Cementerio de deidades

PRÓLOGO

— Oh bienvenido joven viajero — dijo el anciano al recién llegado, lo había divisado hacía rato,  vagando como alma en pena, por aquel pueblo. Buscando un alma piadosa que le dirigiera la palabra.

 

— Desafortunado has sido, amigo mío, al llegar a este lugar.

 

— No, no me hagas caso — espetó con fingida pena, en el intento de captar su atención, esperando que aquel hombre preguntara por más.

 

— ¿Quieres que te cuente la historia? — aquellos ojos verdes del anciano observaron al hombre con tanta emoción, que el viajero no pudo negarse.

 

— ¿Seguro? La historia no suele perturbar a muchos.

 

— Bien pero que conste, que tú lo pediste.

 

— Siéntate, ponte cómodo — una sonrisa traviesa atravesó su rostro, en la espera ansiada para contar aquella historia tan temida por los habitantes del lugar.

 

Cuidado, no te adentres demasiado en el bosque,

Jamás, por nada del mundo oses pisar aquel lugar…

 

Según cuentan historias antiguas,

En lo más profundo de él, habitan grandes criaturas, 

tan magníficas que su belleza podría deslumbrarte.

 

Tan magníficas que nunca creerías que estas fueran letales.

Tan magníficas, que ni siquiera en tus mejores sueños podrías imaginarlas.

 

Pero, cuidado, su sola presencia podría matarte...

 

Muchos han intentado llegar a ellos, pero nunca han regresado.

Ni siquiera lo pienses, te devorarían en un solo bocado.

 

Se dice que aquel lugar es gobernado por una mujer, 

tan perfecta que podría ser considerada una deidad. 

 

Tan perfecta y delicada, 

con su piel de porcelana, 

 

Y con su cabello tan blanco como la nieve.

 

Pero no te confundas, lo que tiene de bella lo tiene de malvada.

 

 En un principio esta sería la guardiana y protectora,

 de todas aquellas criaturas que allí vivían, 

pero el anhelo de poder, con el paso de los años, pudo más.

 

¿Quién dijo que otorgarle a alguien la inmortalidad sería una buena idea?

 

Ahora, una capa de oscuridad lo cubre, ocultando así su presencia e impidiéndole el paso al hombre.

 

Ocultando en aquel castillo arbolado,

 a las criaturas que tanto se asemejan a lo que nosotros, mundanamente,

llamamos perfecto.

 

Vamos, no me mires así… Eso es lo que dice el viento...

 

No lo digo yo, lo dice él…

 

Pero, quizás, no deberías creer en todo lo que llega a tus oídos amigo mío, los susurros que vienen impulsados por el viento pueden llegar incompletos o confusos…

 

Sin embargo, no te acerques a él...No vale la pena comprobarlo…

 

Ten en cuenta mi consejo, tomalo como el de un viejo amigo…

 




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