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La ciudad seguía respirando ajena, pero Abril sentía que cada paso que daba la acercaba más al borde del abismo. Las traiciones internas complicaban la guerra externa, y el peso de las decisiones se hacía insoportable. Mientras tanto, en un despacho iluminado tenuemente, Éloi Sterling repasaba los movimientos de sus enemigos con una fría sonrisa. Su obsesión con Abril era tan intensa como su determinación de destruir a quienes se interpusieran en su camino.
—Nada ni nadie nos detendrá —murmuró—. Ni la lealtad rota, ni las sombras del pasado.
Abril sabía que la batalla se libraría en más frentes que uno solo, y que la línea entre la luz y la oscuridad se difuminaba más con cada día que pasaba.
Caminaba por las calles con el peso de la incertidumbre apretando su pecho. Sabía que cada paso podía ser observado, que cada contacto podía ser una trampa. Pero también sabía que huir ya no era una opción. Mikael la acompañaba, siempre vigilante, sus ojos escaneando cada rincón. La guerra los había hecho más fuertes, pero también más cautelosos.
—No podemos bajar la guardia —le advirtió—. Solène no descansará hasta destruirnos.
Abril asintió, sintiendo el frío acero de la realidad.
—Y tampoco Éloi.
El pasado y el presente chocaban en un torbellino de emociones, peligro y decisiones que marcarían para siempre sus destinos.
Desde lo alto de su oficina, Éloi observaba la ciudad, envuelto en su abrigo negro, con la mirada penetrante que podía congelar el alma de cualquiera. Su mente era un laberinto de planes y obsesiones, pero todo giraba en torno a Abril.
“Ella no sabe cuánto la necesito... cuánto la quiero. Y aunque me haya abandonado, aunque haya tratado de huir de mí, nunca escapará de este destino que la ata a mí,” murmuraba en voz baja, casi como un susurro para sí mismo.
Cada movimiento que hacía, cada amenaza que eliminaba, era para proteger ese vínculo oscuro que sólo ellos entendían.
“Que tiemble quien intente separarnos. Que sienta el peso de mi poder y de mi furia. No habrá paz ni descanso hasta que ella esté conmigo, a mi lado, donde pertenece.”
Éloi apretó los puños sobre el escritorio, la intensidad de su mirada atravesando la noche. No le importaban las consecuencias, solo el resultado. La idea de perderla era un pensamiento intolerable, una herida abierta que le consumía el alma.
Abril sentía cómo el peso de la vigilancia constante comenzaba a desgastarla. Cada mirada sospechosa, cada susurro a sus espaldas, la recordaba que no podía confiar ni en su sombra. Mientras tanto, Éloi no perdía ni un segundo. Su obsesión era un fuego que lo consumía desde dentro, pero también lo hacía imparable. Desde su despacho, controlaba cada movimiento, planeando con precisión quirúrgica sus próximos pasos.
“Todo lo que hago es por ella,” murmuraba con voz grave. “No importa lo que tenga que destruir o sacrificar, ella será mía.”
Abril se encontraba en una encrucijada, atrapada entre el deseo de libertad y la realidad de un destino tejido por manos invisibles. La guerra estaba lejos de terminar, y ambos sabían que el próximo movimiento podría cambiarlo todo.
El día se desvanecía, y la noche cayó sobre la ciudad como un manto oscuro, envolviendo cada calle, cada esquina. Abril caminaba sola, sabiendo que estaba en el centro de una tormenta que podía destruirla o convertirla en leyenda. En su mente, las palabras de Éloi resonaban con fuerza, una mezcla de amenaza y promesa imposible de ignorar.
Mikael la esperaba en un punto seguro, sus ojos reflejaban la preocupación y la determinación.
—No podemos permitir que Éloi la consuma —dijo en voz baja—. Tenemos que encontrar una manera de detenerlo.
Abril lo miró, sintiendo una mezcla de miedo y resolución.
—No es solo Éloi contra mí. Es todo este juego que nos envuelve. Pero si voy a caer, será luchando.
La guerra continuaba, y el fuego cruzado de pasiones, poder y traiciones seguía encendiendo cada momento. Cada decisión podía ser la diferencia entre la vida y la muerte, entre la redención o la destrucción.
Los días se sucedían rápidos y peligrosos, y mientras la ciudad dormía, los dos polos de ese conflicto se preparaban para el choque inevitable. La tensión crecía, y con ella, la certeza de que nada volvería a ser igual.
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✨ Nos leemos en el próximo capítulo...
— D.A.C. 💫