Chris no había dicho nada al respecto de lo que pasó en la cafetería, de hecho, ni siquiera me había vuelto a hablar en lo que restaba de la jornada escolar. Después de la forma tan obvia en la que había huído de la situación en el almuerzo, apenas si me volteó a ver cuando nos cruzamos en los pasillos. Algo andaba mal, no parecía el mismo Chris de siempre; su actitud alegre, sociable y que resultaba agradable para todos en el Instituto, se había esfumado. No sabía a ciencia cierta si había sido por mi causa o algo más de lo que no tenía conocimiento del todo había ocurrido —lo que tal vez involucraba a Kristen, su exnovia—, pero no paraba de culparme al respecto.
Ver a Chris con esa cara larga el resto del día estrujó hasta lo más recóndito de mi corazón. Me arrepentí de forma abismal el haberme siquiera molestado un poco por verlo conviviendo con su novia como si nada. Solamente era una relación fingida, en realidad no estaba pasando nada entre los dos. Así que, ¿qué derecho tenía yo de siquiera molestarme? Ni siquiera tenía el derecho de quejarme. Por eso, apenas tuve oportunidad, me acerqué a hablar con el susodicho.
Cerré la puerta del auto detrás de mí. Si Chris de alguna manera estaba enojado conmigo, igual tendría que llevarme a casa, eso era lo que habíamos acordado de todas formas. De camino al vehículo iba maquinando en mi cabeza en busca de las palabras correctas que debería decirle al chico, pero nada me llegaba inmediatamente y, para mi desgracia, había llegado antes de lo esperado a mi destino. Razón por lo que me quedé sin habla al entrar en el auto y con la mirada fija en el gran edificio frente a mí a través de la ventana.
—Este…—No sabía cómo empezar, pero reuní el valor necesario para continuar—. ¿Estás molesto conmigo?
Solté lo primero que se me vino a la mente. Después me di cuenta que mi pregunta era algo irónica, ya que la que se había molestado era yo. Pero eso Chris no lo sabía y tampoco tenía intenciones de decírselo.
El castaño me vuelve a ver, ha quedado con las llaves a medio poner en la cerradura y con una expresión que se me hace difícil de descifrar. Trato de escudriñar su rostro en busca de una respuesta que posiblemente no me dará, sin ser tan obvia de que lo estoy haciendo. Pero conforme busque entre su hermoso rostro, solo hay una palabra que podría describir en este momento el estado del castaño: molesto.
—No—afirma. Y después de un breve silencio, pregunta:—. ¿Por qué lo estaría?
Me encojo de hombros.
—No sé, tal vez porque me has estado evitando toda la tarde. ¿Es por lo de la cafetería? Chris, sabes que puedes contármelo. Estoy metida en este juego tanto como tú.
Observo cómo el castaño se deja caer en el asiento y suspira resignado. No me vuelve a ver.
—Tal vez estoy un poco molesto. Sabes, parte del trato era comer juntos en los almuerzos, pero tú nunca te acercas y la verdad es que era algo de lo que me traía sin cuidado. Ambos acordamos no besarnos y está bien, ¿pero qué pensará la gente si siempre estamos separados?
—Tú eres el que no me quiso hablar lo que restaba del día.
—Sí, lo admito. Pero hoy fue el peor almuerzo de mi vida, Kris y Stuart estaban ahí y no paraban de hacer sus muestras de afecto frente a mí—dijo asqueado mientras hacía unos extraños y divertidos movimientos con sus manos—. Sé por qué lo hace, quiere demostrarme que ya se deshizo de mí. Así de fácil. Y tú, Andrea, tu deber como novia falsa era ir donde yo estaba. Si no, ¿por qué estamos haciendo esto? Me abandonaste.
No sé qué es lo más raro de toda esta situación, que mi novio falso me esté reclamando el por qué no fui hacia donde él se encontraba para darle celos a su exnovia real, o que Chris aún no se pueda sacar de la cabeza a la capitana del equipo de porristas y crea firmemente que algún día volverán a ser algo. Me parece un poco egoísta no poder dejar ir a las personas que ya no quieran formar parte de tu vida. Pero alguna buena razón habrá de tener Chris para encapricharse tanto con una exnovia.
Pero ver la cara larguirucha que se trae el castaño consigo hace que todos los malos sentimientos que debe de estar sintiendo se traspasen a mi alma con solo una mirada. Y, aunque él se atreva a ignorarlo, sé que es así. Dicen que los ojos son la puerta del alma, ¿no? Pues esas puertas solo me dejan ver un sitio gris y deprimente, del que no me gustaría ser invitada, pero del que debo serlo si quiero ayudar a alguien que quiero. Quisiera acercarme a él y abrazarlo, pero no estoy muy segura de que eso sea lo correcto. Así que lo más que me atrevo hacer es poner mi mano sobre su hombro para animarlo.
—Lo siento, yo… supongo que fue un poco insensible de mi parte el haberme ido. Perdón…
Pero no me habría sentido cómoda junto a la exnovia del chico que me gusta, aún sabienod lo mucho que me esfuerzo para que me notes, concluyo la frase en mi mente.
Trato de comprender el sentimiento que se instaló en Chris en estos momentos porque, a fin de cuentas, es algo que yo también siento. Y no es nada lindo y a veces dan ganas de golpear a esa otra persona para que al menos te vuelva a ver y se dé cuenta que tú estás ahí. Supongo que al final es lo mismo ver como tu ex sonríe en los brazos de alguien más, a ver como el que te gusta solo tiene ojos para otra chica.
Chris me da una sonrisa ladeada, algo como diciendo “Gracias por estar aquí”. Lo que me hace creer que ya todo está arreglado entre ambos, que volveremos a nuestras rutinas normales. Él, tratando de llamar la atención de Kristen; y yo, tratando de hacer que él me vea como algo más que la chica que le está ayudando a darle celos a su ex. Algo que la verdad se me da fatal, ya que lo único más cercano que he tenido a un novio es el susodicho a mi lado, que, para el colmo, se trata de una relación más falsa que las ganas de los estudiantes por ir a clases. Y, para empeorar la situación, nunca se me ha dado bien eso de coquetear con los chicos; en sí, nunca me he sentido dispuesta a hacerlo.