Ceniza y Sangre

REVELACIONES

X

SHADOW

El mundo pareció detenerse por un segundo.

Solo uno.
El suficiente para que la palabra “hermanito” se clavara como una daga oxidada en el centro de mi pecho.

Mi mandíbula se tensó, los colmillos se asomaron sin que los llamara. Morgan se estremeció detrás de mí. Pude oír cómo su respiración se aceleraba, y odié que pudiera sentir ese tipo de miedo por alguien como él.

—Byron —dije, con la voz más baja y peligrosa que tenía—. ¿Que haces aquí?

Mi hermano dio un paso al frente, dejando que la luna delineara su silueta como si fuese un maldito espectáculo.

Alto, elegante, con la misma sangre que yo pero una presencia que helaba la tierra. Su cabello oscuro estaba recogido, su ropa impecable como si acabara de salir de una ceremonia. No había señales de lucha en su cuerpo. Ni una gota de sangre. Como si nunca ensuciara sus manos. Como siempre.

Byron era más de manipular a sus presas y luego obligarlos a suicidarse.

—¿No puedo venir a visitar a mi único hermano.—respondió con una sonrisa ladeada—. Y, para mi suerte tienes la cena preparada.. —Mira a Morgan.

Soltó una pequeña risa.

—No has cambiado nada.

Mis manos temblaban de rabia. Yo y él siempre habíamos sido muy diferentes. Él cazaba y mataba por diversión, yo por necesidad.
Morgan seguía detrás de mí, demasiado cerca, demasiado expuesta.

—Dime qué quieres, Byron —espeté—. No tienes derecho a tocarla.

—¿Tocarla? —Su mirada se posó en Morgan con una mezcla que me revolvió el estómago—. Te equivocas querido hermano, es nuestra cadena alimentaria ¿No te acuerdas? Los Purasangre matan convertidos; convertidos matan animales y humanos.

Morgan dio un paso atrás, y mi mano fue directamente hacia la suya, entrelazando nuestros dedos.

—No soy una convertida —le dijo ella, con voz firme aunque su pulso temblaba contra el mío— Mi sangre no te gustará.

Riven inclinó la cabeza, algo confuso.

—Todavía no has probado sangre humana.. —Susurró—. En ese caso, los planes cambian. Te daré la oportunidad de beber mi sangre, es mucho más poderosa que la de los humanos. Créeme, te encantará.

—No lo permitiré —le gruñí—. No vas a arrastrarla a tu mundo. No voy a dejar que la uses.

Byron sonrió, pero sus ojos se apagaron. Fríos. Vacíos.

—No tienes elección. Tarde o temprano tendrá que beber sangre humana o morirá. Y si no se me entrega por voluntad…

Sus ojos brillaron de nuevo.

—…la obligaré.

En un segundo, el aire cambió. Era como si la noche respirara con nosotros. El poder de Byron empezó a expandirse, envolviendo el bosque en un aura que hacía crujir los árboles y congelar la sangre.
Obediencia.

—¡Morgan, no lo escuches! —grité, girándome hacia ella.

Pero ya lo veía en sus ojos. El hechizo había comenzado.

Ella temblaba. La pupila se le dilató. Dio un paso adelante.

—Morgan, mírame —le susurré, sujetándola por los hombros—. Mírame a mí. Yo estoy aquí. No permitas que se meta en tu mente y juegue contigo. Recuerda lo que has sentido. No lo dejes entrar.

Una lágrima cayó por su mejilla. Una sola.
Luego empezaron a brotar lágrimas de sangre de sus ojos.
Mi corazón se aceleró.

Y entonces, lo imposible sucedió.

Morgan parpadeó. Y se resistió.

—¡Déjame! —gritó, y el poder de Byron pareció resquebrajarse en el aire.

Yo la atraje hacia mí con fuerza. Sujetándola entre mis brazos.
Byron rugió, más como un animal que como un hombre.

—¡Eso no es posible! —escupió—. ¡Tú no deberías poder resistirte a mí!

—Pues lo he echo —dijo Morgan, apretando mis dedos.

Me giré hacia Byron, con una sonrisa afilada como mis colmillos.

—Parece que no todos siguen tus reglas, hermano.

Y en ese instante, lo supe.

Byron no había venido por una charla.

Sabía lo que quería.

Y no se iría sin conseguirlo.

El primer golpe llegó tan rápido pero ambos estamos al mismo nivel.

Somos hermanos, misma sangre, mismo poder, misma antigüedad.

Byron se movía como una sombra: elegante, letal, sin una pizca de duda. Saltó hacia mí con los colmillos al descubierto, impulsado por siglos de odio y arrogancia. El impacto me hizo retroceder varios metros, pero logré mantenerme de pie.

— ¡Ya basta Byron! —Le grité.— No pelearé contigo.

—¡Qué decepcionante! —rugió, cargando de nuevo—. ¿Dónde está el hermano que me hizo sangrar por primera vez?

me quedé en silencio.

Nos encontramos a mitad de camino, puños chocando como truenos. La tierra temblaba bajo nuestros pies, con cada golpe, cada embestida, las ramas caían desde los árboles, y el aire se llenó de chispas invisibles: magia, rabia, historia.

Mi brazo crujió cuando bloqueé su siguiente ataque, pero no grité.

No podía mostrar debilidad.
No mientras Morgan estuviese aquí.

—¡Shadow! —su voz cortó la tensión por un segundo, y eso fue todo lo que él necesitó.

Riven desapareció y reapareció a un lado mío. Un tajo cruzó mi costado antes de que pudiera reaccionar.

Caí de rodillas, con el sabor de la sangre llenándome la boca.

—Demasiado fácil —murmuró mi hermano, caminando hacia Morgan como si yo ya no importara.

No.

No.

Me obligué a levantarme.

—¡No me toques! —gritó Morgan, poniéndose en posición para atacar—. ¡No te acerques a mí!

—Shhh, mi niña —dijo Riven con ese tono venenoso que usaba cuando jugaba con sus presas—. Solo quiero beber un poco de tú sangre, y que tú bebas de la mía. Así estaremos conectados de por vida.

Ella retrocedió un paso más, pero su espalda chocó contra un árbol.

Él levantó una mano.

—Obedece.

Byron la inmovilizó colocando su mano en su cuello.

Y entonces, algo estalló.

Morgan lo empujó. No fue un empujón normal, este tenía algo más.

No sé si fue su rabia, su miedo o su poder oculto. Pero Morgan estaba temblando y sus manos y cuello empezaban a llenarse de líneas violetas, Byron salió volando como una hoja arrastrada por un huracán.




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