Centinelas

Capitulo 3

         -¡No somos amigos!

         -¡Los Sacerdotes no deben mentir!

         -¡No miento! No somos amigos, es el único que tiene una carreta disponible para viajar lejos… Por eso mismo fue él, el que te llevó a casa de tu madrina.

         -Yo nunca llegué a la casa de mi madrina…

         -¿Qué?

         -¡El burro! ¡El burro se fue!

         Los gritos enloquecidos del viejo molinero, cercenaron la conversación… El Sacerdote nervioso se puso de pie, diciendo:

         -¡Hay que buscarlo! ¡Rápido!

         -Puede estar en cualquier parte…

         -¡No podemos quedarnos aquí! ¡Hay que llegar a tiempo!

         Ese fue mi momento, ambos estaban aturdidos con la desaparición del asno y se olvidaron de mí… Tenía que alejarme rápido, pero… ¿Adónde?... Y de nuevo comenzaron a guiarme esas huellas de perro que se formaban en el suelo de una manera visible. Aquellas pisadas era lo único que me llevaba sin saber si, era para bien o para mal… Las seguí sin mirar atrás y luego la confusión… Muchas huellas, cuatro o cinco de diferente caminos y yo en el centro… Sabía que únicamente una de aquellas pisadas eran las correctas, pero… ¿Cuál?

         Tuve la sensación que ya había estado en aquella encrucijada con anterioridad y en ese momento fue como si una luz iluminara mis pensamientos y recordé el mapa que había encontrado en la casa de la vieja… Eran cinco caminos y sólo uno estaba marcado, era el último del lado izquierdo y por ese lado fui, sin llevar miedo, con la firme certeza que había escogido el correcto.

         No miré hacia dónde iba, sólo miraba las huellas para no perderlas de vista y cuando vi que se perdían en aquellas paredes, me detuve… Era una ermita oculta en lo más elevado de la montaña. Busqué algo conocido a mi alrededor, pero estaba en un lugar donde nunca antes había pisado y hurgué nuevamente en mis recuerdos, siguiendo las líneas trazadas en el mapa y me sentí confundida… No había ninguna casa o edificación en aquellos papeles. Di unos pasos atrás… Algo estaba mal, mire las huellas con detenimiento para sentir el miedo, al error… Aquellas pisadas no eran las mismas que comencé a seguir, lo distinguí por la profundidad y por aquellas uñas afiladas que dejaban agujeros profundos en la tierra… ¿Dónde había perdido el camino? ¿Por qué me engañaban?

         Sin saber qué hacer y casi dándome por vencida, permanecí inmóvil en espera de una salida, sabiendo que había caído en una trampa, buscaba mentalmente una solución… Yo no entraría, decidí retroceder, irme para ver que sucedía y cuando ya me había alejado varios metros, el aullido de los lobos me hizo mirar… Mi alma se congeló… El cuerpo inerte del lobo blanco permanecía bajo las patas de aquellos cuatro animales negros. Sentí que la ira llenaba mi ser, pero mi cobardía se impuso… ¿Qué tenía que ver yo con todo aquello?... Y cerrando los ojos, continué camino, tratando de olvidarlo todo. Mi temor dejaba morir al lobo blanco, pero yo no podía arriesgarme, no debíamos  perder los dos y aquella retirada fue el ataque que no esperaban… Analicé mentalmente el mapa y supe adónde quería llevarme el lobo blanco y que quería de mí y corrí, pidiendo con fuerzas a Dios que el animal no muriera hasta que yo terminara lo empezado y fue como si mis pies fueran patas de lobo, sentí que volaba sobre la hierba y que mi dirección estaba trazada…Cuando me detuve, fue frente a la casa de la vieja amiga… Respiré con profundidad, busqué donde sentarme y esperé con gran calma. Todo  se inició ahí y todo terminaría ahí: pero no sabía por qué, lo único que sentía era  que debía despedirme de la vida… Recordé a mis padres y cuanto amor había en ellos, aquel pensar me hizo querer escapar.

         Experimenté la presencia de alguien más, no me asombró ver al Sacerdote frente a mí, ni los lobos negros a su lado, guardé silencio en espera que él hablara.

         -¿Qué has venido hacer aquí María?

         -No lo sé Padre… ¡Dígame usted! ¡Quizás vinimos a lo mismo!

         -No juegues María… ¡Terminemos esto!

         -No habrá un fin, sin haber antes un principio.

         Y me quedé tranquila, mirándolo y me dejó extrañada el que se haya sentado también y lo vi sereno, mientras los lobos se inquietaban.

         Estuvimos horas en espera de algo, que ninguno de los dos sabía qué era. La intranquilidad en los lobos negros, me dio a saber que estaban aprisionados, que algo los acorralaba y como para descubrir lo que sucedía, Pregunté:

         -¿Quién es usted Padre?

         -¿Qué pregunta es esa María?

         -Siendo usted un Sacerdote, ¿Por qué se interesa tanto por la hechicería, o será que es usted uno de los malos, disfrazado de bueno?

         -¡Qué disparates dices muchacha!

         -¿Qué buscaba usted en esta casa cuando yo lo descubrí? ¿Por qué su interés sobre mí?

         -Tú fuiste la persona más allegada a esa mujer.

         -¿Y qué con eso?

         -Esa hechicera tenía poderes…

         -¡Qué jamás utilizó para el mal!



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En el texto hay: lobos, miedo, misterio accion

Editado: 29.10.2022

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