Desde tiempos remotos se culpó a la mujer por todos los males que acechaban a los hombres, juzgando y señalandolas con el dedo por ser el pecado prohibido, por seducir, engañar y traicionar. Ignorando que en realidad la culpa no era completamente de ellas, la conciencia es algo que existe desde siempre y es algo que ellas son incapaces de arrebatar aunque quisieran.
Cuando el sol cayó y el dolor se seguía sintiendo en el aire, el plan se puso en marcha.
Alejada de la jaula de Arica, situada en medio de un camino se encontraba Astrid en su prisión individual, lo suficientemente amplia como para que ella y su espíritu animal, una gran boa blanca, pudieran habitar allí.
Las personas siempre se detenían a observarla, no solo por el singular espécimen que se enrollaba en un árbol sino también por la belleza inigualable de la mujer.
Su piel trigueña hacía resaltar su intensa mirada de un color gris, queparecia capaz de congelarte con solo detenerse en ti. Una mirada cargada de seguridad que te hacía pensar dos veces si sostenerle la mirada o comportarte como un cachorro asustado.
Su largo cabello era de un color singular, blanco pero nada parecido al de Arica. Este dependiendo del reflejo de la luz, parecía tener pequeños destellos rosados que junto a su porte seductor, dejaba enamorado a cualquiera.
El primer paso para llegar a su libertad fue utilizar la belleza seductora de Astrid.
Uno de los guardias, que merodeaba el lugar por la noche, estaba completamente cautivado desde el primer día por la bella mujer. Todas las noches pasaba frente a ella y se detenía a observarla e intentaba una y otra vez entablar una charla con ella, fracasando cada una de las noches hasta esa.
—Hola belleza —el cansancio en su voz se hizo ver — Hoy fue un día intenso ¿verdad?
—Si...fue un día duro —el rostro del hombre cambió de forma abrupta al oír por primera vez la seductora voz de Astrid, sus ojos brillaron y una sonrisa se instauró en su rostro.
Astrid estudiaba actuación por lo que era buena engañando a las personas si se lo proponía. El hombre, quizás olvidando con quien hablaba en realidad, ni siquiera dudo cuando ella luego de mostrarse titubeante y decaída, le pidió una única cosa.
Un abrazo.
—Tu…¿quieres que te abrace? —había dicho, totalmente confundido.
—Si...es que me siento tan sola aquí y lo de hoy me ha dejado realmente mal…
Quizás, después de todo los hombres si eran unos idiotas, pensó ella cuando vió al hombre, que de manera muy fácil había caído en su trampa, abrir su prisión con las llaves que guardaba en su bolsillo del pantalón e ingresar para abrazarla.
Error. Nunca, jamás, le des la espalda a un depredador furioso.
Shalizeh, la gran boa, no tardó en saltar a su cuello y enroscarse en él. La boa estaba haciendo lo que mejor le salía. Comprimir, asfixiar y eliminar.
El hombre tardó pocos minutos en caer inerte con su vida escapando de su cuerpo.
Algunos cambiaformas habían retirado la mirada cuando la serpiente comenzó a enroscarse en él pero muchos otros, continuaron mirando el espectáculo. Sedientos de venganza.
Ellos que jamás habían lastimado a nadie, que se mantenían ocultos entre las sombras sufrieron injustamente en las garras de los humanos y su moral cuestionable.
Pero ahora serían libres y las sombras ya no serían su hogar, los roles se cambiarían siendo los humanos los que pedirían clemencia.
Astrid se apresuró en abrir cada una de las celdas, intentando evitar a los demás guardias.
Ronan salió corriendo de la mano de una asustada Danna en busca de Arica. Ahora ya no estaban separados por una inutil pared y ansiaba abrazarla con todas sus fuerzas.
Cuando se encontraron para ellos fue como si el mundo se hubiera detenido, solo eran ellos en su burbuja de amor.
Fue un abrazo que demostró todos los sentimientos que tenían el uno por el otro, cargado de amor y una esperanza de vivir una vida mejor a partir de ese momento.
El sonido de los disparos los hizo separarse abruptamente, la alarma había sido activada por uno de los guardias al percatarse que las celdas estaban vacías y luego de encontrar a su compañero sin vida. Rixton lideraba ahora, un ejército completo hacia ellos.
No había tiempo que perder.
De manera apresurada cada cambiaformas comenzó a correr en dirección a la salida, algunos en su forma humana siendo seguidos por sus espíritus animales, mientras que otros escapaban en su forma animal completa.
Nieve llegó a la par de Arica y esta no tardó en subir a su lomo, Ronan tomó a Danna por las axilas e intentó subirla también pero ella se resistió.
—¡No! —gritó desesperada —Ronan no me dejes…
—No voy a dejarte enana. Iré detrás de ustedes pero no puedo llevarte cargando mientras vuelo.