XI
AIDAN
Llegamos a un sendero con huellas en el suelo.
4 pies, 2 personas.
Cierro los ojos y huelo el aire, un suave y pequeño aroma a sangre me entra por la nariz.
—¿Es..? —Pregunta Mayak.
—Si, vamos, debe ser de Morgan —Respondo.
Echamos a correr.
El olor a sangre me guió
Corrí por el sendero, cada rama que se quebraba bajo mis pies era un latido más cerca de ella. La tierra aún vibraba, como si hubiera presenciado algo que no lograba procesar. El aire estaba impregnado de magia antigua…
Magia no tan desconocida para mí.
Cuando finalmente la vi, todo dentro de mí se detuvo.
Ella estaba arrodillada en el suelo, temblando en los brazos de Shadow. Su cuerpo brillaba con rastros de líneas violetas que se desvanecían lentamente, como cicatrices de poder que aún no comprendía. Y a unos metros, las marcas de una explosión mágica rompían la tierra.
—¿Qué demonios pasó aquí? —pregunté con la voz áspera corriendo hacia Morgan.
Shadow alzó la vista hacia mí. Tenía el rostro bañado en sangre, pero sus ojos seguían afilados, alerta, como un animal acorralado que aún pelea.
—Byron… la atacó. Quería crear un vínculo con ella.
—¿Quién es Byron? —Pregunta Mayak.
—Mi hermano.
Mis colmillos se clavaron sobre sí mismos de pura rabia.
—¿Está bien? —di un paso más cerca de ella, bajando la voz al notar su respiración agitada.
—Está viva —respondió él, pero su brazo la sostenía como si temiera que se desvaneciera en el aire.
Me arrodillé frente a ella, y por un segundo, Morgan me miró. Sus ojos… estaban vacíos de comprensión, pero no de fuerza. Su esencia, su poder, estaba empezando a despertar. La sentía poderosa.
—¿Morgan? —le dije, apenas rozando su mejilla—. Soy yo, Aidan. Estás a salvo ahora.
Ella cerró los ojos.
—No entiendo… algo dentro de mí explotó —susurró.
Miré a Shadow.
—¿Como sabía tú hermano de ella?
—Los hermanos tienen un vínculo, nacen de la misma sangre.
—¿Osea que?
—Puede sentir lo que yo siento y con eso averiguar dónde estoy.
—¿Donde está ese mal nacido?—dije en voz baja.
— Se fue, no vale la pena ir detrás de él.
—¿Volverá? —Pregunto Ian.
—Byron nunca se rinde, siempre vuelve.
Nos quedamos en silencio todos.
La sangre de Morgan no era de una convertida común. Lo sabía desde la primera vez que la vi sangrar y la magia del bosque se agitó. Pero esto… esto era distinto.
Shadow la cubrió con su abrigo, sin apartar la mirada de mí.
—Cuando llegue acabaré con él—agregué, con el pecho ardiendo por dentro.
Esa noche regresamos a la cueva. Ian y Mayak salieron a explorar el perímetro, mientras Kaila y Jenny preparaban una zona de reposo para Morgan. Varek no dijo nada, pero su ceño permanecía fruncido. Sabía que el líder ya estaba trazando planes de guerra.
Me quedé junto a ella, velando su sueño.
A veces sus dedos se contraían. A veces murmuraba cosas en voz baja, como si su mente estuviera atrapada entre dos mundos.
Me acerqué y le tomé la mano con cuidado.
—Morgan.. —le susurré— Estoy aquí, contigo. No dejaré que ese idiota te toque.
Ella no respondió.
Pero no necesitaba que lo hiciera.
Porque ahora lo entendía:
Morgan era distinta.
La pieza perdida del equilibrio entre los purasangre, los convertidos… y algo más. Algo que ni Byron, ni Shadow, ni siquiera yo habíamos anticipado.
Y el próximo ataque no sería solo una pelea.
Sería una guerra.