XVI
AIDAN
Su olor seguía siendo el mismo, pero sentía que ella ya no.
Ahora era una mezcla densa de sangre, noche y algo más profundo. Poder. Algo que no había en ella antes.
Y no era solo yo. Todos lo notaban.
Las miradas alzadas, los cuerpos tensos, el aire denso que vibraba cada vez que ella se movía.
Era como si la tierra misma hubiera cambiado de eje con su presencia. Algo se había liberado.
La observé mientras hablaba con los demás.
Sus ojos brillaban, su voz era firme, más clara que nunca.
Nada temblaba en ella.
Ni una pizca de duda.
Hermosa. Más de lo que recordaba. Más de lo que me debería permitir sentir.
—Parece que ya tenemos a Morgan de nuevo. —Dijo la voz de Kaila a mis espaldas.
—Si. El Clan no es lo mismo sin ella.
Sentí a Kaila suspirar.
—Deberias de olvidarte de ella. Está con Shadow, se pasan día y noche juntos. —Dice.
No respondo, solo la miro fijamente a los ojos.
—¿Y tú cómo estás tan segura de que están juntos?
—Porque se ve.
Mire de nuevo a Morgan y luego a Shadow quién estaba recostado en una roca enorme.
Tiene los ojos cerrados.
Caminé hacia Morgan, sin pensar dos veces. Necesito preguntarle si es verdad, tiene que decirme lo.
—Morgan.
Sone más duro de lo que quise.
Ella se giro confundida.
Su mirada era una herida abierta.
Y yo, un idiota con los dedos manchados de deseo.
—Necesito hablar contigo —dije.
No preguntó, solo asintió.
La guié hacia mi rincón del pasillo rocoso, donde la cueva se estrecha y las paredes guardan secretos que ni el clan conoce.
Donde yo me escondo de todos…
Excepto de ella.
Cerré la cortina.
El silencio nos golpeó.
Morgan no se movió.
Solo me miraba.
Y esa mirada.
La misma que me enamoró.
—¿Que te traes con Shadow? —Pregunte, acercándome sin pensar.
Ella bajó la vista por un instante, como si hubiera cometido un error.
Luego suspiro y me volvió a mirar.
—¿Por qué lo preguntas?—dijo.
Apreté los labios.
—Todo arde dentro de mí, Morgan, Todo es caos. Quiero entenderte, pero no lo pones fácil.
—¿Y si no hay nada que entender? —interrumpió, sin poder callarlo— ¿Es necesario que te pregunté si puedo salir con Shadow o no?
La miré sorprendido.
Y por un segundo, lo vi.
El temblor en su garganta.
Morgan podía haber cambiado, pero su personalidad explosiva seguía siendo la misma.
—No lo digo por eso. —Mentí.
—¿Entonces? —Dijo ella molesta.
—Shadow es un purasangre, una raza que son solo un dedo puede acabar con todo nuestro Clan.
Ella soltó una risa sin ganas.
—¿Crees que después de haberme salvado sería capaz de matarnos?
—Nunca subestimes la sed de un purasangre. —Digo. —¿Acaso cuando bebiste su sangre no lo notaste? El deseo, la sed, el hambre. Tú mente no quería hacerlo, pero tú instinto te domina.
—Aidan… —susurró cansada.
—Solo quiero tú bienestar. No quiero que ese imbécil te haga daño.
—Si quisiera hacerme daño no me habría salvado, ni abría matado a su propio hermano.
—Puede que él no sea quien realmente tú crees que es.
—¿Puedes dejar de decir tonterías?
—¿Tonterías? —Digo empezando a molestarme. —¿Te parece una tontería lo que digo?
—Realmente si. Es más, no entiendo ni porqué me estás diciendo todo esto.
—Morgan, yo..
—No digas nada más. —Dijo.
Fue instinto.
Fue locura.
Fue inevitable.
Me incliné, y puse mis dedos sobre su mejilla.
Nuestros labios se encontraron.
Tibios. Llenos de preguntas.
De rabia, y los míos, llenos de deseo. De todo lo que jamás le dije.
El beso fue lento.
Mis manos bajaron a su cintura y la atraje hacia mí.
Sentía sus manos en mis hombros intentando alejarme.
Pero no podía parar.
Morgan me empujó de repente, con fuerza.
Sus ojos, ardían con furia.
—¡¿Qué haces?! —gritó.
—Lo que llevo evitando desde que te conocí —dije con la voz rota.
Ella retrocedió, tocándose los labios como si le dolieran.
—No puedes…Yo… yo amo a Shadow. A él. No a ti.
Su nombre era un cuchillo.
Pero no reaccioné.
Solo la observé.
La herida estaba hecha.
Y estaba bien.
Porque al menos ahora ella sabía lo que había dentro de mí.
Lo que siempre hubo.
Morgan se dio la vuelta y salió sin mirar atrás.
Yo me quedé solo.
Con el eco de sus pasos.
Y con el sabor de una verdad que nunca debí probar.
MORGAN
Salí casi corriendo. No puedo creer que Aidan haya hecho esto.
No pude aguantarlo. Tenía que tranquilizarme o sentía que acabaría en desastre.
Corrí.
No sabía a dónde. Solo quería alejarme de Aidan, del campamento, de ese momento que nunca debió ocurrir.
Las paredes de la cueva parecían cerrarse a mi paso. Cada sombra me juzgaba. Cada rincón parecía saber lo que había hecho.
Me detuve junto al pequeño lago subterráneo, ese donde solía sentarme a pensar, lejos de todos.
El agua estaba quieta. Más que yo.
Me miré en el reflejo.
Todo se estaba complicando. Los sentimientos de Aidan hacia mí, el beso, la imagen de Shadow apareciendo en mi mente en cuanto me separé de Aidan.
Toqué mis labios. Todavía sentía el calor.
El peso de los suyos.
Le hice daño, aunque no quería hacerlo.
—¡Estúpida! —me grité a mí misma, lanzando una piedra al agua con rabia.
En cuanto la piedra toca el agua provoca una gran salpicadera, haciendo que gran cantidad de agua llegué a mis pies.
Mi fuerza también ha cambiado, no fue solo mi velocidad, mi vista y mi oído.
¿Por qué lo dejé acercarse?
No podía saber que Aidan estaba enamorado de mi, siempre me trato con frialdad.
Aidan había sido mi ancla desde que llegué al clan. Mi calma. Mi constante.
Y tal vez por eso me permití acercarme a él.
Porque extrañaba tener algo firme. Algo que no se tambaleara.
Algo que hiciese sentirme bien.
Pero eso no era amor.