XVII
MORGAN
Me quedé en silencio un largo rato. No dije nada. Solo me acurruqué bajo la manta que Lili me había puesto encima y dejé que mi respiración se calmara, aunque dentro de mí todo estaba desordenado, y a punto de estallar.
Lili no preguntó, no me presionó. Hacía lo que mejor sabía hacer: estar. Ser ese tipo de persona que no necesita palabras para hacerte sentir que no estás sola.
La miré de reojo. Tenía los ojos fijos en el agua, como si estuviera estudiando cada reflejo que se formaba, como si supiera que mirar directamente a alguien a veces duele más que mil verdades.
—¿Te quedas conmigo un rato? —pregunté, con la voz apenas audible.
Ella asintió con suavidad.
—Todo el tiempo que necesites.
No supe cuánto tiempo estuvimos ahí. Minutos. Tal vez una hora. El silencio entre nosotras era como un vendaje: suave, necesario. No me curaba, pero detenía el sangrado emocional por ahora.
Finalmente, suspiré.
—Lili...
—Dime
—Aidan me besó.
Sus cejas se fruncieron apenas, pero no pareció sorprendida. Me miró por fin.
—¿Lo sabías? —pregunté.
—Lo intuía. No se puede mirar a alguien como él te mira y pensar que no siente nada. —Dijo en voz baja.
Me llevé las manos al rostro. Las lágrimas no cayeron, pero estaban ahí, contenidas como una tormenta en espera.
—Fue tan confuso. Me agarró por sorpresa. No supe cómo reaccionar. Sentí… rabia... culpa. Todo al mismo tiempo. Y luego... cuando lo empujé, vi el dolor del rechazo en su rostro. Y ahora no sé cómo volver a mirarlo.
—¿Le correspondes?
La pregunta me atravesó con la precisión de una flecha. Cerré los ojos y suspiré.
—No. No de esa forma. Aidan es… como un hermano para mi, es mi refugio. Pero no es amor. Al menos no el tipo de amor que el siente hacia mí.
—¿Entonces que te preocupa?
—Shadow
Decir su nombre provocó un cosquilleo incómodo en mi estómago.
—Con él es diferente. Es como si cada parte de mí se activara cuando está cerca. Como si pudiera escuchar mis pensamientos incluso cuando no hablo. El me entiende.
Lili asintió lentamente.
—Entonces eso es lo que tienes que aclarar con Aidan. Sé que duele, pero si no lo haces, va a doler más. Hos conocéis hace muchos años, estáis en el mismo clan la verdad no creo que hos podáis ignorar...
Bajé la mirada. Sentía que la tierra temblaba bajo mis pies. y claro que tiembla. Soy una purasangre Blanca, una purificadora. Mis sentimientos están ligados a la naturaleza.
—¿Y si pierdo a Aidan? —susurré—
—Puede que lo pierdas por un tiempo —dijo ella con sinceridad—. Pero si de verdad te quiere, aprenderá a sanar. Aprenderá a quererte como lo que eres realmente, una amiga.
Aunque tenga que estar lejos de ti un tiempo.
Su respuesta me dolió, pero también me aligeró. No quería mentirle. Ya había hecho suficiente daño.
Nos quedamos en silencio otra vez. El lago parecía dormido. El eco lejano del campamento apenas llegaba hasta aquí.
Hasta que la voz que menos esperaba interrumpió la calma.
—Morgan.
Me giré de golpe.
Shadow estaba allí, parado entre las sombras, como si fuera parte de la cueva misma. Su rostro, iluminado apenas por la tenue luz de las piedras brillantes del techo, tenía una expresión que no supe descifrar del todo.
Lili se levantó con delicadeza. Me tocó el hombro antes de irse, como diciendo esto te toca solo a ti.
Lo observé en silencio. Él dio un paso hacia mí, y luego otro. No parecía molesto. Tampoco tranquilo. Solo... intenso. Después se sentó a mí lado.
—¿Estás bien? —preguntó.
Asentí.
—Solo… necesitaba pensar. ¿Como supiste donde estaba?
—Sentí que no estabas bien. —dijo, acercándose más—. Y luego sentí algo. Como una punzada en el pecho. Supe que algo había pasado.
No sabía cómo responderle a eso. El vínculo entre nosotros se estaba volviendo más fuerte, lo sabía. No lo decía, pero lo sentía. En cada paso que daba, en cada pensamiento que se escapaba sin que pudiera controlarlo.
Pero también sabía que no se completaría si él no me mordia.
—Aidan me besó —solté, porque no podía seguir cargándolo.
Shadow se quedó un poco sorprendido. Su rostro permaneció neutro. Pero sus ojos, esos ojos grises como tormentas encerradas, se oscurecieron un poco.
—¿Y tú? —preguntó— ¿Qué sentiste?
—Confusión —respondí con sinceridad—. Dolor. Porque tú… tú estabas en mi cabeza incluso mientras él me besaba.
Por primera vez, vi algo quebrarse en su expresión. No dolor. No celos. Algo más. Como si hubiese estado esperando esa respuesta toda su vida.
—No soy fácil, Morgan —dijo en voz baja—. No soy bueno en esto. No sé amar. Pero lo que siento por ti… no es algo que pueda ignorar.
Mi corazón latió con fuerza.
—Ni yo.
Shadow se acercó un poco.
Sus manos me rozan los brazos, descendiendo hasta mis manos.
—Te quiero cerca. —Dijo susurrando.
****+18 SI ERES SENSIBLE PASA AL SIGUIENTE CAPÍTULO****
Una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo.
Shadow se inclinó hacia mí, despacio, como si me diera tiempo a detenerlo. No lo hice.
Su frente tocó la mía, y su aliento me rozó los labios.
—¿Y si yo te beso ahora? —murmuró, apenas audible—. ¿Qué sentirías?
Cerré los ojos.
—Lo que siempre siento contigo.
—¿Y qué es eso?
—Deseo.
Él me besó.
No fue suave, ni lento. Fue todo lo que estaba aguantando desde hacía días. Desde que nuestros cuerpos se rozaban por accidente y ambos fingíamos que no pasaba nada.
Fue todo lo que llevaba acumulando desde que desperté.
Fue deseo.
Fue una necesidad.
Sus manos se aferraron a mi cintura como si fuera lo más frágil y a la vez lo más necesario del mundo. Las mías se aferraron a su camisa, acercándolo más a mí.
Shadow me empujó con suavidad contra el suelo, quedando encima de mi, sin romper el beso. Sus labios bajaron a mi cuello, y mis dedos se enredaron en su cabello.
Llevó sus manos a mis muslos y los coloco a los costados de su cintura, acercándose del todo a mí.