento por ella, no quisiera estar en sus zapatos —Jocelyn miró detenidamente a Elaine—. Sara Allen era una allegada tuya, ¿verdad?

—Era mi mejor amiga.

—Lamento mucho lo que pasó. Aquí tienes su expediente.

Elaine comenzó a leerlo, lo revisó de principio a fin y cada connotación que fuese relevante, observó las fotografías, los detalles, la valoración de los daños y la descripción del escenario. Y cuando terminó de leerlo, esperó un breve resumen.

—¿Quieres ver el cuerpo, Elaine?

Ella asintió.

Kepler la condujo hasta la gaveta de enfriamiento, abrió uno de los congeladores y el cuerpo descuartizado de Sara Allen quedó ante sus ojos. Jocelyn se alejó unos pasos dándole a la agente la oportunidad de despedirse, pues aunque estuviera acostumbrada a ver hombres y mujeres de estómago duro, siempre una víctima cercana tocaba los sentimientos de cualquier persona.

—Sea quien sea que te haya hecho esto, te juro que lo haré pagar —dijo Elaine para sí misma y después buscó a la médico.

—Le cortaron el cabello —comenzó a enumerar los detalles más sobresalientes, pues al fin de cuentas, Elaine contaría con una copia del expediente pericial—; le amputaron los cuatro dedos de la mano derecha: índice, cordial, anular y el meñique; tiene múltiples hematomas en todo el cuerpo, principalmente en el rostro; le quebraron la quijada, el pómulo derecho y seis costillas; le rompieron ambos oídos; abusaron de ella sexualmente en repetidas ocasiones, lo que le causó grandes daños en el útero; le quemaron la vagina y el ano; tiene marcas de ligaduras en las muñecas y los tobillos; y su espalda presenta cortes como azotes y quemaduras.

»Por la condición de los restos, puedo decir que la víctima murió hace un aproximado de veinticuatro horas. Su causa de muerte fue por una apuñalada en el corazón que la hizo desangrarse. Al final conté cuarenta y dos apuñaladas que se realizaron con una hoja de tres milímetros.

Elaine apretó sus ojos.

—Collins —Kepler la miró—. La víctima estaba embarazada y la hicieron abortar.

—La golpearon en el vientre, ¿verdad?

—Docenas de veces.

»También encontré sangre en sus dientes, parece como si hubiese mordido a alguien. Envié todas las muestras y los fluidos seminales para que los analizaran.

—¿Cuánto tiempo van a tardar?

—Alrededor de dos semanas.

—¿¡Dos semanas!?

—Tal vez por la gravedad y el impacto del caso se adelante el proceso y los resultados se envíen antes, pero no puedo prometerte nada.

—¿Revisaste al perro que la encontró?

—No.

—¿Por qué?

—Esperé que me lo trajeran, pero nadie vino. Hace un par de horas bajé al área de control, y le pregunté a una de las practicantes, me dijo que lo enviaría en unos minutos y jamás me lo trajeron.

—¿Cómo es eso posible? Enviaré a una oficial a buscarlo.

Después de que Elaine enviara a Martha Susan a buscar al animal, ella pudo dirigirse finalmente a la sala principal en la que interrogaría a Howard.

—Ya estoy aquí —la agente anunció su llegada, lo que claramente causó una burla por parte de su sospechoso.

—Qué bien, comenzaba a preocuparme.

Elaine se sentó frente a él y tuvo que contenerse fuertemente para no lanzarse sobre él y rebanarle la cara de un golpe, sin embargo, lo primero que notó fue el lodo seco sobre su ropa y el golpe de su nariz.




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