Narrado por Bella — Año 2025, Arkoa (antes del colapso)
El mundo no cayó de un día para otro.
Se fue quebrando en silencio, como una ventana que acumula grietas invisibles hasta que un día… estalla.
En 2025 yo tenía nueve años.
Lo recuerdo porque ese fue el año en que mi madre dejó de dormir.
El año en que la gente empezó a olvidar cosas que no debería.
El año en que vi el símbolo del Helix por primera vez.
Mi madre trabajaba en un laboratorio del gobierno, en la zona alta de Arkoa. Le encantaba su trabajo, pero en 2025 empezó a llegar tarde, o no venir en absoluto. Sus manos temblaban. Su voz temblaba. Su sombra… también.
Yo me escondía en las escaleras y la escuchaba hablar con mi padre:
—No podemos detenerlo, Marco —decía ella, casi llorando—. No lo entienden. Quieren lanzarlo igual.
—¿El proyecto? —preguntaba él en voz baja—. ¿Ese tal RESET?
Me tapaba la boca para no hacer ruido.
Esa palabra… RESET… se me quedó clavada.
—No es un antivirus, Marco —susurró ella—. No limpia errores. Limpia personas.
Mi padre no respondió. Pero escuché el ruido del vaso que se le resbaló.
Mi madre siguió:
—Dicen que es por el bien común. Que la humanidad está enferma, dividida, corrupta. Que hay que reiniciar la mente humana para empezar de cero.
Su voz se quebró.
—Pero no saben lo que va a pasar. Nadie lo sabe.
Yo no entendía nada, pero esa noche dormí con miedo durante semanas.
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El primer gran síntoma llegó un mes después:
La gente empezó a olvidar cosas simples.
El nombre de la calle.
El camino a casa.
El nombre de sus hijos.
Los noticieros decían que era una “epidemia psicológica”.
Mis profesores lo llamaban “la crisis del siglo”.
Mi madre lo llamó por su verdadero nombre:
—El Despertar del RESET.
Una noche me despertó un ruido extraño.
Un zumbido.
Constante.
Metálico.
Como si algo estuviera vibrando dentro de mi cabeza.
Salí al pasillo.
La casa estaba casi a oscuras excepto por la luz azul que salía del estudio de mamá.
Me acerqué y la vi frente al monitor, temblando.
En la pantalla había un símbolo que giraba lento…
Una espiral doble.
Helix.
Ella murmuraba:
—No puede estar activo… no puede… no puede…
—Mamá… —dije con un hilo de voz.
Ella saltó del susto.
Y por un segundo… no me reconoció.
—¿Quién…? —preguntó, con la mirada perdida.
Mi corazón dejó de latir.
—Soy yo… Bella…
Su expresión cambió de golpe.
Corrió hacia mí, me abrazó tan fuerte que me dolió.
—Perdón, perdón, perdón —repetía—. No era yo. No era yo.
Pero lloraba.
Y su llanto… tenía miedo.
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Los meses siguientes fueron peores.
Las ciudades empezaron a colapsar porque la gente ya no recordaba cómo funcionaban las cosas más simples.
Trenes chocando.
Hospitales colapsados.
Niños desaparecidos porque los padres olvidaban que los tenían.
Y el zumbido en las noches se volvió constante.
Como si el mundo entero estuviera siendo calibrado sin permiso.
Una tarde, mi padre llegó a casa con la ropa manchada de polvo y sudor.
—Hacemos las maletas —dijo, sin respirar—. Nos vamos de la ciudad.
—¿Qué pasó? —preguntó mamá, pálida.
—El Helix tomó control del gobierno. RESET entra en fase final. No podemos quedarnos.
Mi madre dejó caer el vaso que tenía en la mano.
—No. Todavía no… Todavía no…
Él la tomó de los hombros.
—¿Qué va a hacer, Eira? ¿Reiniciarlos a todos? ¿Borrar a la humanidad? ¿Convertirnos en qué?
Ella respondió con un susurro:
—En herramientas.
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Esa noche, mientras ellos discutían, yo miré por la ventana.
En el cielo, flotando como una estrella enferma, había una luz azul parpadeando.
Una señal.
Un pulso.
Sentí un tirón en la cabeza.
Como si alguien estuviera tocándome desde adentro.
Me tapé los oídos.
Apreté los ojos.
Pero el pulso se metió igual.
Y escuché algo.
Una voz.
“Sujeto 07 listo.”
No entendí qué significaba.
No entendí por qué me hablaba a mí.
Pero supe… supe que no estaba destinado a escuchar eso.
Corrí a la cocina, temblando.
—Mamá… escuché algo… escuché…
Ella me sujetó la cara con ambas manos.
—¿Qué escuchaste, Bella?
—Una voz… dijo… “sujeto siete”…
Sus pupilas se contrajeron.
Su piel se puso blanca.
—Dios mío —susurró.
Mi padre se acercó, confundido.
—¿Qué significa?
Ella me abrazó tan fuerte que pensé que me quebraría.
—Significa que ya no tenemos tiempo.
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Tres días después…
el cielo cambió de color.
Un estruendo recorrió las ciudades.
No una explosión, no un choque.
Un sonido… interno.
La gente cayó al suelo.
Algunos gritaron.
Otros se quedaron en silencio.
Otros simplemente… olvidaron quiénes eran.
Mi madre me levantó en brazos.
—¡No mires atrás! ¡Bella, escuchame! ¡No mires atrás!
Corrimos.
Mi padre también.
La ciudad ardía.
La luz azul del Helix brillaba más y más.
El Helix transmitía.
El RESET… arrancaba.
Mamá me cubrió la cabeza.
—No escuches la señal, Bella. No la escuches. No dejes que te toque. Sos más fuerte que eso. ¿Me escuchás? ¡Sos más fuerte!
Pero yo sí la escuché.
Aunque me tapara los oídos.
Aunque corriéramos.
Aunque el mundo colapsara.
La voz habló de nuevo.
“Iniciando Reinicio Cognitivo Global.”
“Sujeto 06: calibración incompleta.”
“Sujeto 07: alineación óptima.”
Yo lloré.
No porque entendiera, sino porque sabía que esas palabras iban dirigidas a mí.
A mí.
Bella.
Sujeto 07.
El mundo se apagó.
Y cuando volvió a encenderse…
ya no era el mismo.