Celestial (luz de medianoche 2)

Quien no debe ser nombrado

Capítulo 20: 

Quien no debe ser nombrado

 

Dimas

Nunca imagine que la volvería a tenerla frente a mí. En mi mente siempre guardé los mejores recuerdos, y ahora ni la muerte ha podido impedir nuestro reencuentro.

—No me darás un abrazo —su sutil voz es igual a la que recuerdo. Lleva puesto ese mismo vestido azul.

—No eres real —respondo.

La oscuridad que me ha reclamado, ha sido ella.

—Sí lo soy, solo que tienes miedo de caer en una trampa —dice sonriente—. Vamos caminemos un rato. Te has dado cuenta de lo que llevas en tu hombro.

Mantengo mi distancia aunque lo que más deseo es poder sentirla de nuevo. La sigo, solo porque no hay más a donde ir. Y busco en mis hombros, porque aunque ella no exista en mi realidad aún tengo la esperanza de que sea real.

En mi hombro derecho ha emergido un sello que conozco a la perfección, ya lo había visto en uno de los libros de la biblioteca. Es un sello para convocar la protección del arcángel Rafael, y otras cosas. Nunca le di mucha importancia, y ahora está marcado sobre mi piel. Es el sello que mi muerte profanó.

—Nunca imagine que este fuera el sello —admito en voz alta.

Alzo la mirada y el túnel ha cambiado, es como si a cada paso, pequeños rayos de luz se filtraran en la oscuridad. El problema es que esos rayos de luz me causan temor, hasta querer regresar sobre mis pasos.

—¿Qué te ocurre, hermano? —se planta delante de mí. Como esas tantas veces lo hizo cuando estaba viva, con una penetrante mirada y una dulce sonrisa. Y por  unos instantes es como si el tiempo no hubiera transcurrido, ella hubiera muerto y yo tampoco.

—Tengo miedo. Siento que algo no está bien —expreso mientras observo como la luz ha ido cubriendo la oscuridad, siendo ahora rayos de negrura en la intensa luz—. Debo volver.

—Aún no—. Dice tajante. Su mirada se suaviza al ver el desconcierto en mi rostro. Amplía su sonrisa por unos segundos, y continúa: — ellos te necesitan más de este lado.

Retoma el andar sin darme una explicación. No entiendo quién me necesita de este lado… ¿Y por qué habla de un lado? Todo está ocurriendo en mi cabeza, como si fuera un sueño algo así es como funciona la regresión.

—La regresión va más allá de un sueño, y sí, en un principio estuviste dentro de tus propios recuerdos enfrentando lo que más daño te ha causado, y reviviendo ese momento en que el sello fue profanado; ahora estás aquí conmigo. Lo que significa que has cerrado un sello, una puerta, sin embargo eso ha causado detonantes en el mundo terrenal —comienza a explicar. De nuevo, como si leyera mis pensamientos. El túnel ha aclarado por completo, y comienzo a buscar una relación con el lugar que se abre ante mis ojos. Se me hace conocido. Ella sigue caminando y hablando:

—Los rebeldes se han preparado para este momento, y en la academia Luz de Medianoche se ha desatado una oscuridad existencial que consumirá toda clase de vida que exista. Las protecciones no pueden contenerlo, pero tu sello sí.

Ya he recordado de donde conozco este túnel,  es uno de los pasillos de la enfermería. Agilizo el paso, el temor crece dentro de mí junto a la necesidad de expulsar una fuerza contenida, es una sensación de querer proteger, sanar.

—Dime lo que está pasando —exijo con la desesperación a flor de piel.

—Es simple, un demonio ha cruzado por una pequeña brecha de la puerta que has cerrado. Él no debe ser nombrado, porque eso desataría que su verdadera esencia despierte sobre la tierra. Y las calamidades que traerá consigo no se compararan con lo que está por ocurrir en la academia.

Me detengo justo frente a una puerta que ha aparecido de la nada. Esta zona de la enfermería es donde permanecen los cuerpos sin vida, y desde el ataque de la academia hace apenas unos días no había venido a este lugar. Ahora un nuevo cadáver se encuentra en una de las camillas. Es una mujer, su piel está impregnada de una cantidad excesiva de símbolos que a simple vista, son usados rituales demoniacos.

Lo que me recuerda a ese orfanato donde Ronald vivió, ese ritual que no presencia, pero que solo Gabriel contuvo en aquella oportunidad. Se enfrentó el mal con el mal. Dos demonios luchando en una tierra ya muerta. Y en efecto, ese ser no puede nombrarse. El cadáver de quien lo convoco, o mejor dicho lo poco que quedo del cuerpo tenía muchos de los símbolos que ahora observo en la piel de esa mujer.

—Entonces debo regresar, tengo que advertirles —doy vuelta y ella bloquea mi camino. Me mira con una tristeza que va dirigida a mí, y no a lo que sea que esta por ocurrir.

—Ya te lo he dicho, no puedes irte —la firmeza de su voz no se parece a la de mi hermana, a la de esa adolescente que murió en mi lugar, y que clamo porque la soltara. Es como si justo ahora hubiera otra persona frente a mí, con el rostro de ella—. Él ya está aquí, y para cuando regreses a tu cuerpo la muerte se extenderá por toda la academia, no encontraras a nadie con vida. Lo único que puedes hacer es salvar a aquellos que se encuentran fuera de este recinto, utilizando el sello que has recibido. Quienes se encuentran dentro no tienen oportunidad de salvarse.




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