Ceniza y Sangre

INCONSCIENTE

XIV

SHADOW

Morgan cayó.

Corrí hasta ella, dejando atrás el cuerpo de mi hermano. La daga aún ardía en mi mano, pero ya no era un arma: era una cicatriz. Me arrodillé a su lado, sus cabellos oscuros cubrían su rostro, sus labios entreabiertos ya no pronunciaban mi nombre.

—Morgan… Morgan, mírame. —Le aparté el cabello, buscando su mirada, su calor. Pero estaba fría. Demasiado fría.

Aidan apareció de inmediato, seguido por Mayak y Kaila. Ian tenía una herida en el costado, pero también corrió. Lili y Jenny llegaron con él.

—¿Sigue con vida? —preguntó Aidan, agachándose a su lado.

Asentí, aunque no estaba seguro. Su pecho subía y bajaba apenas. Pero su piel tenía ese tono grisáceo que solo los purasangres mostraban antes de perderse para siempre.

—¿Por qué está perdiendo su color de piel? —preguntó Kaila en voz baja.

—Se está muriendo...—murmuró Mayak.

No podía permitirme sentir el pánico. No ahora. No mientras ella yacía en mis brazos, tan quieta.

—¡Usaré mis poderes para sanarla!—Dijo Lili. Firme. Pero se nota preocupación por su mejor amiga.

Porque yo también temía que se fuera.

La llevamos de vuelta a la cueva. El amanecer estaba cerca y aunque ella no necesitase ocultarse del Sol, los demás sí. El bosque entero parecía contener la respiración. Incluso las criaturas más salvajes no se atrevían a moverse. Como si el mundo supiera que algo sagrado estaba a punto de perderse.

La dejamos en la cámara más profunda, donde la roca y la tierra la protegieran. La cubrimos con mantas calientes, aunque sabíamos que el frío no era físico. Era otra cosa. Algo que venía desde dentro.

Me quedé solo con ella.

—Maté a mi hermano —dije, sin esperar respuesta—. Y no me arrepiento. No después de lo que hizo. No después de lo que iba a hacerte.

La miré. Le acaricie la mejilla.
Dormía como si fuera parte de la piedra. Como una reina enterrada antes de tiempo.

—Pero no puedo perderte a ti también.

Tomé su mano.

—No sé qué te está pasando. Solo sé que me encontré en tu luz… y ahora estoy perdiéndola.

Los días pasaron.

Y Morgan no despertaba.

A veces hablaba entre sueños. Nombres. Imágenes. A veces mi nombre. A veces el de Aidan. Pero también palabras en un idioma que no conocíamos. Un idioma que hacía vibrar las paredes de la cueva.

—¿Crees que sea buena idea? —Pregunto Lili.

—Es lo mejor, Orión es uno de los más antiguos, conoce cada cosa de todas las razas.

—No hay nada más fuerte que el poder de la sanación y ni eso le ha ayudado. —Responde Lili con tristeza.

—Quiza... Para un purasangre blanco se necesite algo más.

Aidan se acercó a la puerta de la cámara.

—Shadow, Lili. —Dijo.— Orion Acaba de llegar.

Lili se levantó y se inclinó. Yo me quedé de pie a su lado. Al ser de la misma raza, su poder no me afecta como a Lili.

Orion sonrió y dio unos pasos hacia mí.

—Tu eres Shadow ¿No?

—Si.

—He oído de ti.

—Espero que cosas buenas.

Orion esbozo una sonrisa corta.

—Supongo que a la que proteges tanto, es tu amada ¿No?

Aidan se tensó.

Mire a Morgan.

¿Mi amada? ¿Eso era ella para mí?

—Me tomaré tú silencio como un sí.

Orion se acercó al cuerpo de Morgan.

Poso sus dos manos en mis de su pecho y una pequeña luz empezó a aparecer. Cerró sus ojos para concentrarse.

Lili y Aidan se alejaron por el poder que emana Orion, es demasiado para ellos. Yo me quedé a su lado.

Unos minutos después Orion abrió los ojos.

—Efectivamente, está muriendo…

—¿Qué podemos hacer? —preguntó Lili, aferrada al marco de piedra.

—Su linaje no es solo puro. Es ancestral. De los primeros. Los que vinieron antes del tiempo. Nadie la creó… Ella fue creada por la propia esencia. Pero sigue siendo una novicia. Sus poderes aumentan a una velocidad feroz, pero si cuerpo no completó la transformación.

—¿Entonces se va a morir? —pregunté, rompiendo el silencio.

Orión me miró. Sus ojos no mostraban esperanza.

—No lo hará si bebe sangre. Si no lo hace pronto... Tendremos el fin de nuestro equilibrio.

—Tenemos humanos alimentadores, buscaré uno.

—No. Un humano momle hará nada, necesitq otro tipo de sangre.

Lili miro confundida a Orion.

—¿Cual necesita?

—Sangre pura.

—¿Sangre de purasangre?

—Exacto.

— Pero para morderme tiene que despertar...

—No estoy seguro de que lo haga, Shadow.

-----

Yo me quedé junto a ella esa noche también. Y la siguiente. Hablándole. Contándole historias que nunca creí compartir. Sobre mi infancia. Sobre Byron. Sobre cómo solíamos cazar luciérnagas cuando éramos niños en las tierras frías del norte. De cómo soñaba con volar… antes de descubrir lo que realmente era.

Y justo cuando ya no quedaban palabras… ella respiró profundo.

Su pecho se alzó.

Y sus ojos se abrieron.

Ya no eran violetas.

Eran blancos, sin brillo. Como si perdiesen su color.

Y yo supe que Morgan no quería irse pero la naturaleza es más fuerte que ella.

La habitación se volvió irreal.

Como si el aire se hubiese cristalizado.

Me dolía mirarla.

—Morgan… —susurré.

Ella me miró, sus ojos no expresaban ningún tipo de emoción.

Sus labios se entreabrieron. Quiso hablar. Pero no podía.

La cueva tembló. El bosque sabía que su protectora había vuelto, aunque en cualquier momento pudiera irse.

Incluso en su forma más extraña, incluso cuando ya no parecía la chica que se aferraba a mi abrigo en las noches frías.
Seguía siendo Morgan.
Aún que no tenga el mismo color de ojos.

—Soy yo —dije, sin moverme—. Estoy aquí.

Ella pestañeó. Sus ojos parpadearon y sonrió.

Sus labios temblaron.
Sus manos buscaron apoyo en la piedra.

Me acerqué, despacio, como si me acercara a un fuego divino.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.