Cenizas de Cristal

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El sol de la mañana se colaba suave por las ventanas del apartamento de Abril y Éloi, iluminando con ternura el rostro sereno de ella. Dos años habían pasado desde aquella noche que cambió todo, desde que decidieron quedarse y enfrentar juntos la oscuridad. Ahora, la silueta redondeada de Abril mostraba la vida que crecía dentro de ella, un milagro que ni el mundo más frío podía apagar.

Éloi estaba en la cocina, preparando café mientras ella se acomodaba entre las sábanas blancas. La tranquilidad era un lujo que ambos valoraban más que cualquier fortuna. Los demonios seguían ahí afuera, sí, pero dentro de esas paredes habían construido su refugio.

Por la tarde, Mikael llegó con una sonrisa cansada pero sincera. Había dejado atrás la ciudad por un tiempo, pero su amistad con Abril se mantenía intacta. Ahora, se dedicaba a proyectos propios lejos del negocio oscuro, intentando borrar las sombras del pasado.

Scarlett, la inseparable amiga y confidente de Abril, se ocupaba de la galería, expandiéndola con nuevas exposiciones y cuidando que el arte fuera siempre un bálsamo para sus heridas. Dos años habían pasado, y aunque las heridas del pasado seguían latentes, la vida les había dado momentos de paz que nadie esperaba. Abril, con su embarazo avanzado, caminaba por la galería donde Scarlett trabajaba con una mezcla de nostalgia y fuerza renovada. Las exposiciones se habían convertido en un refugio para ambas, un espacio donde el arte callaba las voces del pasado.

Scarlett observaba a Abril con una sonrisa calculadora, sus ojos reflejaban secretos que solo ellas compartían. No era del todo confiable, pero había decidido apostar a un nuevo juego, uno donde ella no quedara del todo al margen.

Mientras tanto, en la mansión, Éloi revisaba informes junto a Viktor. La sombra de Darcy seguía allí, siempre presente, con su manera sutil de provocar y desafiar los límites de Abril. Pero Éloi había aprendido a manejarla, y aunque la tensión era constante, su relación con Abril era lo que le daba la fuerza para seguir.

En una llamada rápida, Darcy apareció en la pantalla del teléfono de Éloi, luciendo esa sonrisa que sabía despertar celos y complicaciones. Éloi la miró, divertido pero firme, mientras Abril observaba desde la distancia, ahora con la confianza que le daba saber que podía enfrentarse a cualquier sombra que quisiera acercarse.

La vida seguía, con sus luces y sus sombras, pero por primera vez en años, ellos tenían algo más poderoso que el miedo: la esperanza.

La noche cayó lentamente sobre Moscú, envolviendo la ciudad en un manto oscuro salpicado de luces distantes. En el departamento de Abril y Éloi, la calma reinaba, pero bajo esa aparente tranquilidad, las emociones seguían moviéndose como olas escondidas bajo el hielo.

Abril estaba sentada en el sillón, acariciando suavemente su vientre redondeado. Éloi se acercó y se sentó a su lado, tomando sus manos entre las suyas. La expresión en sus ojos era un reflejo de todo lo que habían vivido: dolor, pasión, lucha y, sobre todo, amor.

—¿Tenés miedo? —preguntó él en voz baja.

Abril lo miró, con una mezcla de sinceridad y fuerza.

—Sí, un poco. Pero también tengo esperanza. Este bebé es una oportunidad para construir algo diferente.

Éloi asintió, apretando sus manos.

—Prometo que voy a protegerlos, a vos y a él o ella, con todo lo que soy.

En ese momento, el teléfono sonó. Era Mikael.

—¿Querés que pase a verlos? —preguntó con su habitual tono tranquilo pero cálido.

Abril sonrió.

—Claro que sí.

Minutos después, Mikael apareció en la puerta, trayendo consigo una brisa fresca y una energía renovada. Había dejado atrás su vida en las sombras, intentando encontrar la paz que siempre parecía esquiva. A pesar de todo, la amistad entre él y Abril se mantenía fuerte, inquebrantable por los años ni las tormentas.

Mientras compartían una copa de vino, Scarlett llamó por teléfono a Abril para coordinar la próxima exposición. Su voz tenía ese tinte misterioso y calculador que la había hecho única, pero esta vez había algo distinto: un dejo de lealtad mezclado con ambición.

—Estoy trabajando en algo grande —confesó Scarlett—. Algo que podría cambiarlo todo.

Abril frunció el ceño, consciente de que con Scarlett nada era simple.

Más tarde, Éloi habló por videollamada con Darcy. La secretaria aparecía con una sonrisa provocativa, la misma que solía desatar tormentas en el pasado.

—¿Estás segura de que podés manejar todo sin mí? —preguntó Darcy con tono juguetón.

Éloi esbozó una sonrisa.

—Estoy aprendiendo a hacerlo. Pero no voy a mentir, extraño esos momentos.

Abril observaba en silencio, su corazón latiendo fuerte, pero sin inseguridad esta vez. Había crecido, y sabía que con Éloi a su lado, podía enfrentarse a cualquier desafío.

La vida no era perfecta, ni lo sería nunca. Pero ahora tenían algo más fuerte que el poder o el miedo: tenían la verdad de su amor, la familia que comenzaban a formar y la certeza de que, pese a las sombras, juntos podían encontrar la luz.

El invierno comenzaba a retirarse cuando Abril sintió las primeras pataditas en su vientre. Era un recordatorio palpable de la vida que crecía, un símbolo de la esperanza que tanto habían buscado. Sentada en el sillón junto a Éloi, sintió que por primera vez en mucho tiempo podía permitirse bajar la guardia, aunque fuera solo por un instante.

Viktor llegó esa tarde con noticias importantes: los últimos vestigios de la guerra entre clanes se habían disuelto. La paz era frágil, pero real. Las alianzas renovadas y los enemigos eliminados dejaban un aire de alivio que ninguno había pensado posible.

—Parece que al fin logramos que el mundo deje de girar solo alrededor de la sangre —dijo Viktor, con una leve sonrisa.

Éloi lo miró y asintió.

—No gracias a mí —respondió—, sino gracias a ella.




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