Celda De Diamante

Cap. 14. La policía y el criminal (Parte 2)

Se colocó el chaleco antibalas y los guantes de cuero, apretó su cabello en una coleta alta, se puso los auriculares y se enfundó el arma al cinturón de su uniforme. Una patrulla la esperaba a fuera, y así sería como la agente especial Elaine Collins y otros quince policías más se dividirían en diferentes grupos de detención y búsqueda operativa; cuando de repente:

—¡Elaine! —Iker Evans llegó corriendo a ella y la abrazó con todas sus fuerzas. El muchacho comenzó a llorar.

—Ya está, Iker, ya está detenido.

—Por lo que más quieras, no lo dejes escapar. Nos mató a Lizzy.

—Te prometo que esta vez no. Erick nos va a pagar todo lo que le hizo a Sara, eso tenlo por seguro.

—¡Agente Collins! —la llamó su compañera Susan para que abordara el auto policial.

—Vete a casa Iker, yo me encargo de lo demás.

Se emitió una orden de aprensión contra Byron Russel, Steven Ross y Rubén Helman, así como también el derecho de allanamiento de sus autos y sus propiedades. Erick había sido el primero en caer, y rompiendo totalmente con el pacto de 1999, había decidido delatarlos.

Martha Susan viajó al lado de su superiora, era la primera vez que saldría a campo y Elaine deseaba guiarla. El objetivo principal de la agente Collins era llegar a la cabaña de Arrowhead Area, pues aparte de que ahí se encontraba Rubén Helman, las palabras de Erick indicaron que en dicho lugar podrían existir una buena cantidad de pruebas incriminatorias. Matthew Grey había muerto en ese lugar, por lo que existía la probabilidad de encontrar indicios del crimen.

Dos autos, de las cinco patrullas, se detuvieron rodeando la propiedad, no necesitaban una orden de cateo, ya que la confesión de Howard les permitía actuar por su propia cuenta. La agente Collins y Martha Susan bajaron, ambas con el arma en la mano y una gorra con letras blancas que indicaban Pittsburg County Police.

Derribaron la puerta.

—¡Rubén Helman! ¡Policía! ¡Quedas detenido por el presunto asesinato de Sara Allen! —después se dirigió a sus compañeros—. ¡Revisen todo!

Pero cuando uno de los oficiales abrió la habitación principal, un espantoso hedor alertó al resto de uniformados.

—¡Encontramos un muerto! ¡Hay un muerto aquí!

Efectivamente, el cuerpo de Rubén Helman colgaba del ventilador de techo con la ayuda de una bufanda gris, y en su mano solamente le quedaron restos de sangre seca que ya se había coagulado en el piso, y con la que también se ayudó para escribir en la pared. El hombre llevaba muerto alrededor de un día.

—Elaine.

—¿Qué es eso?

Martha Susan había encontrado un marco de fotografía en el suelo, este se hallaba roto y con restos de ceniza sobre el vidrio. En aquel retrato se hallaba la misma imagen que Erick también exhibía en su habitación; los cuatro amigos juntos y desnudos frente al lago de Arrowhead Area, pero a diferencia de aquel retrato, en esta fotografía Erick era el único de los cuatro que tenía los genitales calcinados por las cenizas de un cigarro.

Por su parte, Susan y otros tres policías observaron detenidamente las letras de la pared.

—Mira esto, Elaine.

Collins leyó la frase:

Creo que me he vuelto loco. Mañana ellos van a decir que yo me maté. Seré noticia principal, mis ojos verán los periódicos y mi corazón estará ahí. No quiero que suceda. Heily Bill.

»Esa maldita canción ya me la aprendí de memoria, y ni siquiera me gusta.

Había caído el segundo eslabón de una caótica cadena.

Los peritos se encargaron de hacer su trabajo, extrañamente Rubén no se había deshecho de absolutamente nada; las palas, el pico, los limpiadores, las gotas de sangre mal lavadas y un paquete de bolsas negras seguían dentro de su auto. Fue como si al enterarse de que Erick posiblemente los delatara para no caer solo, resignara su vida a perderlo todo. Le quemó los genitales a Howard simbólicamente, tildando su desilusión al no ser correspondido, pues a pesar de que en un principio de su vida Rubén se había sentido atraído sexualmente hacia las mujeres y hacia Sara Elizabeth, Erick vino a representar otro punto de vista, una perturbada atracción homosexual que solo jugó con él y se burló de sus sentimientos.

Las noticias se dispararon, periódicos, canales de televisión y personas que comentaban asombradas por lo sucedido. Definitivamente el pueblo de Crowder no estaba preparado para semejante acontecimiento, desgraciadamente el mal ya estaba hecho y no había manera de revertirlo.

Eran casi las ocho de la noche cuando Martha Susan y Elaine entraron a la comisaría, ambas mujeres ya estaban de vuelta y la tarde se había consumido.

—¿Dónde está Howard? —le preguntó a una de las oficiales que caminaba hacia ella.

Susan y ella sabían perfectamente que su abogado defensor le seguiría los pasos a su cliente muy de cerca, así como también cualquier medio que se utilizara para recolectar las muestras de su cuerpo y ropa.

—Un médico forense le está tomando muestras de ADN, su ropa ha sido enviada a análisis y también se analizarán la zona de sus genitales. Al parecer los peritos encontraron algunas prendas de ropa en la bodega de Holdenville, algunas de ellas tienen sangre y vellos púbicos. Si se puede relacionar esa ropa con la del sospechoso, el hombre estará más que hundido.




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