No hay nada como una taza de café mientras estoy rodeada por el confortable aroma de las flores. La mañana está tranquila y por los ventanales se cuela la resplandeciente luz del sol, no obstante, su calidez es opacada por la brisa fresca que se escapa del aire acondicionado, el cual agradezco que haya en días tan soleados y calurosos.
Hoy, como cada sábado, me toca venir a trabajar en la floristería de tía Lou junto a mi, no tan hablador, nuevo compañero, Dean. Ya es la segunda vez que trabajamos juntos y, a decir verdad, no hay de lo que quejarse, es un chico bastante introvertido, pero muy trabajador, se esfuerza mucho por hacer las cosas bien y siempre está anuente a ayudarme si lo necesito. Es muy amable y es todo lo que pudiera pedir como compañero de trabajo.
Justo ahora el chico de rulos se encuentra acomodando unos hermosos tulipanes blancos en una cubeta con agua para que se conserven mejor, después yo armaré un ramo con ellos para un cliente junto con unas rosas blancas que mi tía seleccionó anoche. Pero aún no me decido si adornarlas con daras, aunque con unas ramas de eucalipto también se verían bien. No obstante, personalmente me encanta como se ven los tulipanes por sí solos, tienen un toque de elegancia y belleza que volvería loco a cualquiera.
Dean me mira por un instante, pero aparta el rostro tan rápido que apenas si me percato. Sin darme cuenta lo había estado viendo acomodar los tulipanes todo este tiempo. Me inclino en mi lugar y me llevo la taza de café a los labios antes de hablar.
—Dean—El chico pega un respingo en su lugar y sus rizos se mueven junto con él, alza la cabeza en cuanto escucha su nombre—. ¿Podrías guardarlas en el almacén mientras tanto? Ya las apartó un cliente y no sería bueno que alguien más se la quiera llevar.
Él asiente y lo veo acomodar por última vez los tulipanes para luego ponerse de pie pero, antes de llevarse el la cubeta, me mira y dice:
—An… drea—Empieza y seguro es por la luz del sol, pero me parece que sus mejillas se han puesto coloradas—. ¿Cuáles son tus flores favoritas?
Me quedo un momento en silencio, procesando su pregunta. Nadie nunca me había preguntado eso, tal vez tía Lou, pero hace tanto que ni me acuerdo. Yo hago una mueca con el labio, como si estuviera pensando en la respuesta, aunque ya la sé. Así que con un ademán de mano señalo la cubeta que descansa en el suelo cerca de él.
—¿Te gustan los tulipanes?
—Los tulipanes blancos, en realidad.
Dean asiente lentamente en su lugar mientras mira las flores que tan solo hacía unos minutos acomodó. Me da la impresión que murmura algo, pero desde donde estoy es imposible escucharlo. Pero, antes de que le pueda preguntar, es él quien lo hace.
—¿Puedo preguntar por qué te gustan?
En algún lugar leí que los tulipanes blancos significan un “amor puro y sincero”, desde ese momento se me quedó grabado en la mente. Me gusta pensar que eso es lo que significan y no hablo solo de un amor romántico, sino de todas las formas de amor que nos rodean. Cuando un amor es puro, este perdurará por el tiempo con lazos tan fuertes que nada ni nadie los podrá romper. Significa un “te amo tan profundamente, tal y como eres”. Eso es lo que pienso cuando veo esas flores.
Me encojo de hombros y, en cambio, digo:
—Es que son muy bonitas—Dean sonríe y asiente—. ¿Sabías que existen más de tres mil variedades de tulipanes? Hay unas que son tan bonitas y exóticas que incluso hubo una crisis por tulipanes en Holanda, de hecho es considerada la primera gran crisis financiera de la historia porque los tulipanes eran un símbolo de riqueza y habían unas que tenían colores irrepetibles.
Recuerdo que hubo un momento en el que me había obsesionado con las flores y conocer un poco más de su historia, me sorprendí al ver que había muchos eventos importantes en el mundo que estaban relacionados con flores. Me doy cuenta que empiezo a irme por las ramas, no obstante, Dean me mira atento a cada palabra que digo. Aunque ahora soy yo la que tiene curiosidad acerca de él.
—Y… ¿cuáles son tus flores favoritas?
—Qué difícil… Las peonías.
—Ah, son muy lindas también. De hecho hay una historia de la mitología griega sobre ella…—comento, porque en realidad es algo que me parece interesante. Dean me observa atento como esperando a que le cuente el relato, lo que me sorprende, pero también me saca una sonrisa, así que continuo—. Se dice que la ninfa Paeonia tuvo una historia de amor con Apolo. Un día Afrodita, quien era muy celosa, los sorprendió y Paeonia se ruborizó al ver a la diosa tan enfadada, por lo que ella convirtió a la ninfa en una peonía. Y por eso las peonías también significan la timidez de declararle un amor a alguien.
El chico de rulos me mira por un momento, pero rápidamente sus ojos color miel deciden enfocar el suelo.
—¿E-en serio?
Yo asiento. En ocasiones este chico actúa de forma tan tímida que dan ganas de protegerlo en una burbuja. A pesar de eso, su altura no va con su personalidad, es super alto, incluso más alto que Christopher, y eso que él me lleva una cabeza de más. Me sorprendí al enterarme que el chico de rulos es un año menor que yo
La conversación queda ahí y cada quien sigue en lo suyo. Lo que queda de la mañana me la paso atendiendo a los clientes que llegan y terminando un ramo que pidieron para esta tarde. Mi compañero se dedica a confeccionar un pequeño anuncio de 2x1 en rosas en una pizarra que tenemos, ya que llevan tiempo de estar guardadas y no queremos que se echen a perder. Por suerte Dean se ofreció a ayudarme con eso y así yo me puedo ocupar de otras tareas.
Durante todo el tiempo que toma armar el ramo de flores, no puedo evitar llevar mi vista mi teléfono, a la espera de que entre un mensaje, una llamada o algo de Chris. Estoy completamente esperanzada de saber algo acerca de él. Pero esa misma esperanza se va al caño rápidamente al darme cuenta de que muy posiblemente no me envíe nada, después de todo, nunca se ha contactado conmigo en fines de semana, mucho menos si no tiene un motivo urgente para hacerlo. Después de todo Chris y yo no estamos saliendo en realidad, así que no tiene la obligación (mucho menos el deseo) de hablar conmigo si no es algo meramente del Consejo Estudiantil… o sobre nuestro trato para que vuelva con su ex. A veces me dan ganas de ser yo quien inicie la conversación, pero también pienso que no le agradará, puede ser que me vea como alguien molesta o, peor aún, que se dé cuenta que en realidad me gusta. Cualquiera de los dos es un mal resultado para mí.