Regrese a la sala con un vaso de agua de limón.
Davet lo bebió tan rápido que tuve que darle unas palmadas en la espalda ya que empezó a toser.
—Nadie te quitará la bebida.
—Mami, tengo sueño.
Sonreí y acaricié sus mejillas
—Vamos
Mire con una expresión de disculpa a William y el asintió. No tarde mucho en dejar a Davet en su cama y casi de inmediato se quedó dormido.
—¿Como has estado?
—Bien. Los moretones ya casi desaparecen y no me duele ya el cuerpo.
Me senté en el sillón frente a él y nos quedamos un momento en un incómodo silencio.
—El trabajo, ¿cómo va?
—Todo bien, ya terminé todo lo urgente y viene a verte.
No puede evitarlo, y las esquinas de mis labios se levantaron un poco.
—Gracias.
Mire su cara y note que aún tenía señales de los golpes que recibió.
—¿Ya no duele?
Antes de darme cuenta toque su mejilla y negó.
—No, ya no duele.
Suspire.
—Nunca me cansare de agradecerte, si no hubieras intervenido yo....
Baje la cabeza y trate de tranquilizarme cuando mi cuerpo comenzó a temblar.
—Ya paso todo.
Los recuerdos desagradables de una noche de hace 3 años, invadió mi mente. Después de este ataque, he estado reviviendo esos desagradables recuerdos durante pesadillas.
Es la segunda vez que soy salvada de un ataque. ¿Cuándo seré el próximo?
Solo en pensar en la respuesta, mi cuerpo entero se hunde en el miedo.
—¿Mara?
Una voz preocupada me hizo regresar a mi actual realidad, levante la cabeza y William ya estaba hincado frente a mí.
—¿Qué pasa?
Lo mire unos segundos aturdida y sonreí mientras negaba.
—Solo.... solo son los efectos después de tremendo ataque. Es normal, pasara dentro de unos meses.
Bebi de mi vaso y asentí.
—Ves, ya todo bien.
William tenía una expresión dura.
—Te conozco, sé que no estás bien. Puedo asegurarlo. Algo más pasa, ¿qué es?
Me sorprendí un momento, pero reí.
—Estas exagerando. De verdad es todo.
Nunca, nunca dejare que tú lo sepas.
—Y aunque así fuera, no le incumbe.
Decidí volver a trazar la línea con esas frías palabras. William se quedó paralizado un momento, pero sonrió con gracia y me miro con frialdad.
—Es cierto.
Mire hacia otro lado ya que no podía soportar el cómo me miraba. Pero casi de inmediato se puso de pie.
—Mi visita del día de hoy es para ofrecerle el servicio de seguridad.
Fruncí el ceño.
—Nadie asegure que esto no volverá a suceder, también toma en cuenta que eres madre. Uno de mis hombres será tu guardián y antes de que quieras negarte, no te preocupes. Estoy dispuesto a negociar una justa suma de dinero a cambio de sus servicios.
Quería negarme, pero para mi situación es una oferta muy ventajosa. Estaré segura en mi trabajo y no volveré a sufrir otro ataque.
—Bien.
Conteste luego de unos minutos.
—Entonces solo necesito tu número de celular para poder enviarte la información y para que me avises cuando volverás al trabajo.
—Comienzo de nuevo en dos días y mi número sigue siendo el mismo…Oh, perdona, ahora mismo lo...
—No hay problema.
Corto mis palabras cuando tome una pluma y una nota de la pequeña mesa del centro.
—Aun lo tengo registrado.
No me atreví a mirarlo así que solo asentí.
—Entonces me voy.
Lo acompañé a la salida donde casi de inmediato cerré la puerta apenas salió.
Suspire pesadamente.
Llevé una mano a mi corazón el cual late como loco y me reí.
No puedo creer que siga afectándome tanto.
Talle mi cara con la mano y camine hacia la cocina donde tome un poco de agua.
Tengo que seguir
Los días pasaron y mi regreso al trabajo llego. Como me lo informó William de antemano, cuando llegue ya estaba un hombre de traje y lentes negro esperando fuera del consultorio.
—Buenos días.
—Hola buenos días, supongo que eres el hombre de William Rosen.
—Así es.
—Entonces trabajaremos juntos a partir de hoy__ tendí mi mano y el hombre la miro unos segundos antes de aceptar mi saludo —Tendrás una hora de comida y puedes hacerlo en el cuarto que está a un lado de mi oficina.
—No se preocupe por eso.
Aprete los labios y asentí.
—Bien, ahora abro y te muestro el lugar.
El hombre corpulento que ahora sé que se llama Joel se mantuvo callado y con una expresión de miedo. Cuando termine de mostrarle el pequeño lugar, se colocó en la entrada y cualquiera que pasara por la calle se asustaba al darse cuenta de su presencia.
William....
Suspire y entre a mi oficina donde me relaje en mi asiento.
Por surte el día termino tranquilamente, los pacientes también se asustaron un momento al ver a Joel, pero cuando les expliqué que fui asaltada hace unas noches entendieron e incluso me dijeron que fue una buena decisión.
—El día de trabajo ha terminado Joel, gracias por cuidar de mi consultorio y mi vida.
Dije con una sonrisa.
—Es mi trabajo señorita.
—Bien, es hora de irnos.
—Iré por el auto.
De inmediato lo mire con una expresión de interrogante.
—¿Como que el auto?
—Mi trabajo también consiste en llevarla a casa.
—Oh no, yo puedo tomar un auto en la esquina y....
—Por favor señorita, mi trabajo no terminará hasta que la deje a salvo en su casa.
—Pero...
—Estaré en problemas si no hago correctamente mi trabajo.
William tu... Ja, claro que me negaría, por eso no me lo dijo.
Suspire.
—Está bien, gracias.
Joel salió y mientras yo cerraba el consultorio, fue a buscar el auto.
—¡Mami!
Como de costumbre Davet corrió a mis piernas y me abrazo. Acaricié su cabeza y saqué de mi bolsa una paleta de fresa.