Capítulo 18:
Armadura
Dess
El lugar de retorno del nuevo celestial son las ruinas de un edificio que colapso hace veinte años sin ninguna explicación. Un día, sencillamente se vino abajo con todo el peso de sus siete pisos, y sus habitantes. Nadie se salvó, apenas y fueron encontrados algunos cuerpos, pero muchos otros quedaron atrapados entre los escombros, en el olvido del tiempo. Toda esta zona ha sido desalojada, las personas no quieren vivir cerca de las ruinas del edificio que según muchos es una entrada al infierno.
—De aquí comenzaron a salir los vástagos del infierno, los primeros que anduvieron por las calles siendo corpóreos —dice Sandra en voz baja mientras seguimos a Daniel a una estrecha entrada entre los escombros.
—¿Uno como el que nos atacó en la academia? —pregunto recordando cuando los vástagos llegaron a los linderos de la academia por primera vez, uno de ellos tomo la forma de un chico con alas blancas, pero era una sombra.
—Exactamente, además de que las personas siempre escuchaban voces y lamentos provenientes de las ruinas. Con los días las personas comenzaron a irse a otros lugares y esto quedo completamente abandonado —explica ella. Se sostiene de una cabilla sobresaliente entre pesados trozos de concreto para bajar por el agujero que es la única entrada y salida hacia donde se supone se encuentra el nuevo celestial.
Ella pisa con firmeza y despacio mientras avanza tanteando con sus manos para sostenerse de cualquier cosa a medida que avanza.
—Bajen con cuidado, todo es muy inestable —escucho la voz de Daniel lejana.
Me agacho un poco para entrar, con mis alas el orificio parece ser más pequeño y me cuesta un poco bajar, mis pies se resbalan y antes de caer alcanzo a sostenerme de una sobresaliente viga que deja un pequeño corte en mi palma.
—No te muevas —dice Daniel desde abajo.
No alcanzo a verlo porque mis ojos están fijo en todos los escombros que se encuentran a pilados por encima de mí, y que se han movido solo un poco y lo suficiente como para que con el más mínimo movimiento colisionen sobre nosotros.
—Creo que me he fracturado un ala —digo unos pocos segundos después en que el susto se disipa y comienzo a sentir un tirón de mi espalda, como si algo se hubiera quedado atascado, si me muevo duele. ¡Oh, Dios! ¿Por qué a mí?
—Si, por eso no debes moverte —dice Sandra.
Siento las manos de Daniel mientras acomoda una de mis alas detrás de mi espalda, me inclino un poco para separar mi cuerpo de las ruinas que ahora son como las paredes de este agujero. Mientras Sandra intenta liberar el ala que se me ha atascado.
—Esto va a doler un poco —dice en el mismo instante en que no puedo contener un quejido. El jalón que sentí hace unos minutos al moverme no se compara con el dolor que se ha extendido desde mi ala hasta mi espalda. Unos brazos me rodean a la altura de la cintura.
—Puedes soltarte —dice Sandra.
Con temor libero mis manos de la viga y me dejo caer, pero toco el suelo despacio. Daniel me ha sostenido y llevado a un lugar más estable, pero incómodo. Lo que ahora es nuestro techo entre las ruinas nos obliga a caminar encorvados.
—¿Qué tan lejos hay que ir? —pregunto dudando en avanzar. Podría esperarlos aquí, y evitar que mi otra ala salga herida.
La sangre es bastante escandalosa, mi palma solo tiene una línea poco profunda de la que ha mermado una alarmante cantidad de sangre.
—Es difícil decir hasta donde llegar, este edificio era de siete pisos y el celestial quedo atrapado en el cuarto. Todo está apilado como uno solo, apenas y se han encontrado estrechos pasadizos para llegar hasta él —explica Daniel pasándome un pedazo de la tela de su franela.
—Si quedo tapizado entre las ruinas ¿cómo se supone que volverá? —pregunta Sandra. Dejo el nudo a mitad y alzo la mirada hacia ella, Daniel hace lo mismo —es decir, ¿cómo se va a reintegrar su cuerpo si está aplastado entre las ruinas?
—Él, no quedo aplastado entre los escombros. Quedo atrapado en un pequeño espacio de su casa, creo que la sala. Murió esperando ser rescatado —explica Daniel serio retomando su andar, encorvado y con sigilo.
—Eso es mucho peor que ser asesinado —expreso imaginando lo desesperante que debe ser estar encerrado a la espera de que alguien te encuentre y que ese momento nunca llegue, que el oxígeno se acabe y la muerte te alcance.
—Que terrible final tuvo ese chico —expresa Sandra con melancolía.
***
Santiago me ha ayudado a buscar donde puedo sentarme, el espacio es amplio y al mismo tiempo reducido por la cantidad de escombros y lo inestable que es. Un poco más allá, se encuentra el nuevo celestial que ha regresado de la muerte para encontrarse con una desesperante realidad. Como despertar de un monstruoso sueño. Retornar de la muerte para encontrarte de nuevo entre escombros, el final de una existencia y el comienzo de una nueva.
—Él está un poco confundido —dice Gabriel a mi lado.
Con nosotros ya somos muchos entre las ruinas. Romina esta como un pilar sosteniendo una pesada lonja de concreto con cabillas sobresalientes, y Santiago del otro lado también como un pilar permitiendo el paso de Geraldine al reducido espacio en el que quedó atrapado ese chico.
#1291 en Fantasía
#809 en Personajes sobrenaturales
argeles celestiales arcángeles, vampiros hadas cambiantes hombres lobo, demonios infierno caídos
Editado: 27.07.2021