VII
MORGAN
Shadow y yo nos habíamos quedado un buen rato sentados al lado del fuego.
La mayoría del tiempo en silencio pero no me importaba, me sentía bien. Por una vez en 5 décadas había conseguido paz, aunque en el fondo sabía que no iba a durar para siempre.
Había estudiado cada rincón de la cabaña, mi vista perfectamente aumentada me permitía ver más allá del ojo humano podía sin tener que levantarme del taburete de madera.
También había notado que Soren no me quitaba sus ojos oscuros de encima desde hacía un buen rato. Como si quisiera aprenderse cada parte de rostro.
—¿Tengo algo en la cara? —pregunto mirándolo fijamente.
—¿Que?
Parece que lo tomé por sorpresa.
—Llevas bastante tiempo mirándome.
Shadow deja escapar una risa corta. Luego alza la vista y me mira.
—¿Como te mordieron? —Me pregunta mirando mi cuello.
Me quedo en silencio, la historia de como me convertí en lo que soy es algo que me encoje el corazón.
Shadow se da cuenta de mi silencio.
—¿No te acuerdas? —Esboza una pequeña sonrisa de lado.—Los vampiros convertidos olvidan la mayoría de cosas de su humanidad.
—Si me acuerdo.
Shadow me mira intentando descifrar mi cara.
—¿Como?
—No lo sé. Pero me acuerdo de todo y cada detalle.—Digo mirando las llamas del fuego que bailan al arder.
Shadow da una carcajada y luego me mira sonriendo.
—¿Que da tanta gracia?
—Dejame ver si entendí, ¿Eres una convertido pero recuerdas cómo te mordieron? —Vuelve a reír.—Que hay de tu infancia, de tus padres ¿Recuerdas eso?
—Si.
Shadow deja de reír al darse cuenta de la seriedad en mi cara luego se levanta y con un movimiento rápido está cerca de las estanterías, agarra un libro bastante grueso y luego vuelve con la misma velocidad que antes.
—¿Te vas a poner a leer ahora?—Pregunto desconcertada.
—¿Sabes que libro es este? —Me acerca el libro dejanme ver la portada.
"Glosario de la inmortalidad."
—¿Y qué se supone que es eso? —frunzo el ceño, tomando el libro entre mis manos.
Shadow no contesta de inmediato. Se sienta frente a mí, las sombras del fuego dibujan líneas suaves en su rostro.
—Es un compendio de todo lo que se sabe —o se cree saber— sobre nuestra especie. Fue escrito por uno de los primeros convertidos que logró mantenerse cuerdo más de un siglo.
Paso mis dedos por la portada desgastada. Las letras doradas están apenas visibles, como si el tiempo hubiese intentado borrar su existencia.
—¿Por qué me lo muestras?
—Porque hay una teoría... —dice, inclinándose un poco hacia mí—. Una teoría sobre los convertidos que no olvidan.
Lo miro, sin decir nada.
—Según ese libro, los únicos que conservan sus recuerdos humanos son aquellos que fueron mordidos por un purasangre. Y no solo mordidos, Morgan. Transformados por uno.
Mi corazón —si es que eso todavía existe en mí— se encoge.
—Eso no tiene sentido. Los purasangre no... ellos no convierten a nadie. Matan.
Shadow asiente lentamente.
—Exacto. Y por eso tú no deberías existir.
Nos quedamos en silencio. Solo el crepitar del fuego se escucha en la cabaña. El libro pesa en mis manos como si supiera que guarda secretos que aún no estoy lista para enfrentar.
—Entonces... ¿qué soy? —pregunto en un susurro, sin poder apartar la vista de él.
Shadow me mira, esta vez sin sonrisa.
—Eso es lo que tienes que averiguar.
Shadow se levantó una vez más, esta vez con más lentitud, como si las palabras que acababa de pronunciar hubieran cargado el aire de una tensión invisible. Caminó hasta la ventana y apartó ligeramente la cortina. Afuera, el bosque parecía dormido bajo el velo grisáceo de la niebla.
—No quiero que entres en pánico —dijo sin mirarme—, pero si Audan sigue tu rastro, no tardará en descubrir que estás aquí.
Me puse de pie de inmediato, el libro aún en mis manos.
—¿Y tú crees que me esconderé como una niña asustada? —solté, más desafiante de lo que esperaba.
Shadow giró apenas el rostro, sus ojos se encontraron con los míos.
—No. Creo que vas a necesitar respuestas antes de volver con los convertidos.
—¿Respuestas como qué? ¿Por qué puedo soportar la luz del sol? ¿Por qué no me quemé al amanecer?
—Exacto. —Asintió—. Y por qué, Morgan, desde que te vi... mi instinto no me dice que te destruya como a los otros transformados.
La declaración me tomó por sorpresa. Dio un paso hacia mí, su presencia llenaba el espacio como si el aire se hiciera más denso a su alrededor.
—Hay algo en ti. Algo que ni tú misma sabes. Y si eres lo que sospecho... entonces no solo has sobrevivido a la mordida de un purasangre. Eres parte de algo que lleva siglos gestándose.
Tragué saliva. El libro temblaba ligeramente entre mis dedos.
—¿Qué cosa?
Shadow se queda en silencio.
—¿Que ocurre?
—Nada, olvídalo. —Dice cerrando la cortina nuevamente.—Olvida todo lo que te he dicho.
Mis labios se entreabrieron, pero no salió ninguna palabra.
Shadow se acercó y puso una mano sobre el libro, cerrándolo suavemente.
—Es mejor así, créeme.
Shadow clavó su mirada en la mía. Oscura. Intensa.
Mi cuerpo se tensó.
—Esta bien—dije al fin, no muy convencida por su cambio repentino—. Si mi existencia es un misterio...Pronto se desvelará.
Shadow sonrió. No con burla esta vez, sino con algo que se parecía al respeto.
—Pronto se hará de noche, saldremos a cazar. Tienes que alimentarte.
Asentí.