Narrado por Kai — Ruinas de Arkoa
El mundo real huele distinto.
Nunca pensé que iba a decir eso.
Nunca pensé que iba a añorar el olor a tierra mojada, polvo, óxido y plantas mutadas que tenemos siempre alrededor.
Pero después del plano del Eco…
el “olor real” es un alivio.
Se siente sólido.
Se siente vivo.
Respiro hondo.
El aire entra como cuchillas, pero entra.
Alrededor, todos están tirados, jadeando, temblando, rotos.
Nova con las manos en el pecho.
Erik sangrando por la oreja izquierda.
Bella abrazando a Louis como si fuera a caer en pedazos.
Susan intentando ordenar pensamientos que se le escapan.
Estela con los ojos abiertos pero mirando al pasado.
Stiven… observando un punto fijo, como si viera algo que los demás no.
Y Louis…
Louis está vivo.
Pero no solo él.
Algo más.
Algo salió con nosotros.
Un segundo latido en el aire.
Un segundo pulso.
Un segundo… respiración.
Me pongo de pie primero.
Me tiemblan las piernas, pero la percepción se enciende como siempre:
clara, afilada, obsesiva.
Todo el entorno vibra.
Las ruinas cercanas están húmedas.
La arena está marcada.
Los árboles mutados parecen encogerse.
No por viento.
Por miedo.
—Kai… —susurra Susan—.
¿Podés sentir algo?
Cierro los ojos.
Sí.
Puedo sentir demasiado.
—El Eco… —murmuro—.
No está lejos.
Bella me mira como si le hubiera puesto una pistola en la sien.
—¿CÓMO QUE NO ESTÁ LEJOS?
—No físicamente —respondo—.
Pero dejó una marca en este lugar.
Algo… como un residuo.
Una presión.
Erik se pone de pie, respirando fuerte.
—¿Podés seguir rastreándolo?
—Sí —digo—.
Aunque preferiría no hacerlo.
Louis respira entrecortado.
—No… se fue del todo…
Solo se escondió…
Nova lo abraza.
Él tiembla como si su piel estuviera fría por dentro.
—Kai… —me dice ella, con la voz temblorosa—.
¿Sentís… al octavo?
Trago saliva.
El octavo.
El que Louis mencionó.
El que estaba “entre nosotros”, sin despertar.
Empiezo a caminar en círculos, analizando.
Uno por uno.
Nova: fragmento activo, pero estable… por ahora.
Erik: fragmento latente, ahora irritado por el Eco.
Bella: enfadada, protectora, sin señales de intrusión.
Susan: sobrecargada, pero clara.
Estela: recuerdos cruzados, pero limpia.
Stiven: demasiado quieto.
Louis: contaminado, pero no “octavo”.
Yo: percepción alterada… pero soy yo.
No veo nada nuevo.
No siento nada nuevo.
Pero entonces…
Lo escucho.
Un susurro.
Atrás.
Doy media vuelta de golpe.
—No se muevan.
Erik frunce el ceño.
—¿Qué ves?
No veo.
Escucho.
Un latido.
No humano.
No animal.
No mecánico.
Un latido del Eco.
Justo detrás de una piedra enorme, cubierta de plantas negras que…
no estaban antes.
Stiven da un paso adelante.
—No es una planta.
No es piedra.
Es… algo más.
Me acerco despacio.
Nova toma aire, nerviosa.
—Kai… no lo toques…
—No voy a tocarlo.
Pero sí voy a mirarlo.
La piedra… respira.
Se mueve apenas.
Como si tuviera pulmones.
Me arrodillo.
Acerco el oído.
Escucho algo dentro.
Un golpe rítmico.
Un pulso profundo.
—Kai… —dice Susan, acercándose con cuidado—.
¿Qué escuchás?
—Un corazón —respondo—.
Pero no es humano.
Louis empieza a llorar.
—El Eco…
El Eco… ya sembró algo…
Un huésped…
una semilla…
Erik gruñe:
—¿Eso es el octavo?
Niego.
—No.
Todos me miran.
—No es el octavo.
El octavo es una persona.
Alguien del grupo.
Estela susurra:
—¿Entonces esto qué es…?
Miro la piedra viva.
Está creciendo.
Lentamente.
Como una cápsula.
Una incubadora.
—Esto… —respiro hondo— es un portal incompleto.
Un ancla.
Una extensión física del Eco en nuestro mundo.
Un nido.
Erik aprieta los puños.
—¿UN NIDO?
—Sí —digo—.
Y lo peor…
es que no está terminado.
Bella traga saliva.
—¿Qué falta?
—El octavo —respondo.
Louis empieza a convulsionar ligeramente.
—Él… él lo quiere…
para abrirse paso…
para llegar completo…
al mundo real…
Nova lo sostiene.
—Louis, calmate, por favor.
Pero él abre los ojos.
Negros.
Llenos de dolor.
—No entienden…
El Eco…
no quiere atraparnos…
QUIERE NACER.
Un silencio nos atraviesa.
Nadie respira.
Nadie parpadea.
Yo cierro los ojos…
y escucho otra vez.
Ese segundo latido.
Viniendo de la cápsula.
Viniendo de Louis.
Viniendo de…
Stiven.
Abro los ojos.
Lo miro.
Él no se mueve.
No habla.
No parpadea.
Pero su pecho…
tiene un ritmo distinto.
Como si hubiera más de un latido ahí dentro.
—Stiven… —susurro.
Nova se gira, confundida.
—Kai… ¿qué—
—No se acerquen.
Erik se pone delante de Nova.
Bella sostiene a Louis con fuerza.
Susan observa cada detalle.
Estela respira como si recordara algo viejo.
Yo doy un paso hacia Stiven.
—Necesito que me mires —le digo.
Él levanta la vista.
Sus ojos son normales.
Demasiado normales.
—Kai —dice—.
¿Lo escuchás también?
Mi corazón cae al suelo.
—Sí.
Stiven sonríe…
lento.
No una sonrisa feliz.
Una sonrisa… resignada.
—Entonces…
creo que ya sabés la verdad.
Nova retrocede.
Bella traga aire.
Erik aprieta el arma.
Y Susan, con la voz más pequeña que jamás le escuché decir, pregunta: