Cenizas del amanecer

Capítulo 2

Narrado por Erik — Año 2450, Arkoa

El sonido de los Vacíos persiguiéndonos se mezcla con los latidos en mis oídos. Botas golpeando metal, respiraciones entrecortadas, el viento cortante arrastrando ceniza. Siento a Nova temblar bajo mi mano, pero no la suelto. Si la suelto, cae. Si cae, la perdemos.

—¡Kai! —grito—. ¿Salida?

Kai no responde enseguida; está demasiado concentrado leyendo el mundo como si fuera un mapa fracturado. Sus ojos se mueven rápido, midiendo ángulos, pendientes, riesgos. Su percepción aumentada nos salvó demasiadas veces como para dudar de ella.

—Derecha —dice finalmente—. Pasarela rota. Bajamos al subnivel.

Stiven ya corre hacia allí, ligero como si no llevara peso. Susan ajusta su mochila. Bella mantiene a Estela erguida. Y yo… yo arrastro a Nova con un brazo mientras en el otro sostengo el cuchillo oxidado que nunca debería ser nuestra primera defensa. Pero es lo que hay.

El primer Vacío aparece al borde del puente. Sus ojos, completamente blancos, se abren demasiado. Su piel parece tensa, como si algo la estirara por dentro. Y cuando grita, no es un sonido humano: es un crujido, como si su garganta estuviera llena de vidrio.

—¡Más rápido! —ordeno, aunque todos ya lo saben.

Llegamos al hueco donde la pasarela se quebró hace décadas. No es una bajada, es una caída controlada hacia un nivel inferior lleno de vigas oxidadas y restos de maquinaria.

—Yo primero —dice Kai.

Salta, cae con precisión y rodilla flexionada. Luego ayuda a Estela a bajar. Bella baja después. Susan se desliza apoyándose en un cable. Stiven prácticamente cae en silencio.

Yo miro a Nova.

—¿Podés?

Ella traga saliva. La resonancia aún vibra en su sien.
—Sí… creo.

La ayudo a bajar. Siento su brazo aferrado al mío, como si el mundo entero se aferrara conmigo. Su respiración es rápida, irregular, pero está consciente. Eso es lo que importa.

El golpe seco de un cuerpo ciego cayendo cerca indica que uno de los Vacíos decidió lanzarse detrás de nosotros, sin medir la caída.

—No se detienen —murmura Susan—. Es como si algo los llamara.

Su voz parece demasiado tranquila para lo que está pasando, pero así es ella: cuando el mundo arde, su mente se enfría.

Kai levanta la vista.
—No es casualidad. Se están moviendo más coordinados.

—¿Coordinados? —repito—. Son Vacíos. El RESET les borró casi todo.

—Casi —corrige Kai.

Ni él sabe bien qué significa ese “casi”, pero la palabra pesa.

—Sigamos —digo—. Subnivel tres debería conectarse con la vieja autopista.

Caminamos rápido entre vigas torcidas. El metal cruje. El viento se cuela en las grietas. Nova tropieza, pero la sostengo.

—Erik… —su voz es apenas un susurro—. La voz sigue ahí.

—Lo sé —respondo—. Pero no te va a controlar. Estoy acá.

Ella me mira con esos ojos que a veces parecen ver más de lo que deberían.
—No era solo una voz, Erik… era como si supiera mi nombre desde antes de que yo existiera.

No sé qué decirle. Porque yo también lo sentí: algo en su reacción no fue… normal.

Kai detiene el paso de repente.

—Silencio —dice.

Todos nos quedamos quietos. Hasta el viento parece detenerse.

Kai cierra los ojos. Su respiración se calma. Escucha.

Yo también escucho.

Pasos.
Pero no solo los de los Vacíos.

Otros.
Suaves.
Coordinados.
Demasiado ordenados para ser de un grupo perdido.

—No estamos solos —dice Stiven en voz baja—. Hay otra facción acá.

Bella aprieta los dientes.
—¿Renacidos?

—No suena a ellos —responde Stiven—. Ellos hacen más ruido.

Estela, con su memoria rota pero siempre alerta, se adelanta un paso.
—Este lugar… creo que ya estuvimos acá.

—No —dice Susan sin dudar—. Nunca vinimos a esta zona.

Estela frunce el ceño.
—No hablo de nosotros… hablo de antes.

La miro.
—Estela… vos naciste en 2430. Antes no había nada.

Ella baja la mirada.
—Entonces fue un recuerdo que no existe.

Nova se estremece, la resonancia volviendo a vibrar. La apoyo con mi brazo.

Los pasos se acercan.

—Todos atrás —ordeno.

Me adelanto con el cuchillo, aunque sé que no sirve de mucho frente a armas reales. Pero yo nunca dejo que mis hermanos enfrenten algo solos.

De la sombra entre las vigas aparece una figura.

No es un Vacío.
No es un Renacido.
No es un Alterado.

Es alguien con un traje negro ajustado, máscara transparente, y en el pecho…

…el símbolo.

Helix.

Kai retrocede instintivamente.
Bella insulta entre dientes.
Susan da un paso adelante, casi fascinada.
Nova se congela.

El símbolo Helix brilla débilmente en el pecho del extraño, como si pulsara. Como si respirara.

—No quiero problemas —dice el desconocido, levantando las manos—. Vengo solo.

—Mentira —responde Bella.

—Solos nunca aparecen —dice Stiven.

—¿Quién sos? —pregunto, apretando el cuchillo.

El desconocido inclina la cabeza ligeramente. La máscara le cubre los ojos pero no la boca.

—Mi nombre no importa. Lo que importa… es ella.

Su dedo apunta directamente a Nova.

Yo doy un paso al frente, interponiéndome.

—Un paso más hacia ella y te corto la garganta.

El desconocido suspira, como si se esperara esa reacción.

—No vengo a lastimarla —dice—. Vengo porque ella… respondió.

Susan frunce el ceño.
—¿Respondió a qué?

—A la señal.
A la llamada.
Al origen.

Nova da un paso atrás, temblando.

La voz que escuchó.
El laboratorio.
El símbolo.
Todo se junta en una sola verdad que me da náuseas.

Él baja la mano, despacio.

—Estábamos esperando que despertara —dice—. Y lo hizo.

Kai mira al desconocido con una mezcla de odio y miedo.

—¿Qué querés de ella? —pregunto, con el corazón martillando.

El desconocido sonríe con una calma antinatural.




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