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Abril sentía el peso del mundo sobre sus hombros, pero también un fuego interno que no podía apagar. Cada encuentro con Éloi era como caminar sobre una cuerda floja: peligroso, intenso, y con el riesgo de caer en un abismo sin retorno. Sin embargo, no podía negar que, pese a todo, algo dentro de ella seguía latiendo por ese hombre oscuro y complejo.
Éloi, por su parte, veía en Abril no solo a la mujer que lo había abandonado, sino también a la única capaz de salvarlo de sí mismo. Su amor era un tormento y una bendición, una fuerza que lo impulsaba a luchar y a destruir. No podía vivir sin ella, aunque eso significara enfrentarse a sus propios demonios cada día.
Mientras la ciudad dormía, sus pensamientos se enredaban en recuerdos y promesas incumplidas, en celos y en la urgencia de recuperarla antes de que fuera demasiado tarde. La distancia entre ellos parecía más una prisión que un respiro, y cada paso que daban era una lucha entre el deseo y la realidad que los separaba.
La atmósfera entre ellos estaba cargada de una electricidad silenciosa. Cada palabra, cada mirada, era un duelo de voluntades y deseos ocultos. Éloi se acercaba sin prisa, consciente del poder que ejercía sobre Abril, pero también de la fragilidad que ella intentaba ocultar.
—¿Crees que puedes alejarte de mí? —susurró con voz baja, casi un reto.
Abril no respondió de inmediato. En lugar de eso, sostuvo su mirada, desafiándolo sin perder un ápice de la fuerza que lo había marcado desde el principio.
—No se trata de alejarme —dijo finalmente—. Se trata de sobrevivir.
Éloi sonrió, un gesto oscuro y lleno de promesas. Sabía que esa lucha entre ellos era parte del juego, una danza peligrosa donde ambos estaban atrapados.
—Sobrevivir no siempre significa ganar —replicó—. A veces, significa perder lo que más quieres.
El silencio se hizo pesado, cargado de significados. Ambos sabían que esa línea entre amor y guerra era frágil y que sus destinos estaban entrelazados, para bien o para mal. La tensión crecía, y aunque ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder, había una verdad innegable: sin importar lo que pasara, nunca podrían separarse del todo.
La tensión entre Abril y Éloi no solo se sentía en la distancia física, sino en cada decisión que tomaban, en cada movimiento en este peligroso tablero de poder y emociones. Mientras Abril buscaba fortalecer sus alianzas y proteger a quienes aún confiaban en ella, Éloi luchaba contra sus propios demonios, intentando controlar la tormenta que él mismo había desatado.
Ambos sabían que la línea entre el amor y el odio era más delgada que nunca, y que cualquier paso en falso podría llevarlos a la destrucción total. Sin embargo, a pesar de la guerra que los rodeaba, había momentos en los que la realidad parecía detenerse: miradas furtivas, palabras cargadas de significados ocultos, promesas no dichas.
Abril intentaba mantenerse fuerte, pero la verdad era que Éloi la había marcado de formas que ni siquiera ella comprendía del todo. Y Éloi, en su obsesión, veía en Abril la única luz capaz de salvarlo y, al mismo tiempo, la única sombra capaz de hundirlo.
El futuro era incierto, pero ambos sabían que, a pesar de todo, no podrían alejarse del fuego que los consumía. Porque en este mundo oscuro y violento, el amor se había vuelto el arma más peligrosa.
La noche avanzaba lentamente, y en el silencio de la ciudad, Abril y Éloi se encontraban en un punto sin retorno. Cada palabra no dicha, cada roce contenido, era una batalla más en la guerra que libraban no solo contra sus enemigos, sino contra ellos mismos.
Abril sintió cómo sus defensas caían, aunque sabía que rendirse no era una opción. Éloi, con su mirada oscura y decidida, representaba tanto la salvación como la condena.
—No importa cuánto luchemos —dijo Éloi con voz baja—, al final siempre terminamos aquí, atrapados en esta tormenta.
Abril asintió, el peso de la verdad aplastándola.
—Entonces, ¿qué hacemos ahora?
Éloi la tomó de la mano con una fuerza suave pero firme.
—Seguimos luchando. Por nosotros. Por todo lo que podría ser.
El destino era incierto, pero esa noche sellaron un pacto silencioso, uno que los unía más allá del poder, más allá del miedo. Porque en la oscuridad, incluso la más peligrosa de las guerras pued
e transformarse en amor.
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