Cenizas de Cristal

Capitulo 5

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La madrugada de la ciudad parecía respirar con un ritmo propio, pausado pero amenazante. En un bar apartado, lejos del brillo y el lujo, Mikael repasaba en silencio cada movimiento que Éloi había ordenado. Su lealtad con Abril era firme, pero sabía que estaba atrapado en una red donde cada paso podía ser una trampa. Sus dedos golpeaban el vaso con fuerza contenida, mientras sus ojos escudriñaban la penumbra buscando cualquier señal de traición. Sabía que Éloi no toleraría una falla, y que Abril estaba caminando en una cuerda floja.

—No podemos permitirnos errores —murmuró para sí—. Pero tampoco podemos dejar que Éloi controle todo.

El mundo que los rodeaba era un tablero de ajedrez donde cada pieza tenía su precio y cada movimiento podía desencadenar un desastre. Y Abril era la reina que todos querían proteger o capturar.

En la otra punta de la ciudad, Solène Valcourt observaba con fría ambición cómo las piezas se movían a su favor. Su alianza con uno de los capos rivales comenzaba a dar frutos, y ella sabía que Éloi Sterling era el mayor obstáculo para sus planes.

—La guerra será larga —dijo a su guardaespaldas—, pero Éloi subestimó el poder de una mujer que no teme ensuciarse las manos.

Mientras tanto, en el refugio temporal de Abril, ella repasaba mensajes y llamadas, buscando aliados y señales. Sabía que la próxima jugada podría ser la definitiva.

—No podemos esperar más —dijo a Mikael cuando él llegó con noticias frescas—. Éloi ha movilizado tropas hacia nuestras zonas.

Mikael asintió, sus ojos duros y concentrados.

—Tenemos que actuar antes de que sea demasiado tarde.

El equilibrio entre amor, poder y venganza comenzaba a desmoronarse, y Abril estaba en el centro de esa tormenta.

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Las primeras luces del alba apenas rozaban el horizonte cuando Mikael y Abril se reunieron en un pequeño departamento que usaban como cuartel general improvisado. Paredes desnudas, un mapa extendido sobre la mesa y una cafetera que todavía goteaba a ritmo lento. Todo era sobrio, sin lujos, pero cargado de estrategia y urgencia.

—Las tropas de Éloi no solo avanzan, también están infiltrando nuestras redes de comunicación —explicó Mikael, señalando puntos rojos en el mapa—. Si no cortamos ese flujo, será imposible coordinar la defensa.

Abril frunció el ceño, su mirada fija en el tablero invisible de la guerra que se libraba en las sombras.

—Tenemos que anticiparnos —dijo—. No podemos esperar a que Éloi tome la delantera.

Mikael asintió, su expresión sombría.

—He estado en contacto con un viejo aliado que puede ayudarnos a bloquear esas comunicaciones, pero el precio es alto.

Abril suspiró, consciente de que en ese mundo las alianzas nunca eran gratis.

—Lo que sea necesario —sentenció.

Mientras preparaban el plan, un mensaje cifrado llegó al teléfono de Abril. Una advertencia clara y críptica: “No confíes en nadie, la traición está más cerca de lo que crees”.

Abril sintió un escalofrío recorrer su espalda. La guerra no solo se libraba en las calles, sino dentro de su círculo más cercano.

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En la fría mansión de Éloi, la atmósfera era igualmente tensa. Rodeado por su círculo de confianza, analizaba cada movimiento enemigo y revisaba informes de sus contactos.

—Solène está ganando terreno —comentó Viktor—. Si seguimos perdiendo apoyo, perderemos el control en Europa.

Éloi apretó los labios, sintiendo cómo la obsesión por Abril se mezclaba con la necesidad de mantener su imperio intacto.

—Ella es la clave —susurró—. Y no pienso dejar que nadie me la arrebate.

La batalla apenas comenzaba, y cada jugador sabía que la próxima jugada podría significar el fin o la dominación absoluta.

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La tarde cayó con un aire cargado de presagios. Abril se refugió en la intimidad de su galería, buscando en el arte un respiro del caos que la rodeaba. Las paredes llenas de cuadros y esculturas parecían contar historias de batallas silenciosas, heridas ocultas y pasiones profundas. Pero ni siquiera ese oasis era inmune a la tormenta.

Mikael entró sin anunciarse, su rostro endurecido por las horas sin dormir.

—Tenemos un problema —dijo sin rodeos—. Uno de nuestros hombres fue secuestrado. Y no dejaron dudas sobre quién está detrás.

Abril cerró los ojos un instante, sintiendo que cada pieza en su mundo se tambaleaba.

—¿Cómo pasó? —preguntó con voz firme.

—Traición. Alguien filtró información. Y eso nos duele más que cualquier golpe directo.

La traición era el peor enemigo. Más que las balas, más que las amenazas.

En otro punto, Éloi observaba la ciudad desde lo alto de su torre, sus pensamientos enredados entre la obsesión por Abril y la necesidad de controlar cada movimiento.

—No puedo permitirme perderla —murmuró para sí mismo—. No solo es ella, es todo lo que representa. Poder, sangre, futuro.

Sus hombres se movían con precisión quirúrgica, enviando mensajes claros a cualquiera que osara desafiarlo. Pero en el silencio de la noche, Éloi sabía que la guerra no se ganaría solo con fuerza bruta. La mente era el arma más poderosa, y Abril la pieza clave en ese tablero.

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La noche volvió a caer, pero la oscuridad en el corazón de Abril era más profunda que el cielo sin estrellas. Se encontraba en su apartamento, rodeada de papeles, mensajes y la constante sensación de ser observada. La guerra invisible avanzaba con cada suspiro.

Mikael, como siempre, estaba a su lado, su presencia un ancla en medio del caos.

—No podés hacerlo sola —dijo mientras repasaban la lista de posibles traidores—. Esta red está más infectada de lo que creíamos.

Abril asintió, agotada pero determinada.

—Lo sé. Pero tengo que encontrar la manera de proteger a los que quiero sin perder lo que soy.

De repente, su teléfono vibró con un mensaje inesperado. Solo una palabra: “Reunión”.




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