Capítulo 13:
Una gota de sangre
Dimas
El tema de los sellos nos ha llevado a caminar en círculos, hay tan poca información que solo contamos con lo poco que podamos ir descubriendo nosotros mismos. El enigma que rodea el retorno de cada uno de nosotros es desesperante.
Leonardo se niega a tener que revivir los acontecimientos de su muerte y renacer, ¿cómo ha conseguido bloquear esos recuerdos? Ni él mismo ha conseguido explicarlo. Su negatividad es un problema que nos afecta a todos, Dessire ha explicado que poco a poco iremos recibiendo señales o destellos de nuestro pasado que nos dará respuestas para restablecer los sellos. Y tiene razón, últimamente he tenido muchos pensamientos dirigidos hacia mi muerte, imágenes que mantenía en cautiverio en un rincón de mi mente han vuelto a torturarme. No es fácil dejarlas fluir, aunque ha pasado mucho tiempo sigo temiéndoles, me siguen lastimando. Los recuerdos hacen más daño que la misma realidad.
La muerte de mi hermana es mi sombra, y mi calvario.
—Bien. La conclusión a todo esto es que cada uno de ustedes debe enfrentar sus temores ante la muerte que han vivido —dice Geraldine mirando fijamente a Leonardo. Él no se ha permitido recordar, mientras que Dess y yo hemos vivido el horror que conllevo el fin de nuestra existencia hace veinte años.
—¿Y si no quiero? —Leonardo está renuente.
—Si no accedes tú mismo a tus recuerdos, me voy a verme en la obligación de hacer que te hagan una regresión lo que involucra, tu pasado en detalles —replica ella.
El rostro de Geraldine ha dejado de ser sutil para mostrar a un argel con rudeza y determinación. Demostrando quien da las órdenes aquí, y sobre todo lo delicado que es la situación en que nos encontramos. Leonardo se ve más perdido en sí mismo, sus manos tienen un leve temblor que demuestran su nerviosismo y miedo ante una regresión, o más bien ante la idea de que tiene que tomar una decisión que solo le dejará un sabor amargo. Un suplicio con el cual debe vivir cada día.
—Lo intentaré —expresa no muy convencido.
—¡Excelente! Sé que esto no es fácil para ninguno, pero han vuelto por algo, y para mí significa que tienen la capacidad, la fuerza necesaria para enfrentar y superar sus propios temores —lo anima Geraldine. Él asiente, mientras deja escapar un suspiro. Si el proceso para que sus alas emergieran fue difícil, lo que está por experimentar será aún peor—. Pasemos a otro tema…
Un golpe en la puerta la interrumpe.
—Adelante —anuncia.
Maximiliano es quien se asoma. Generalmente él siempre esta sonriente, sin embargo hoy su rostro está lejos de mostrar una sonrisa. Sus ojos cristalinos se fijan en las alas de Dess, pero emite ningún comentario al respecto, aprisiona los labios y vuelve la vista hacia Geraldine.
—¿Ocurre algo Maximiliano?
—Tenemos un problema, señora —dice con seriedad.
—Pueden irse chicos —ordena Geraldine de repente como si esas cuatro palabras explicaran en detalle lo que sea que esté sucediendo, o allá sucedido.
Leonardo se levanta y sale inmediatamente como si estuviera huyendo, no es para menos desde este momento tiene que dejar que sus recuerdos sean parte de su presente, sí o sí. Geraldine no le ha dejado otra opción.
—¿Qué ha ocurrido? —Dessire hace la pregunta que rozaban mis labios. Ellos comparten una mirada como decidiendo si debiéramos saber esa información, o no.
—Hemos perdido a Daniel —dice Maximiliano después de unos segundos.
—¡¿Qué?! —mi voz se une a la de Dess.
—Se lo han llevado, los rebeldes lo han secuestrado —sus ojos no miran directamente a Dess, se pierden en la habitación, pero nunca la mira a ella.
—No quiero alarmas —dice Geraldine con calma—, arma a un equipo para ir en su búsqueda no deben ir muy lejos. Dimas no salgan de la academia, ¿está bien Dessire? —al no tener respuesta continua: —no regresaré sin él.
—Vale, espero que así sea —responde con desánimo.
El silencio en la oficina se vuelve incómodo, la agarró del brazo y la hago salir. No nos darán más explicaciones, no ahora. Lo mejor en estos momentos es prepararnos para una posible salida, los ataques cada vez son más frecuentes, no nos están dando ni un respiro.
Bajamos las escaleras para encontrarnos en la planta baja de la academia bullida en centinelas, el ambiente es inquietante, los murmullos no se hacen esperar.
Mientras que meses atrás nos dedicábamos a recorrer las calles para contener a los rebeldes, para proteger a humanos inocentes que se han visto involucrados en esta guerra, de un tiempo para acá las cosas han cambiado por completo. Hemos sido atacados constantemente, aquí en nuestra fortaleza.
El miedo que crece en cada uno de los centinelas es el mismo que hay dentro de mí. Todo lo que ha pasado últimamente solo me ha llevado a una conclusión, y es que los rebeldes se han vuelto más fuertes, mientras los sellos permanezcan abiertos es como si ellos estuvieran haciendo su propio infierno en la tierra.
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Editado: 27.07.2021