Celestial (luz de medianoche 2)

Sin almas

Capítulo 34:

Sin almas

 

Dess

—Suéltalo —susurra Daniel en mi oído. No me ha dejado en ningún momento. Los gruñidos exteriores se han acabado repentinamente. Mis ojos empañados por las lágrimas.

—No quiero dejarlo —me ahogo con mis propias palabras.

—Los vampiros se lo llevarán, si quieres acompañarlos debes comer algo y descansar un poco. No te dejaré ir así —me obliga a levantarme del suelo.

Santiago parece estar dormido hasta que veo mi espada clavada en su pecho y sé que se ha ido para siempre. Mi hermano me hace salir al pasillo antes de que pueda negarme. Me acurruco en el suelo mientras que él vuelve al interior de la habitación. Desde mi regreso de la muerte han pasado tantas cosas, he perdido amigos, lo que quedaba de mi familia y ahora me siento tan vacía como aquel primer día en que llegue aquí con la única diferencia que el dolor que sentí en mi piel por aquel roce contra el asfalto no se compara con el que ahora se adueña de mi corazón.

La puerta de enfrente está abierta y casi desprendido del marco. Me asomo para darme cuenta de que está completamente vacío. El cristal de la ventana lo han roto. Parece que hubieran luchado aquí dentro, los gruñidos era porque Emiliano estaba poniendo resistencia, su alma está siendo reclamada, lo que no entiendo es ¿dónde está el cuerpo? Y, ¿los demás?

Regreso al pasillo.

—No hay nadie más —digo con un susto que doblega el dolor. Algo no está bien.

Daniel tiene mi espada manchada de sangre. Mira a mi espalda, hacia la otra habitación.

—¡Oh, no! Emiliano escapó —dice mi hermano precipitándose hacia la entrada antes de que pueda abrir la puerta, alguien más lo hace.

Paula entra agitada con otros dos argeles.

—Emiliano se ha internado en el bosque. Hay que encontrarlo antes de que lastime a alguien —dice agitada—. ¿Y Santiago?

—Él se ha ido —responde Daniel antes de que yo pueda hacerlo. Me entrega la espada que regresa a mi cuerpo de inmediato. Mi hermano sale de la cabaña.

Me deslizo por la pared hasta llegar al suelo, no puedo hacer más que llorar. Los argeles pasan delante de mi directo a la habitación donde se encuentra Santiago.

—Lamento todo esto que está sucediendo —dice Paula inclinándose delante de mí—. Regresa a la academia, descansa un poco. Yo te buscaré cuando los padres de Romina se lo lleven. Erick está afuera, te acompañará.

—¿Emiliano ha lastimado a alguien?

—No. Todavía no, y esperemos que lo puedan encontrar antes de que… Esto es muy difícil para todos.

Los bonitos ojos verdes de Paula se han enrojecido. El líder de los vampiros en la academia lleva mucho más tiempo aquí que yo, y así como la traición de Ismael fue un golpe muy fuerte para cada uno de los habitantes de Luz de Medianoche, que Emiliano esté en la muerte y convertirse en un sin alma es muy doloroso.

Permito que me ayude a ponerme en pie. Dudo mucho que pueda dormir algo, pero tampoco voy a hacer mucho aquí. No me deja ir sin darme un fuerte abrazo.

—Permanece en la academia hasta que podamos solucionar esto. Es el único lugar seguro en este momento —dice Paula antes de soltarme e ir hacia la habitación.

Aspiro y salgo de la cabaña. Erick se encuentra vigilante al más mínimo movimiento que provenga de los alrededores del bosque. Sonríe al verme.

Erick no dice nada mientras nos alejamos de la cabaña, es bueno que no le moleste el silencio porque justo ahora no quiero hablar de absolutamente nada. No quiero pensar, no quiero recordar. Funciona para que no duela de momento, sé qué no será permanente, pero ayuda en este preciso instante. Odio mirar el cielo y ver la negrura que lo cubre, es como ver una derrota. Es el resultado de dos puertas abiertas, y una que sigue siendo una ranura.

Me seco la cara e intento distraerme con la naturaleza, no hay mucho que ver el panorama es el mismo a donde mire, sombras que proyectan los árboles contra el suelo, otras son más dinámicas como si vinieran del cielo, entonces también hay risas. Los vellos de la piel se me erizan de inmediato, y busco en el negro firmamento la procedencia de las risotadas que son un llamado a la muerte para almas débiles. Para aquellos que se dejan seducir por las damas del infierno. No puede ser que estén libres, mi mente se niega a procesarlo más allí están, sobrevolando los cielos como espectros de la noche.

—¿Qué otra criatura ha emergido?

—Demonios de todo tipo —responde él—. Daniel comentó que se enfrentaron a un demonio que se alimentaba de cadáveres, Dimas consiguió enviarlo de regreso de una manera temporal. Mientras las puertas estén abiertas el tránsito para ellos es incontrolable. Justo ahora Leonardo está viendo la manera de deshacerse de las damas del infierno, hasta ahora no hemos sabido de qué hayan causado algún daño, pero mejor no esperar a que eso suceda.

—Hay que reducir las dos puertas que están abiertas —digo reviviendo el momento en que acabe con el celestial.

—¿Tienes alguna idea de cómo hacerlo?

—Sí. Matando a los dos únicos celestiales que han causado este desequilibrio.




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