Celestial (luz de medianoche 2)

Tierra roja

Capítulo 1:

Tierra roja

 

Dimas

 

Las protecciones se desploman con un fuerte estruendo como el tronar del cielo en plena tormenta. Cada una de las guardas que cubren Luz de medianoche cedió ante la presencia de los rebeldes. Todo el esfuerzo por resguardar nuestro hogar se ha derribado como una casa de naipes.

Los vástagos del infierno están en todas partes, sombras que toman forma corpórea, liderados por Arnold. Son demasiados, mucho más que la última vez que inundaron el bosque con su oscuridad.

—¿Cómo pudieron entrar? —la pregunta de Leonardo es un susurro del viento por la velocidad en que se mueve.

Perdimos de vista a Dessire por unos valiosos segundos. Se supone que esto no debería estar pasando. Se revisó la academia y sus adyacencias mucho antes de que los vitoreo de una carrera entre un vampiro y un argel motivará a todos.

Esto era como un respiro, volvimos a casa, la líder de los rebeldes ha muerto, ahora somos tres celestiales… Nos confiamos demasiado, se infiltraron entre nosotros.

Nuestro objetivo es alcanzar a Dess, que ella sea la representación del príncipe celestial crea temor entre los rebeldes, y hasta en el mismo infierno. Se han enfrascado más en eliminarla a ella que a los demás.

El príncipe de las tinieblas siempre busca corroer al elegido de Miguel, y siempre lo ha conseguido hasta que llegó Dessire. Es orgullo, por eso se tomó tantas molestias en intentar llegar a ella, no acepta que una simple chica desafiara al infierno.

—Alguien los dejo entrar —no hay otra explicación. Para no habernos dado cuenta, alguien tuvo que haberles dado acceso a la academia.

Un traidor.

La verdad sobre la naturaleza de Gabriel no puede salir a la luz. Él será al primero que se señale como posible traidor, así como lo hizo con Dess en el momento en que llegó a la academia. Pero esta vez será diferente, los centinelas no confían en los demonios. Y él no podrá ocultar lo que es por mucho tiempo.

Por encima del dosel de ramas y hojas el cielo se oscurece, como una mancha gris sobre la academia y sus adyacencias. La brisa es más fría anticipando una llovizna.

Dos, tres, cuatro enormes lobos pasan a mi lado y toman la delantera, entre ellos se encuentra Karla, imposible no reconocer a loba de pelaje casi rojizo.

Entre el follaje Leonardo se enfrenta a un rebelde, el chico no ha estado en la academia, pero tampoco ha perdido el tiempo desde su renacer. Sabe cómo defenderse.

Impulso mis piernas a ir más de prisa.

Después de tanto buscar, los lobos tienen al responsable de la muerte del chico por la que tanto culparon a Dessire meses atrás, y no estaban muy equivocados. Ella tiene que ser su hermana, la que hemos estado buscando y es evidente la razón por la cual se ocultaba.

La chica es un sin alma, con todo y los cambios físicos se parecen bastante. La forma de la cara, el cabello negro aunque corto por encima de los hombros. No es difícil llegar a confundirlas en medio de un ataque. Por eso el joven lobo asumió que quien lo ataco y mató a su compañero era Dessire.

¿Cuándo nos hubiéramos imaginado que era su hermana mayor?

Karla cierra sus fauces en la pierna de la chica, sangre brota y los alaridos rebotan entre las hojas como transmitiendo un mensaje. Los otros tres lobos la inmovilizan de la misma manera en la otra pierna y brazos. Animales enfurecidos, sedientos de venganza y hambrientos de sangre, muerte. No le dan tregua de movilidad, rasgan, muerden y saborean… La van a despedazar.

Daniel tirado en el suelo mira horrorizado el salvajismo de los hombres lobos y luego desvía la mirada hacia Santiago que intenta despertar a Dessire.

—¿Qué tiene ella? —pregunto deteniéndome frente al vampiro

—No l… No lo sé. No sie… sient… siento su pulso —el desespero del vampiro le hace temblar la voz. Nunca lo había visto así. Descontrolado y aterrado. — Ella se despidió.

—¿¡Qué!? —el grito de Romina es más un rugido lastimero.

Ella ha venido del sentido contrario, en algún punto de la competencia Dess tuvo que haberse quedado rezagada y Romina no pudo darse cuenta de lo que ocurría. Nadie en la academia se dio cuenta hasta demasiado tarde.

Busco alguna herida, algo que pudiera causar la muerte, pero no encuentro nada. Han encontrado la manera de acceder a su alma sin dañar su cuerpo.

¿Por qué accediste Dessire? ¿Qué te hizo regresar al infierno?

—A la enfermería. Llévenla a la enfermería —evito responder la pregunta. No es el momento más indicado para explicarles que Dess se ha ido de regreso al lugar del que escapo—. Están atacando la academia.

—¿Cómo? —exige saber Romina.

Ni ellos se dieron cuenta de que estaban mucha más cerca de Dess por precaución. Algo está muy mal aquí.

—Tengo mis suposiciones, pero no estoy seguro. La academia está atiborrada de vástagos —hago que ella mire mis ojos, me pierdo en su rojiza mirada. Tengo miedo, no quiero que se la dé de heroína otra vez—, intenta que no te atraviesen con una espada de nuevo.




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