Cenizas de Cristal

Capitulo 19

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La ciudad parecía dormida, pero para Abril y Éloi, la noche apenas comenzaba. El aire frío calaba hasta los huesos, mientras caminaban entre calles desiertas, envueltos en un silencio que solo la ciudad en calma podía ofrecer. Sin embargo, esa tranquilidad era una mentira; en el fondo, ambos sabían que el peligro acechaba en cada esquina.

Abril apretó el paso, sus pensamientos enredados entre el peso del pasado y la incertidumbre del futuro. La alianza con Éloi no era fácil, pero era la única arma que les quedaba para enfrentar a Belov y a Darcy, cuya traición se sentía como una daga clavada en el pecho.

—No podemos permitir que esta guerra destruya todo —dijo ella, rompiendo el silencio—. No solo nuestras vidas, sino lo que hemos construido, lo que soñamos.

Éloi la miró con una mezcla de admiración y preocupación. Sabía que Abril cargaba con cicatrices invisibles, pero también con una voluntad de hierro que lo desafiaba y lo atraía al mismo tiempo.

—Cada paso que damos es un riesgo —respondió él—. Pero también es una oportunidad. Para cambiarlo todo.

Se detuvieron frente a un edificio antiguo, cuyos muros parecían contar historias de secretos y conspiraciones. Allí, Éloi tenía previsto reunirse con un contacto clave, alguien capaz de ofrecerles una ventaja decisiva en esta batalla sin cuartel.

Abril ajustó la chaqueta, preparándose para lo que sabían sería una noche larga y peligrosa. A su lado, Éloi encendió un cigarro, el humo dibujando figuras efímeras en el aire helado.

—¿Listos para el siguiente movimiento? —preguntó, con una sonrisa que ocultaba más de lo que mostraba.

Abril asintió, sin perder de vista la sombra que se acercaba desde la esquina, silenciosa y firme.

—Siempre.

De las sombras emergió una figura cuya sola presencia era un recordatorio de los tiempos difíciles que habían atravesado juntos. Aleksandr, un viejo aliado de Éloi, cuyo historial manchado por decisiones cuestionables y lealtades ambivalentes hacía que su presencia fuera a la vez una ventaja y una amenaza.

—Llegan tarde —dijo Aleksandr con voz áspera—. Pero justo a tiempo para cambiar el juego.

Éloi no perdió tiempo en rodeos.

—Necesitamos toda la información que tengas sobre los movimientos de Belov y sus aliados. Cada detalle puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

Aleksandr asintió, sacando de su chaqueta un paquete con documentos, fotos y mapas.

—Aquí está lo que sé. Pero esto no es todo. Hay algo más. Algo que Belov no quiere que sepamos.

Abril tomó un documento, repasando con atención los nombres y lugares marcados. Las piezas del rompecabezas empezaban a encajar, revelando un plan oscuro y calculado que iba más allá de una simple lucha por el control territorial.

—Esto cambia todo —murmuró—. Si Belov está moviendo fuerzas hacia la frontera, busca algo más que poder. Busca la aniquilación total.

Éloi frunció el ceño, la gravedad de la situación hundiéndose en su pecho.

—Entonces tenemos que actuar rápido. Antes de que sea demasiado tarde.

La noche se volvió más fría, pero en sus corazones ardía un fuego que los impulsaba a seguir adelante, a pelear hasta el último aliento.

De regreso en el refugio, la tensión no disminuyó. Sus hombres esperaban noticias, cargados de una mezcla de cansancio y lealtad inquebrantable. Las miradas se cruzaban, y en cada rostro se podía leer la gravedad de la guerra que se avecinaba.

—Belov no solo tiene fuerza —explicó Éloi mientras desplegaba los mapas—. Ha forjado alianzas desconocidas. Son una fuerza brutal y despiadada.

Abril agregó, su voz firme y clara.

—Esto no es una simple disputa por territorio. Es una lucha por la supervivencia. Cada error puede ser fatal.

Viktor, el coloso de mirada fría y mano firme, se preguntó en voz baja.

—¿Y qué hay de Darcy?

Éloi suspiró, cansado de la incertidumbre que aquella mujer representaba.

—Por ahora, está bajo vigilancia estricta. Pero no podemos bajar la guardia. No sabemos hasta dónde llegará.

Abril asintió, la intuición avisándole que la amenaza era más profunda y peligrosa.

—Tenemos que prepararnos para lo peor —sentenció—. Pero no caeremos sin luchar.

Mientras la lluvia tamborileaba sobre el techo metálico, las horas parecían alargarse sin fin. Abril y Éloi repasaban cada escenario posible, planificando cada movimiento con precisión. La tensión entre ellos era una mezcla de desgaste, complicidad y una pasión que se negaba a morir.

—No podemos permitir más pérdidas —murmuró Abril, señalando los puntos vulnerables en el mapa—. Si Belov avanza por aquí, cortaremos su paso antes de que pueda reagruparse.

Éloi asintió, su mirada dura.

—Viktor y el resto ya están en posición. Solo esperamos la señal.

De repente, el teléfono sonó con un tono urgente. Un mensaje cifrado, alertándolos de un movimiento inesperado de sus enemigos.

—Belov no solo es audaz —dijo Éloi apretando los puños—. Es impredecible. Esto se va a poner peor.

Abril respiró profundo, sintiendo la presión aumentar sobre sus hombros.

—No hay tiempo que perder. Hay que actuar ya.

La noche avanzaba, y aunque la ciudad dormía, ella se preparaba para ser el tablero de una batalla donde amor, traición y muerte se entrelazaban peligrosamente.

El silencio en la sala era pesado, presagio de la tormenta inminente. Éloi caminó hacia la ventana, observando el horizonte teñido por las luces primeras del amanecer. Su mente repasaba sacrificios y decisiones que podían marcar el fin o la supervivencia.

—Esto no es solo una batalla por poder —murmuró para sí—. Es una lucha por nosotros.

Abril se acercó, apoyando una mano firme en su hombro, transmitiéndole fuerza y esperanza.

—Y vamos a ganar. No hay otro camino.

El teléfono sonó nuevamente. El informante confirmaba: las fuerzas de Belov se movían.




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