Cenizas de Cristal

Capitulo 16

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El amanecer no trajo paz, solo una calma tensa que pesaba en el aire como un presagio. Éloi y Abril sabían que el reloj corría en su contra. La amenaza de Belov no era un rumor ni una sombra lejana; era una realidad concreta que se acercaba con paso firme y sediento de sangre.

Desde el refugio seguro, Éloi revisaba los informes de sus hombres, mapas marcados con zonas de control, movimientos sospechosos y contactos infiltrados. Cada dato era una pieza en un tablero de ajedrez mortal, y él debía anticipar cada jugada.

Abril, por su parte, sentía el peso de la decisión que había tomado al volver a su lado. No era solo una mujer enamorada; era una guerrera que debía aprender a sobrevivir en un mundo donde cada paso podía ser el último.

—Tenemos que ser inteligentes —dijo Éloi, sin levantar la vista de los documentos—. Belov no solo quiere quitarme el poder. Quiere humillarme, destruir todo lo que soy.

Abril se acercó, apoyando una mano en su hombro. —No lo vas a permitir.

Éloi la miró, sus ojos cargados de una mezcla de cariño y guerra.

—No solo no lo voy a permitir, sino que voy a devolverle cada golpe con el doble de fuerza.

Los días siguientes fueron una danza peligrosa entre planes y secretos, reuniones en lugares oscuros y mensajes cifrados. Abril recibió entrenamiento intenso, tanto físico como mental, para prepararse para la batalla que se avecinaba.

Pero no todo era estrategia y violencia. En la intimidad, Éloi y Abril redescubrían el fuego que los unía, esa llama que se negaba a extinguirse pese al dolor y las heridas del pasado.

Sin embargo, la sombra de Darcy seguía rondando, con sus juegos sutiles y sus miradas que amenazaban con desestabilizar la frágil tregua que habían construido.

Una noche, mientras Éloi organizaba una reunión con sus principales aliados, Abril recibió un mensaje inesperado: una foto de Darcy junto a un hombre desconocido, con un mensaje claro y provocador.

La guerra estaba lejos de ser solo entre hombres. Era un juego de poder, manipulación y celos en el que cada movimiento contaba.

Abril apretó el teléfono con fuerza, sintiendo que debía estar preparada para enfrentar no solo a los enemigos externos, sino también a los que se escondían en las sombras cercanas.

La batalla por Éloi y su mundo apenas comenzaba, y ella estaba lista para darlo todo.

La sala donde se reunían era un espacio austero, iluminado solo por una lámpara colgante que proyectaba sombras largas sobre la mesa de madera. Alrededor, los hombres de confianza de Éloi consultaban mapas, intercambiaban información y trazaban planes con precisión militar.

Éloi estaba al mando, la voz firme y el semblante imperturbable, pero Abril sabía que cada palabra suya llevaba el peso de una amenaza latente.

—Belov no se detendrá ante nada —explicaba Éloi—. Sus movimientos indican que está movilizando refuerzos desde el este. Necesitamos cortar sus vías de suministro antes de que llegue el refuerzo.

Uno de los hombres alzó la mano.

—¿Y si usamos la ruta secundaria? —sugirió—. Podríamos tenderle una trampa en el almacén de la vieja estación.

Éloi asintió, evaluando la propuesta.

—Es arriesgado, pero puede funcionar. Necesito que tres equipos estén listos para actuar en cuanto reciban mi señal.

Abril tomó nota mental de cada detalle, entendiendo la importancia de cada paso. Sabía que la guerra era un tablero en el que cualquier error podía ser fatal.

Mientras la reunión avanzaba, la puerta se abrió silenciosamente y Darcy entró, con una sonrisa fría que heló la sangre de Abril. Éloi la miró con sorpresa, pero no dijo nada. Parecía que había decidido tolerar su presencia, al menos por ahora.

Darcy se acercó lentamente, su mirada fija en Abril.

—Qué momento tan íntimo —susurró con veneno—. ¿No creés que estás jugando con fuego al querer meterte en este mundo?

Abril no se dejó intimidar.

—No vine a buscar permiso, Darcy. Vine a pelear.

Darcy rió, una risa cortante que resonó en la sala.

—Ojalá estés preparada para perderlo todo.

Éloi finalmente intervino.

—Basta, Darcy. Si estás aquí, es porque tienes un propósito. No más juegos.

Darcy clavó sus ojos en Éloi y luego en Abril.

—Solo quiero asegurarme de que entiendan qué se juega. Y que yo estoy en el centro del tablero.

La tensión creció, palpable, como una cuerda a punto de romperse.

Abril respiró hondo, lista para lo que viniera. Sabía que esta batalla no era solo de balas y poder, sino también de voluntades y destinos.

Cuando Darcy salió de la sala, dejó atrás una estela de amenazas no dichas y promesas oscuras.

Éloi volvió a mirarla.

—No voy a permitir que te lastime. No otra vez.

Abril sostuvo su mirada, segura.

—Entonces vamos a ganar esta guerra juntos.

Después de la reunión, Éloi y Abril se retiraron a un lugar más privado dentro del refugio. La adrenalina aún corría por sus venas, pero ambos sabían que la verdadera lucha estaba en lo que vendría.

—Tenemos que actuar rápido —dijo Éloi, desplegando un mapa digital sobre la mesa—. El almacén en la vieja estación es nuestra mejor opción para la emboscada. Belov no espera que ataquemos allí.

Abril asintió, concentrada.

—¿Qué necesito saber? —preguntó.

Éloi la miró con seriedad.

—Cada movimiento debe ser milimétrico. Tendremos tres equipos: uno en la entrada principal, otro en la retaguardia y un tercero cubriendo las rutas de escape. Vos vas a liderar el equipo que bloquea la entrada principal.

El peso de la responsabilidad cayó sobre Abril, pero en vez de amedrentarla, la fortaleció.

—Entendido. No voy a fallar.

Éloi asintió, confiado.

—Sé que no lo harás.

Pero mientras los planes se concretaban, Darcy no estaba dispuesta a quedarse de brazos cruzados. Esa misma noche, Abril recibió un mensaje privado en su teléfono: una foto de Éloi junto a Darcy en una situación comprometedora, con una frase sarcástica que decía: “¿Seguro que él no tiene dudas?”.




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