XVIII
MORGAN
El amanecer apenas acariciaba el cielo cuando sentí un escalofrío que no venía del frío.
Shadow dormía a mi lado, su respiración lenta y tranquila, sus brazos aún enredados en mi cuerpo como si temiera que desapareciera si me soltaba. Por un momento, quise quedarme así. Fingir que el mundo afuera no existía. Que no había clanes, ni responsabilidades, ni marcas en mi piel que delataban lo que yo era.
Ni poderes. Solo Shadow y yo.
Suspiré.
Me levanté con cuidado, cubriendo a Shadow con la manta, y salí de la cueva de cristales. El aire olía a humedad y a algo más. Algo que me erizó la piel.
No pasó mucho tiempo antes de que lo viera.
Una silueta, alguien mayor. Al otro lado del campamento.
Vestía con una gran túnica negra.
Estaba de pie, su silueta erguida, imponente, con el cabello recogido en una trenza que caía por su espalda, con esa expresión de quien lo ha visto todo y ya no se sorprende por nada. Pero sus ojos... brillaban con urgencia.
—Vaya, vaya, vaya.... —dijo mostrando una pequeña sonrisa.
—¿Quién eres? —le pregunté, sin acercarme.
Tengo claro que no puede hacerme daño ya que con solo un dedo podría mandarlo al otro lado de bosque. Todo el clan duerme ya que pronto se hará de día, pero al estar aquí afuera, me hace ver que sea quien sea, no es convertido. Es Purasangre. Solo ellos pueden estar a la luz del sol.
—Orion—Dijo—. Así que.. la purificadora ha despertado al fin.
La palabra retumbó entre los árboles como una sentencia.
Tragué saliva. Lo sabía, Pero ¿Como?
—¿Como lo has sabido? —pregunté.
—Desde que te vi profundamente dormida en esa cama. Desde que la tierra respondió a tu rabia, Morgan.
No respondí. ¿Como sabe que estuve dormida?, ¿Por qué sabe mi nombre?
—Sé que te estás haciendo muchas preguntas. —Dijo.— Si me lo permites, te las responderé.
—¿Por qué debería confiar en ti?
—Porque yo ayude a Shadow a Salvarte la vida.
Me quedé sorprendida.
—Entonces... ¿Me permites acercarme?
Asentí.
—Pero mantén las distancias.
Orion se acercó rápidamente a mí, sentándose en un tronco cortado.
Hice lo mismo.
—¿Donde está Shadow? —preguntó.
—Dormido.
—Vaya.. asique por fin consiguió dormir.
—¿Él no dormía?
—¿Shadow? —Se ríe sin ganas. — Él nunca dormía.
Entonces recordé aquello que él me había dicho en su cabaña.
"Solo duermo cuando hay tranquilidad."
¿Nunca tuvo tranquilidad?
—Morgan —Dice Orion.— No le des tantas vueltas. Shadow ha sufrido mucho.
—Esta bien... —Dije no muy convencida.
—Bien... empezaré por contarte la historia de los purificadores. —Se aclaró la garganta.— Un purificador nace cada trescientos años.
—¿De donde vienen?
—No hay una respuesta clara para eso, los purificadores son criaturas provenientes de cada parte de la naturaleza. Están creados por ella misma.
—¿Es la naturaleza quien los elige?
—Bueno... Se puede decir que si.
—Pero yo era humana...
—Uno de los mayores poderes de los Purificadores, es hacerse pasar por personas que no son.
—¿Osea que viví durante ocho años una vida humana cuando realmente yo no lo era?
—Si, algo así.
—Pero, hay algo que no entiendo, yo nací de una humana.
—Lo lamento mucho Morgan, pero ya no tengo respuestas para eso.
—Esta bien —Suspiro.— Dime por qué viniste hasta aquí.
—Vive a avisarte.
—¿De qué?
—Moehan, han pasado doscientos noventa y tres años desde que nació el último purificador. Tu existencia rompe el equilibrio. Y no todos están contentos con eso.
—¿Vienes a matarme? —pregunté con amargura.
—No —dijo sin dudar—. No soy tu enemigo, pero otros vendrán. Karim está intentando contener a los ancianos del Concilio Púreo, pero no podrá hacerlo por mucho tiempo.
Mi estómago se revolvió.
—¿Qué quieren?
—Controlarte. Usarte. O destruirte, si no pueden tenerte. Porque eres una purificadora completa. Eso significa que eres capaz de erradicar la oscuridad... incluso dentro de nosotros. —hace una breve pausa.
—¿Quién es Karim?
—Karim es un brujo muy antiguo.
—No sabía que en el Concilio Púreo había brujos..
—Él no está metido en el consejo como tal. Yo si, Karim es solo un ayudante mío.
Me temblaron las piernas.
—¿Por qué quieren tenerme los ancianos del Consejo?
—Porque para ellos, alguien más poderoso que un purasangre normal es una amenaza y más si ha nacido antes de tiempo.—respondió sin titubear—. Para nosotros, quizás seas una salvación. Pero nadie tolera a quien puede arrebatarle el poder.
Shadow apareció detrás de mí, su presencia firme como una promesa. Me tomó de la cintura, sin apartar la vista de Orión.
—¿Que haces aquí Orion? —Dijo aún con la voz ronca.
Esa voz que me volvía loca.
Orión lo miró con calma.
—No he venido para hacer daño. No soy así. Pero debéis prepararos. El Concilio está enterado de la aparición de Morgan, se reunirá en siete lunas. Y decidirán qué hacer contigo. —Me mira.
—¿Y si no quieren esperar? —preguntó Shadow.
Orión cerró los ojos.
—Entonces, vendrán antes. Con cuchillas. Con fuego. Intentarán convencerte de que te unas a ellos Morgan, pasé lo que pasé, no caigas en sus juegos. Y una cosa, ten mucho cuidado con los gemelos Jane y Zane.
—¿Por qué?
—Jane es capaz de provocarte un dolor tan fuerte, que desearás estar muerto. Zane expulsa nubes oscuras que te inmovilizan.
Ambos juntos son muy peligrosos.
Me giré hacia Shadow. Su expresión era pura furia contenida.
—No dejaré que te hagan daño —dijo con voz baja.
—Ni yo —agregó Orión—. Pero la guerra se avecina. Haré todo lo posible para detenerlos.
Nos quedamos en silencio, los tres, mientras el sol seguía ascendiendo con lentitud, ajeno a lo que se gestaba en la sombra.