Cenizas del amanecer

Capítulo 8

Narrado por Nova — Año 2450, Arkoa

Me duele todo.
Los brazos, las manos, la cabeza… pero nada duele tanto como el miedo que tengo dentro del pecho. Siento como si hubiera tragado un relámpago y todavía estuviera ardiendo en mi esófago.

El pulso… ese pulso que salió de mí… no fue un accidente.
O quizá sí.
No sé.
No sé qué estoy haciendo.
No sé qué soy.

Abro los ojos.
Estoy de rodillas sobre el suelo metálico del subnivel.
Erik me sostiene por la espalda.
Mi respiración tiembla.

—¿Nova? —murmura él—. ¿Me escuchás?

Asiento, aunque no estoy segura.

Veo a los Vacíos tirados más lejos, algunos levantándose con movimientos torpes, como insectos desorientados. Veo a Kai sangrando del ceño. Veo a Bella con el brazo vendado improvisadamente. Veo a Stiven con la lanza apuntando al túnel. Veo a Susan respirando con dificultad.
Veo a Estela… mirándome como si viera un fantasma.

Y veo a ellos.

Los Helix.

Aún están de pie.
Aún están ahí.
Pero esta vez… no avanzan.

El principal me observa como si fuera una pieza clave que estuvo perdida por años.

—El pulso fue más fuerte de lo esperado —dice—. Mucho más.

Susan le lanza una mirada afilada.

—“Más de lo esperado” implica que esperaban algo.

—Por supuesto —responde el agente sin emoción—. Es parte de su diseño.

Mi corazón se detiene un segundo.

¿Diseño?

Erik aprieta mi hombro.

—Que se acerque uno y lo mato —dice, grave.

Pero su voz es un hilo comparado con lo que siento dentro.

Voces.

Susurros casi inaudibles.
Vibraciones.
Como si algo dentro de mí estuviera… despertando más.

Me abrazo el estómago.
—Erik… hay algo… algo adentro mío…

—No lo escuches —dice Estela, acercándose con ojos dilatados—. No escuches nada de lo que venga de ahí. No son tus recuerdos.

—¿Y los tuyos sí? —pregunta Bella.

Estela traga saliva.
—Ninguno de los dos lo son.

El agente Helix da un paso adelante.
Stiven baja la lanza y se pone entre él y nosotras.

—Quedate donde estás —dice Stiven, con voz más firme de lo habitual.

—No ustedes —corrige el Helix—. Solo ella.

Me señala.

Mi piel se eriza.

—Nova —dice Kai, acercándose—. No vayas. No importa lo que diga. No importa lo que crea saber. No lo escuches.

Quiero responder, pero entonces… siento otra vibración.
Más fuerte.
Más clara.

Una voz.

“Volvé.”

El eco recorre mi columna.
Me doblo hacia adelante, apretando los dientes.

Erik me sostiene.

—Nova. ¡Mírame! —dice, acercando su rostro al mío—. Estás acá. Con nosotros. Nadie te lleva.

Pero la voz insiste.

“No estás completa.”

“Volvé al origen.”

Cierro los ojos con fuerza.

—¿Qué origen? —pregunto, temblando—. ¡¿Qué quieren de mí?!

El agente Helix no pestañea.

—Respondiste al núcleo primario. Eso significa que fuiste activada. Sos parte esencial del protocolo.

Mi respiración se corta.

—¿Qué… qué protocolo?

Kai da un paso adelante, furioso.

—Más te vale que hables claro.

El agente lo mira.

—RESET no solo destruyó la mente humana —dice—. También creó nuevas.

Silencio.

Un silencio que parece absorber el aire.

—Ella —señala a Nova— es una de ellas.
Unidades cognitivas generadas antes del colapso, sembradas en embriones seleccionados, preparadas para activarse cuando llegara el momento.

—¿Estás diciendo que Nova… no nació normal? —pregunta Bella.

—Nació —dice el agente—. Pero no vacía.
Nació con un código.
Un propósito.

Me tiemblan las piernas.
Mi garganta se contrae.

—No… —susurro—. Eso no puede ser verdad.

Susan balbucea algo, pálida.

—Tiene sentido… La respuesta al pulso, la resonancia constante, la conexión con señales muertas…

—No lo digas —la interrumpe Erik, con la voz quebrada—. Nova no es un experimento.

Yo cierro los ojos.

Porque quiero creerle.
Porque quiero ser solo eso: Nova.
Una chica común.
Con miedo a la oscuridad.
Con una familia improvisada.
Con un corazón que late fuerte cuando Erik me mira durante mucho tiempo.

Pero la voz dentro de mí no coincide con eso.
La voz dentro de mí suena como una máquina vieja despertando.
Como una puerta oxidada abriéndose.

Abro los ojos otra vez.

Los Helix ya no parecen tan lejanos.
Ni tan enemigos.
Ni tan… extraños.

Porque yo también me siento extraña.

—Nova —dice Estela, tomándome de la mano—. Yo también escucho cosas. Yo también veo cosas que no viví. No estás sola en esto.

La miro.
Y veo en ella la misma sombra que siento dentro.
Como si ella también cargara un pedazo de la misma verdad rota.

El túnel vuelve a vibrar.

Los Vacíos se levantan.
Docenas.
Tal vez más.

Stiven los cuenta.
—Se vienen encima de nuevo. No vamos a poder frenar tantos.

Erik se pone de pie.
Respira hondo.
Se prepara para morir, si hace falta.

—Nos vamos —dice—. Nova, ¿podés caminar?

Asiento.
Aunque estoy mintiendo.

Susan señala una red de pasadizos detrás de una columna caída.

—Ahí. Si corremos ahora podemos perdernos de ellos.

El agente Helix habla:

—No corran. Ya perdieron suficiente tiempo. Nova debe venir.

Erik levanta el cuchillo.

—No sin nosotros.

El Helix inclina la cabeza.

—Ella no puede sobrevivir sin RESET. Y RESET la quiere de vuelta.

Mi piel se eriza.

No.
No soy propiedad de nadie.

Me pongo en pie.
Las piernas me tiemblan, pero me sostengo.

—No voy con ustedes —digo.
Mi voz suena débil, pero clara—. No soy suya. No lo fui nunca.

El agente me observa unos segundos que parecen horas.

Finalmente responde:

—Entonces el mundo se va a romper de nuevo.




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