Celestial (luz de medianoche 2)

Celestial rebelde

Capítulo 10:

Celestial rebelde

 

Dimas

Desde que Leonardo llegó a la academia se ha convertido en mi compañero de habitación, y así como ha enfermado Dessire, él también. Lleva así dos días, y justo ahora debe estar en la etapa final del cambio. Abro la puerta y sus quejidos son la bienvenida, la cierro. En la otra habitación se encuentra Dess inconsciente, pero en cualquier momento su mente reaccionará al dolor, al igual que él.

—Leonardo tienes que tratar de relajarte —alzo un poco la voz, pero el elegido de Jofiel parece no escucharme se encuentra perdido en el dolor, en el quebrantamiento de sus propios huesos. Se retuerce sobre la cama mientras gruñidos salen de sus labios apretados.

Es exasperante observar sin poder hacer más de lo que ya he hecho por él. Al principio pude mitigar su malestar como lo he hecho con Dess, que apenas ha comenzado, ella aún no ha experimentado lo peor.

—Es que nunca va a acabar —dice con palabras entre cortada.

—Tienes que tratar de relajarte, para que puedan salir—trato de explicarle, pero es muy difícil resistir al dolor de tus huesos quebrantándose sin embargo lo hace más fácil si encuentras un punto de equilibrio para que el final llegue más rápido. Ya lo viví, piensas que nunca va a acabar, pero siempre hay luz en la oscuridad.

—Vamos inténtalo —insisto—. Que ya tienes dos días en esto.

Se abraza así mismo como si eso pudiera colocar sus costillas en su lugar, su cuerpo se encuentra deforme exactamente la espalda, hay un bulto que sobresale y cada vez se hace más grande. Es como un nacimiento y está a punto de suceder.

—Ya está cerca, solo dolerá un poco, pero en instantes se acabará—anuncio emocionado.

—¿Más del que he soportado? —grita entre dientes—. ¿Se supone que eso es un alivio?

—En realidad lo es—admito aunque suene un poco irónico.

Un desgarre en la piel lo hace gritar, las dos aberturas no son tan grandes, pero la sangre siempre es escandalosa, lo que le daba deformidad a su cuerpo comienza a emerger de su cuerpo, parece ilógico como esas dos alas pueden estar dentro de nosotros esperando el momento para ser liberadas. Simplemente hay cosas en el mundo que no tienen explicación ni lógica ni mucho menos científica, tanto él como yo somos un vivo ejemplo de lo incierto e ilógico que puede resultar el mundo.

Leonardo se aferra con fuerza de las sábanas de la cama, mientras sus alas se encuentran a medio fuera medio dentro de su cuerpo, bañadas en sangre. Respira con dificultad, sus alas son de un color marrón muy claro en contraste con su piel, en cambio las mías son blancas.

—Te preparé un té para que descanses —salgo de la habitación para encontrarme con quejidos en la otra habitación.

Dessire debe haber comenzado a sentir el quebrantamiento de los huesos, está por caer la noche espero que no sean otros dos días de observar agonía, dos días es mucho tiempo, para el amanecer ella debería estar lista.

La puerta está entre junta, pero cuando me dispongo a entrar esta se abre por completo, Víctor sale con terror en sus ojos verdes, su piel oscura ha palidecido.

—Tener alas, ¿implica eso? —señala detrás de él.

—Sí, el nacimiento de unas alas no es simplemente que aparezcan detrás de tu espalda como has visto en Gabriel y en mí —explico al chico que anhela tener unas grandes y fuertes alas, antes, ya no parece quererlas tanto.

—Pues ya no te envidio tanto —él ha sido mi compañero desde que estoy en la academia, y desde que las mías emergieron de mi espalda siempre quiso unas, pero claro él nunca había visto el doloroso proceso que hay que sufrir para obtenerlas.

—¿Alguna noticia de Geraldine y los demás? —ha pasado ya un buen tiempo y no han regresado, y tampoco sabemos nada.

—No, aún no hay noticias —dice encogiéndose de hombros.

Nacimos para velar por los indefensos, para enfrentar a los rebeldes, porque en un principio eran solo rebeldes y sus fallidos intentos de hacer cruzar a un plano terrenal a esas sombras infernales que consumen el alma. Pero eso fue en el pasado, podría decir que hasta antes de mi nacimiento. Mi muerte abrió una brecha intangible, que cambio el mundo por completo. Aunque quizás no demasiado, la humanidad se ha vuelto mezquina, se atacan unos contra otros destruyéndose entre ellos mismos. Sin embargo, el cambio implico la llegada de los vástagos, seres incorpóreos que atormentan a la humanidad hasta hacerlos cometer las peores atrocidades que puedan existir. Es lo que he visto desde mí renacer.

Es desesperante esperar sin saber nada, pero no lo digo en voz alta.

—¿Podrías ir por un té para Leonardo? —me acaricio la sien no he descansado mucho desde que el nuevo celestial comenzó a enfermar, y mi cabeza comienza a doler un poco.

—Sí, ¿necesitas uno tú también? —pregunta mientras se dirige a la puerta. Pero es abierta antes de que él pueda alcanzarla.

Gabriel respira con dificultad, sujetado al marco de la puerta. Lo primero que cruza mi mente es que la academia está siendo atacada otra vez.




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