Me gustaría decir que las cosas volvieron a la normalidad, pero no es el caso.
Ya han pasado 5 días desde esa cena. La cosa es que Zoe intentara conquistarme.
Por surte sus prácticas en el hospital lo mantienen ocupado, y de vez en cuando me manda mensajes y rara vez me llama.
Mentiría al decir que no le tomo mucha importancia, pero en realidad estoy muy nerviosa y asustada por lo que pueda pasar.
Davet tiene a su padre y madre, y sinceramente no me siento con ganas de estar en una relación.
Además, Zoe... él es como un hermano. No puedo verlo de esa manera.
Suspire.
—¿Mama?
Mire a Davet, quien esta con su uniforme de la escuela. El comenzó a ir desde hace dos días y está más entusiasmado que nunca.
No se va a la cama hasta que termina de contarme todo lo que hizo en la escuela. Incluso me pidió que hiciera galletas para regalar a sus nuevos amigos.
Y aquí estoy, sacando las galletas del horno para adornarlas y colocarlas en bolsas.
—Yo ayudare.
Davet se subió a la silla y comenzó a poner azúcar glass en las galletas y yo a otras les ponía líneas de chocolate.
Unos pocos minutos después, las galletas ya estaban empacadas y listas. Ayudé a Davet a lavarse las manos y sacudí un poco su uniforme.
Segundos después, el timbre sonó.
—¡Es papá!
Jim es quien lo lleva y trae de la escuela. Es una suerte que él tenga auto y eso le facilita muchas cosas.
Davet corrió a abrir la puerta y yo coloque en una pequeña canasta las bolsas con las galletas.
—¡Papá hice galletas con mamá! ¡Se los daré a mis nuevos amigos!
Jim vio las galletas y felicito a Davet.
—Aquí hay unas cuantas.
Jim comió una galleta e hizo expresiones exageradas.
—Deliciosas, seguro les encantaran.
Davet sonrió orgulloso.
—Ve por tu mochila Davet.
De inmediato corrió al sillón y verifico que llevara lo necesario en su mochila. Después la colgó en su espalda y volvió con los brazos extendidos.
—Aquí tienes.
Le entregue la canasta y salto de felicidad.
Sonreí al ver a mi hijo tan feliz y le di un beso en la mejilla antes de que se fuera con su padre.
Mire la hora, aún faltaban 3 horas para las 10 a.m. así que fui a mi habitación y tome una pequeña siesta.
***
—Buenos días... Joel
Un bostezo interrumpió mi saludo hacia Joel quien como siempre no reaccionó diferente.
—Toma, un poco de chocolate.
Le di un termo que tiene dentro chocolate caliente y también unas galletas.
—Gracias.
Entramos y antes de ir a mi oficina, le entregué una llave.
—¿Esto es...?
—Siempre llegas mucho antes que yo, y este fresco en las mañanas. No quiero que te congeles afuera, así que te doy una copia de la llave que abre el consultorio.
—¿Pero...?
—No acepto un no como respuesta.
Me di la vuelta y entre más bostezos entre a mi oficina. Me senté y cuando vi los recibos de lo que tengo que pagar suspire.
Prendí el ordenador e hice las cuentas que había dejado para hoy. Por surte tengo lo necesario y me sobra un poco para mí.
Aun así, no tengo nada que desee en este momento por lo que la mitad lo depositare para la cuenta que abrí para Davet.
Mi pequeño es todo el mundo para mí, si algo llega a pasarme no lo dejare desprotegido. No hace más de 4 meses que abrí esta cuenta, tal vez no sea mucho en este momento, pero la cantidad crecerá con el tiempo.
—Señorita.
Joel abrió la puerta sin antes llamarme, dirigí la mirada hacia la entrada y me sorprendió lo que veía.
—¿Qué es?
—Son para usted.
Un hombre entro con un enorme arreglo de flores. Eran hermosas y tenían dulces en algunos huecos.
—¿Mara Beck?
—Si, soy yo.
—Es un envió para usted ¿dónde las pongo?
—Eh, sí. En la mesita por favor.
El hombre con sumo cuidado las coloca donde apunte y me pidió firmar la hoja de entregado.
Joel salió detrás de él y cerró la puerta de la oficina. Miré el hermoso arreglo floral y cuando encontré una tarjeta, de inmediato la leí.
-Siento no poder contactarme seguido, pero voy enserio. Se lo mucho que amas las rosas y los dulces, espero lo disfrutes.
Zoe Collins.
Sentí un ardiente calor en todo mi cuerpo, pero sobre todo en mi cara. La encantadora cara de Zoe fue remplazada por su expresión mientras besaba el dorso de mi mano y eso en verdad me pone nerviosa.
Desde esa noche ya no veo con los mismos ojos al encantador niño. Creo que es correcto decir que ya me quedo más que claro que Zoe ya ha crecido.
Oh, dios. Cálmate corazón.
Deje la tarjeta en su lugar y regrese a mi asiento, se me ocurrió que si mantenía mi cabeza ocupada podría dejar de pensar en Zoe.
—A trabajar.
Una hora después llego mi primer paciente del día. Una hermosa niña que fue víctima de acoso en su escuela por ser un poco más bonita que las otras niñas. Sinceramente la niña esta preciosa, pero solo tiene 8 años, a esa edad a mí me molestaban por ser la que caí mal a media clase, pero a ella la acosan por tener la atención de todos los niños.
Como han cambiado los tiempos.
—¿Eso es tuyo?
Pregunto señalando el arreglo de flores.
—Si. Es bonito ¿verdad?
—Si, brilla mucho.
Sonreí cuando alzo los brazos y se quedó viendo directamente un dulce.
—¿Quieres ese dulce?
—¡Si!
—Oh no, Aphril controlare un poco. Te compraré el dulce saliendo de aquí.
—No pasa nada.
Me levante interrumpiendo las palabras de su madre y quite el dulce del arreglo de flores.
—Aquí tienes.
Le entregué la paleta a la niña quien lo recibió con gran alegría.
—Perdón doctora...
—Está bien, aún hay muchos.
Volví a sentarme y miré a la niña feliz con la paleta.