Cementerio de deidades

CAPÍTULO TRES

El silencio reinaba en el bosque envolviendolos a todos, tan frío y cortante que incluso en las afueras de él, la tensión se percibía. Algo grave estaba ocurriendo. Arica lo sabía, lo presentía desde hacía semanas ya que la inquietud en su pecho no desaparecía a pesar de que todo en el lugar estaba en calma.

 

Y ahora, que había oído de los mismos labios de un caballero del bosque las cosas extrañas que en esos momentos pasaban en el mundo, Arica comprendió que esa inquietud no era en vano, que no eran imaginaciones suyas. Sino que el peligro era real, algo grande se acercaba, algo que estaba dispuesto a acabar con todo aquello que encontrara a su paso.

 

Marlon la observaba en silencio caminar de un lado al otro, esperando atento las indicaciones de como actuar a partir de ese entonces. Él era un caballero del bosque pero al igual que la joven, también era un guardián del lugar. Y por ello, no se asemejaba a los demás guardianes del bosque que se asemejaban a árboles andantes.

 

La contextura de Marlon era imponente, digna de su posición en el bosque. Su tez era pálida a pesar de ser un amante del sol y de recibir sus rayos mientras recorría el lugar en sus rutinas diarias.

Cualquier persona, fuera del bosque, que lo viera lo confundiría con alguien absolutamente normal. Sin embargo sus orejas puntiagudas lo diferenciaban de un humano común, aquellas orejas junto a las cicatrices que le surcaban un lado del rostro lograban darle una apariencia intimidante.

Sin olvidar por supuesto, a aquel grifo de color marfíl, superior al tamaño promedio de cualquier ave rapaz, que lo seguía por todas partes.

 

Ax y Nieve, eran los únicos espíritus animales que sobresalían entre todos. Los únicos que eran criaturas mitológicas.

 

Marlon lideraba las tropas del gran bosque, era el encargado de custodiar las fronteras y asegurar el bienestar de todos los seres mágicos que habitan en las hectáreas del frondoso lugar. Arica era quien se encargaba de liderar a todos allí y además, poseía una conexión con cada ser sobrenatural del mundo, fue por ello que tanto le afectó saber la desgracia que perseguía a aquellos seres, desapareciendo algunos día tras día.

 

Sin dudas eso fue el motivo del porqué aquellos que debían llegar al bosque para comenzar su vida allí no habían dado siquiera una mínima señal de vida. 

Arica le otorgaba la oportunidad, a cualquier ser mágico de habitar allí, una comunidad segura en donde ser libres y mostrarse tal cual fueran. La comunidad era amigable y siempre le abría las puertas a quien necesitara su ayuda.

 

— Quiero que se refuerce la seguridad del límite con el humano, verificar y asegurar que ninguno de ellos pueda traspasarlo — dijo con un tono de voz serio. Ya nada quedaba de su apariencia amigable que tanto la caracterizaba. Sus ojos, tono de voz y la postura de su cuerpo, rígida, demostraban que estaba concentrada en totalidad para resolver el problema y así asegurar el bienestar de todos — Además a partir de ahora , enviaremos grupos calificados en busca de aquellos que pretendan vivir aquí, para que la seguridad sea efectiva hasta que todo esto se solucione.

 

Las palabras ya no eran necesarias, con un asentimiento de cabeza Marlon le hizo saber que había escuchado correctamente las nuevas órdenes. Mientras que Pascal y Teodoro se preparaban para buscar a la encargada de reforzar el poder de la barrera que separaba ambos mundos.

 

Salieron del círculo de grandes árboles en el que se encontraban para cada uno dirigirse en diferentes direcciones, todos tenían cosas importantes que hacer que ya no podían seguir esperando.

 

Aquel sitio había sido creado para llevar a cabo reuniones de suma importancia, estaba en medio del bosque alejado de las viviendas, lejos de todos y rodeado de magia que impedía que cualquier que no fuera invitado al círculo lograra escuchar lo que se platicaba dentro.

 

Ambos guardianes caminaban apresurados entre los árboles. Serios, sin emitir un solo sonido. Ambos se encontraban preocupados por la situación y por su preciada Arica, el miedo de que los problemas la sobrepasaran y eso afectará su actitud y manera de ser tan amigable, que se había mantenido firme  a lo largo de los siglos, lo abrazaban.

 

Llegaron a un lugar en que los árboles escaseaban pero que en el centro de un gran claro, se encontraba un imponente árbol que destilaba bella, elegancia y poder.

A su alrededor las plantas crecían fuertes y las flores adornaban el lugar, dando la sensación de estar viendo un paraíso. Los pájaros cantaban felices tonadas armoniosas y los pequeños animales correteaban de un lado al otro.

 

De un momento a otro aquel majestuoso árbol comenzó a moverse y de él emergió una hermosa mujer caracterizada de una forma similar a la de ellos. Lo único que los diferenciaba era que a ella le salían de su cráneo grandes ramas llenas de flores, simulando ser una corona.

 

Ella junto con Arica, eran el gran poder del bosque.

 

La mujer los observó atenta para que la guiaran al lugar que debían ir. Arica ya le había informado de lo que debía hacer, así que solo quedaba esperar a que Pascal y Teodoro la acompañarán hasta allí para poder reforzar la barrera.




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