Cementerio de deidades

CAPÍTULO SIETE

Maratón 2/2

Ronan se despertó sobresaltado esa noche a causa de un sueño horrible que había tenido.

 

En él se encontraba Arica, dentro de una de esas pequeñas jaulas que los mantenían cautivos con Nieve a su lado. La veía sufrir, llorar y gritar por las atrocidades que Rixton y sus hombres le hacían.  Y el preso de la impotencia, aclamaba por que se detuvieran, para que la dejasen en paz.

 

Todo se había sentido demasiado real, desde los gritos hasta las súplicas de clemencia, pero nada les había importado. Siguieron y siguieron hasta que Ronan vio como la vida abandonaba aquellos ojos tan hermosos que tanto adoraba admirar.

 

Ese sueño lo acompañaba desde el momento en que lo habían capturado, intensificándose desde que Rixton supo de la existencia de bosque, de las criaturas que se escondían allí y de Arica.

 

Temía que un día lograran entrar, que la atraparan.

 

 —¿Quieres que te cante una canción? —Danna, que se había despertado recientemente y permanecía en la jaula que se encontraba a su lado, lo miraba con ojos brillantes —Siempre que tengo pesadillas mamá me canta una.

 

Sin esperar una respuesta, la niña comenzó a cantar.

 

Con una voz tan dulce y melodiosa que todos la escucharon atentos, olvidando por unos instantes el tormento en el que vivían.

 

Hasta que esa paz que se había creado se vio interrumpida por un estruendoso golpe. Rixton había llegado y no lucía para nada feliz.

 

Les dirigió una mirada que cargó de terror a la pequeña que hacía unos instantes se encontraba felizmente cantando. Se dirigió a la jaula en la que el gran oso pardo descansaba.

 

Ronan sabía que no era un simple oso, todos lo sabían exceptuando a sus captores, que lo sospechaban pero no lo sabían a ciencia cierta. Él resistía las torturas, a cada una de ellas negándose a mostrar su forma humana.

 

Tenía un plan y resistiría todo lo que pudiera para llevarlo a cabo.

 

 —Hoy será el día, lose —dijo Rixton de posicionarse frente a la jaula del oso. Sabían lo que se avecinaba así que Ronan se dirigió a la niña.

 

 —No mires Danna  —la niña confundida, lo miró y a pesar de no comprender el porqué no dudo en hacerle caso. Se dio la vuelta quedando en una posición, en donde le daba la espalda a los demás, mirando una sosa pared color gris  —Tápate los oídos.

 

Afortunadamente para ella, en el preciso instante en que colocó sus pequeñas manos tapando sus orejas, impidiendo que cualquier sonido fuera oído, los gritos comenzaron.

 

El oso soportó la torutra todo el día, soportando cientos de descargas eléctricas en su cuerpo a niveles tan altos que fácilmente podría matar a un humano.

Cuando aquel día terminó Rixton se encontraba furioso, a punto de estallar sin poder creer que se había equivocado, pero nadie lo sabría más que él.

 

Como muchos decían, la practica hace al maestro y él después de mucho tiempo, a base de prueba y error, había descubierto un nivel de descarga eléctrica que los cambiaformas no lograban soportar estando en su forma animal y mucho menos en forma humana, haciendo que su cuerpo tratara de defenderse cambiando al estado contrario en el que se encontraban. Si estaban en su forma animal tomaban su aspecto humano y viceversa. Logrando que el humano y el espíritu animal hicieran presencia al mismo tiempo.

 

En algunas ocasiones, los más débiles estando en su forma humana no soportaban esos niveles de energía corriendo por su cuerpo muriendo al instante.

 

Dispuesto a deshacerse de ese oso, que para nada le servía, se aseguró de que nadie estuviera merodeando el lugar para tomar del galpón de armas un aire comprimido cargado de dardos tranquilizantes.

 

Así que sedó al oso, lo subió a una camioneta luego de mucho esfuerzo y luego se dirigió a una carretera en donde su única acción buena sería la que le costaría más de lo que podría llegar a imaginar.

Lo dejó allí, creyendo en verdad que se trataba de un simple oso.

 

Había caído ingenuamente en la trampa de Claus que al ver como la camioneta se alejaba a lo lejos, tras mucho esfuerzo se puso en pie y emprendió su camino.

 

Su plan por fin estaba en proceso y sabía que pronto lograría completarlo.

Por él, por todos los que permanecían cautivos por Rixton y por todos aquellos que seguían libres, luchando y escapando de las garras del enemigo.

 

Esa noche Ronan se durmió pensando en Claus, triste y abatido al saber que el dolor que tanto había soportado no había servido de nada ya que la muerte se lo había llevado de todas formas.

 

Y es que Rixton eso se encargó de divulgar entre sus hombres, la trágica historia del magnífico espécimen que habían conseguido y lo inutil que había sido al morir.

 

En sus sueños, Ronan se encontró con Arica.

 

Pero esta vez fue diferente. En lo profundo del bosque una Arica, profundamente dormida, soñaba también con él.




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