Cementerio de deidades

CAPÍTULO EXTRA

Estaba de mal humor, de muy mal humor.

 

No había escuchado la maldita alarma y ahora iba tarde a su primer día de universidad. Aquello no era su culpa, su compañera de habitacion se habia quedado hasta altas horas de la madrugada hablando con sus amigas por videollamada, ignorando completamente que sus risas estruendosas no le permitían dormir y cuando por fin consiguió caer en brazos de morfeo, no oyó que era hora de levantarse.

 

La maldita de su compañera ni siquiera la había intentado despertar cuando vio que ella seguía durmiendo, simplemente se fue dejándola allí dormida sabiendo que sus clases estaban próximas a comenzar.

 

Cuando despertó y vio la hora en su celular se levantó de un salto de la cama y comenzó a vestirse de forma apresurada y descuidadamente. Agradeció haber dejado, la noche anterior, su ropa preparada, por lo que solo tuvo que vestirse, peinarse un poco su cabello rubio y agarrar la mochila.

 

Estaba nerviosa, hacía pocos meses que se había mudado del pueblo en el que vivía junto a sus padres a la gran ciudad para estudiar en una prestigiosa universidad. Ansiaba conocer el lugar y hacer nuevos amigos pronto.

 

Estaba perdida en sus pensamientos mientras se acomodaba su larga falda celeste cuando chocó con algo duro y blando a la vez que la tiró al suelo a causa del impacto.

 

Cuando alzó su mirada, frente a ella había un joven hombre de cabello castaño y ojos verdes que la miraban avergonzados.

 

—¡Cuanto lo siento! no te vi —dijo mientras la ayudaba a levantarse.

 

—No te preocupes, fue mi culpa por no prestar atención por donde iba.

El muchacho rió por lo absurdo de la situación.

 

—Soy Ronan.

 

—Encantada, soy Arica —dio sujetando la mano que él le ofrecía en forma de saludo.

 

Cuando sus manos se unieron, ambos sintieron algo cambiar en ellos. Fue como si una puerta que antes estaba cerrada con candado se abriera y ahora, con la nueva información parecía todo encajar en sus vidas y aquello que sentían constantemente que les faltaba en sus corazones parecía estar llenándose gracias al cálido tacto de sus manos.

 

La sensación se repitió cada vez que ellos se encontraban cerca, hablando, riendo o simplemente acompañando el silencio del otro.

 

Ronan jamás había creído en las casualidades y estaba seguro, que aquella joven tan similar a la que se presentaba en sus sueños desde hacía ya años, no era una.

 




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