Céline.

Prólogo.

Ser un joven desafiante y contradictorio en esta época no es común, no está bien visto levantarse en contra de las reglas, más cuando eres chica.

A la mujer no se le es permitido expresarse, estudiar o hacer cosas que cotidianamente los hombres realizan.

Toda mi vida me la he pasado aprendiendo "lo que a una señorita de mi clase le permiten aprender", no es normal que una mujer desempeñe el trabajo de un hombre, que sepa de cuentas, de historia, geográfia, política, etc. Nuestra opinión vale poco, no se nos permite elegir al próximo gobernante; y todo bajo el alegato de que por ser mujer solo nos debemos dedicar a el hogar.

He aprendido algo de ciencias, gracias a Joyce (mi hermano) y algunos libros que tomo a escondidas de la biblioteca de mi padre. 

Tengo claro que las mujeres son tan capaces como los hombres, y por lo tanto también debemos gozar de los mismos derechos.

Cada día estoy más convencida de lo ciega que están las personas; sus vidas giran en torno a cosas materiales. Vidas sin sentido, sumergidas en la miseria, avaricia, codicia, egoísmo, ambición. 

Cuando vino el dinero, se fue el amor, la bondad, la humildad, la amabilidad... Cosas realmente importantes las dejaron a un lado y aparecieron: el odio, la rivalidad, vanidad, vanagloria.  

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En búsqueda de la equidad de género encuentra el amor en un joven (Calvin) amigo de su familia; quien decide ir a la guerra que afronta su país como curandero de los soldados gravemente heridos.

La historia tomará giros inesperados.

 

 



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En el texto hay: romances

Editado: 16.03.2018

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