Últimamente no sé lo que estoy haciendo.
Siento como si alguien externo a mí estuviera moviendo los hilos de mi vida y me empujara a hacer cosas que no quiero. Siempre me ha gustado el control, tener proyectado qué es lo que tengo que hacer y a partir de eso avanzar hasta conseguirlo… Ahora ni siquiera sé qué es lo que quiero.
Al llegar a la cafetería siento un escalofrío recorrerme el cuerpo. Christopher está a unos metros con sus amigos, sus ojos oscuros se posan sobre mí en cuanto pongo un pie en el lugar.
Cuando me fue a dejar a casa después de la fiesta, estuvimos en un silencio incómodo durante todo el camino. Incluso cuando nos recogió en la mañana sentí un poco de tensión, aunque no parara de enviarme sonrisas.
Está molesto.
—Andrea, ¿que hay entre tu hermana y ese tal chico Ander? —pregunta Eli mientras hacemos fila—. Es que siempre los veo en la oficina de la directora.
Yo entorno los ojos.
—Son archienemigos.
Según recuerdo, Lex le juró la guerra a ese chico desde que estaban en el jardín de niños, por alguna razón que nunca logré comprender.
—¿Es el mismo al que le tiró el tarro de pintura el año pasado? —pregunta Cherry.
—Ese mismo, pero creo que eso fue cosa de los gemelos Olsen —menciono, recordando cómo mi hermana terminó en detención por algo que sus mejores amigos hicieron, aunque mamá no le creyó ni un poco.
La castaña sonríe.
—Ellos me caen bien, son super divertidos. Creo que estaban en tu casa en la última pijamada que hicimos.
—Ah, sí —Asiento, rememorando aquel suceso—. Se pusieron a jugar Just Dance y no nos dejaron ver aquella película.
—Pero al final Cherry también se les unió al baile.
La rubia sonríe mientras se cruza de brazos.
—No podía dejar que me ganaran en el Just Dance.
—¡Deberíamos hacer otra pijamada! —exclama la castaña con emoción.
De repente ambas me vuelven a ver con intensidad.
—¿Pero por qué en mi casa?
—¡Es que tú sí tienes cuarto! —exclama Cherry.
—Y en mi casa hay demasiada gente —dice Eli. Luego junta ambas manos frente a mí en señal de súplica—. Por favoooooooor, Andrea.
—Bueno, bueno, solo tengo que preguntarle a mamá.
Mi respuesta parece dejarlas satisfechas, ya que ambas se vuelven a ver con una sonrisa. Yo niego con la cabeza, pero también estoy riendo.
Agarro mi bandeja y me volteo, justo en ese momento Christopher hace una seña con la mano para que me acerque hacia donde ellos. Me debato un momento si hacerlo o no, en realidad quiero pasar el rato con mis amigas. Al final termino por acceder a su petición.
Me acerco a paso lento hacia ellos, dudosa. Cuando estoy lo suficientemente cerca, siento la mirada de todos los presentes en la mesa apostarse sobre mí. Distingo caras nuevas, me doy cuenta que hay más personas que la vez pasada y también está… Kristen. Trago saliva y tomo lugar junto a mi supuesto novio, quien sonríe grandemente al verme. Sus miradas no se apartan de mí.
Un chico del equipo es el primero en romper el silencio.
—¡Andrea! ¿Dónde te metiste anoche? Te perdiste toda la diversión.
La sola mención de la noche anterior me hace recordar a Dean y lo tierno que se veía completamente concentrado en su cuadro. Me pregunto cómo le iría con el resultado final.
—¿Ustedes dos volvieron a pelear o algo? —pregunta una de las porristas, mirándome fijamente. El tono en su voz me pone alerta.
Abro la boca para hablar, pero soy cortada por el chico a mi lado.
—Claro que no —Christopher niega con la cabeza—. Es solo que a Andrea no le gustan mucho las fiestas.
La rubia me mira con el ceño fruncido.
—¿En serio? ¿Y por qué fuiste si no te gustan?
Porque no quería decepcionar a nadie…
—Solo quería intentar algo nuevo, ¿verdad? —responde Christopher, encogiéndose de hombros y yo asiento.
Frente a nosotros, Kristen se inclina en su lugar.
—Chris la pregunta era para Andrea, no para ti.
La sonrisa en el rostro del castaño se borra instantáneamente y es reemplazada por un línea recta en sus labios. Las miradas se vuelven a posar sobre mí. Kristen me mira atentamente, como si lo que estuviera apunto de decir fue la cosa más importante del mundo. Aunque lo cierto es que no puedo decir lo que realmente siento, porque es patético. Soy patética.
—Bueno, Christopher quería que fuéramos así que… —Termino diciendo,
Mi respuesta parece tener el efecto contrario que buscaba, ya que todos sueltan una risa que me hace querer salir corriendo.
—¡Pero qué buena novia! —exclama una de las chicas.
—¿Entonces si él te dice que hagas algo tú lo haces? —dice una de cabello corto y castaño frente a mí. Pienso en decir algo, pero ella toma mi silencio como respuesta—. Woah, yo nunca he sido así de estúpida. Kristen, ¿siempre aceptabas todo lo que te pedía Chris cuando eran novios?
La rubia niega con la cabeza haciendo una mueca, me mira con lo que parece ser decepción en la mirada.
Un chico que estaba sentado en la mesa, se acerca a nosotros riendo fuertemente. Le da pequeños apretones en el hombro Christopher, quien intenta quitárselo de encima entre risas.
—Realmente la tienes donde quieres, ¿eh, Chris?
—Está bien adiestrada —ríe otro chico.
Las risas se vuelven a hacer presentes, esta vez mucho más alto de lo normal. Hago mi mayor esfuerzo por sonreír, aunque siento como si se estuvieran riendo de un chiste del cual no soy parte… No, más bien es como si yo fuera el chiste. Se están burlando de mí en mi cara y yo lo estoy permitiendo.
Es suficiente.
Me pongo de pie con rapidez, lo que provoca que las risas se detengan progresivamente y todos me miren como si fuera un bicho raro. Tomo mi bandeja entre mis manos, Christopher me agarra de la mochila cuando estoy a punto de alejarme.
—¿A dónde vas? —pregunta con el ceño fruncido.
—Tengo otras cosas que hacer —respondo y me zafo suavemente de su agarre—. Nos vemos después.