Cena familiar en la noche de Halloween

Una cena familiar diferente:

Capítulo 1:
 


 

En una mansión lo bastante alejada, una pareja discutía, al tiempo que se adentraban en la misma. La castaña resoplaba cada que su acompañante le decía que era una mala idea haber ido allí, pero claro que ella no pensaba igual y se lo dejó saber:
 


 

—Ethan, nos llegó una invitación a una cena y es gratis, solo disfruta la velada —masculló, cansada de oírle repetir lo mismo desde que salieron de casa.
 


 

Ethan por su parte soltó una risa histérica, estaba asustado, por supuesto que lo estaba. No sabían quien les había enviado aquella invitación, solo que requerían su presencia allí. Aunque admitía que el lugar era precioso, inspeccionó cada rincón, por si veía algo extraño y así huir lo más rápido que pudiesen. Una decoración conmemorando Halloween, adornaba el sitio entero, se notaba a leguas que se esmeraron bastante en dejar todo muy bonito.
 


 

Se acercaron al salón, donde los esperaba una enorme mesa con un banquete de todo lo que os podáis imaginar. Lo que Ethan notó a primeras es que habían muchos sitios en la mesa, lo que significaba que no eran los únicos invitados.
 


 

—Me da mala espina —admitió en voz alta, mirando a todos lados con desconfianza—. ¿No crees que es raro que nos enviarán esa invitación? Además no decía de parte de quien era —le recordó a su esposa.
 


 

Ella por su parte rodó sus ojos y se acercó a la mesa, agarrando un muffins.
 


 

La alarma se encendió en el rostro de él y le quito de las manos aquel alimento, temiendo que estuviera envenenado. Recibió una mirada de pocos amigos de parte de Liz, quien comenzaba a creer que se había casado con un cobarde.
 


 

—¡Carajo, cielo! ¡No me quites la comida de esa manera! Muero de hambre y ese muffins se ve delicioso —le espeta.
 


 

—Ya, pero podría tener algo y hacerte daño a ti y a Isaac, así que no comerás nada de esa jodida mesa —le advirtió firme, intentando que dejará de ser tan cabezota y le hiciese caso.
 


 

Liz abrió su boca para replicar, pero se quedó callada en cuanto oyeron que la puerta de entrada era abierta y unas voces se oían de fondo. ¿El resto de invitados? Quizá sí o era el dueño de la invitación a aquella cena o un asesino que venía a por ellos. Ethan tragó con dureza, asustado hasta la médula y se paró frente a su esposa e hijo -quien estaba en el vientre de su madre- haciendo de escudo por cualquier cosa que sucediera a continuación.
 


 

—¡Que increíble! ¿Has visto que hermoso es este lugar, Chris? —Dakota exclamó con emoción hacia su novio, que tenía el ceño fruncido y parecía lo bastante desconfiado—. Quita esa cara, disfrutemos esta cena, la invitación decía que nos encontraríamos con nuestra familia —pidió sonriendo y por su parte él intentó hacer caso a su chica.
 


 

—Vale —acepta a regañadientes, sin fiarse aún de todo.
 


 

Dakota entrelazó su mano con la suya y lo arrastro al salón del banquete, donde dos invitados ya estaban allí, esperando al resto. Ethan al ver que se trataba de dos jóvenes se relajo un poco y soltó un suspiro de alivio. Eran el resto de invitados. 
 


 

  —¡Hola! —les saludó Liz y saliendo de detrás de Ethan, se acercó a ellos y les abrazo como si les conociera de toda la vida—. Yo soy Elizabeth, este miedoso de ahí es mi esposo Ethan y aquí esta el pequeño Isaac —se presentó y también a Ethan quien al escuchar miedoso no dudo en refutar hacia su esposa y por último señaló su abultado estómago donde su bebé se encontraba.
 


 

—¡Es un gusto conocerles! Yo soy Dakota y este de aquí es mi novio Christopher —dice sonriendo y señalando al chico a su lado.
 


 

Sin demora alguna comenzaron a hablar y de como aquella extraña invitación les había llegado unos días antes. Ethan y Chris no dudaron de hacerse oír y de explicar su desconfianza hacia todo, mientras sus acompañantes los miraban como si fueran unos miedosos. 
 


 

La puerta de entrada volvió a oírse, pero esta vez no habían voces de fondo. Quizá quedó mal cerrada y el viento la abrió, pero la duda fue resuelta en cuanto Chris se asomo y sin darse cuenta una daga le apuntaba a la garganta.
 


 

 —¡Miguel baja eso, carajo! —le exigió Gabriel, entrando al salón detrás suyo y observando todo el lugar.
 


 

—¡Puede ser una trampa, Gabriel! —chillo el arcángel, sin quitar la daga de la garganta de aquel chico.
 


 

Sin darle tiempo a reaccionar, Gabriel se la quito y se la guardo, mientras le miraba de manera muy seria y reprochando su accionar.
 


 

—Son personas normales y hay una mujer embarazada, ¿puedes intentar no asustarles? —pidió a su amigo, quien a de mala gana asintió y se disculpó con Chris.
 


 

—Perdonen a estos emplumados, siempre creen que todos trabajan para Luci —habló la pelinegra, mientras se adentraba en el lugar y sonrió a todos.
 


 

—¿Luci? —inquiere Ethan, mientras su ceño se frunce.
 


 

¿Quién era esa mujer? ¿La anfitriona de esa cena? ¿Una asesina a sueldo? 
 


 

 —Lucifer, cariño, ya sabes el señor de las tinieblas, príncipe del infierno. ¿No le conocéis? —le aclara divertida, Lilith.
 


 

Liz, Dakota, Chris y hasta el mismo Ethan se echaron a reír, debía de ser una broma. Claro que conocían a aquel ser creado por las iglesias, más no creían en su existencia. Era absurdo que existiera tal ser, aquella mujer les estaba tomando pelo de eso no había duda.
 


 

—Me llamastéis —habló alguien desde la otra punta de la mesa, un hombre de unos ojos negros como la noche los observaba y sonreía de manera divertida y altanera. ¿En que momento había llegado? Nadie lo notó hasta ese momento y se preocuparon al instante, ese hombre no daba una buena vibra. 
 



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En el texto hay: humor, cenafamiliar

Editado: 01.11.2021

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