Las luces iluminan la cancha mientras el sol se comienza a ocultar. Las gradas están repletas de estudiantes de nuestra instituto y de la escuela rival, algunos incluso llevan los colores del equipo mostrando su apoyo. Elizabeth y yo nos terminamos por acomodar en los asientos del medio, en el cual tenemos una buena vista de todo el lugar. Hoy se ha hecho una media coleta en el cabello y se ha maquillado con brillo los ojos, lo que la hace resaltar en medio de la multitud.
Las porristas hacen su coreografía perfecta en la cancha, lanzando a una de sus compañeras al aire, en un peligroso movimiento que parece tan natural para ellas. Tienen una flexibilidad increíble, aunque es notable su esfuerzo y práctica detrás. Kristen hace una voltereta, su cabello rubio se mueve con elegancia cuando cae de pie con las manos extendidas y una gran sonrisa. El público parece enloquecer con cada movimiento, gritando y alzando lo abrazos con emoción. Cuando la presentación termina, nos unimos a la ola de aplausos que sigue.
—Son increíbles. ¿Cómo pueden dar tantas vueltas como si nada? —pregunta Eli, mirando la grabación que hizo en su celular.
—Si yo hiciera eso, terminaría sin espalda —confieso, lo más atlético que hago es salir a correr de vez en cuando.
—Yo me torcería el cuello.
Ambas reímos, hasta que algo capta la atención de Eli a lo lejos. Una ardilla gigante con una llamativa gorra verde comienza a hacer movimientos sospechosos, levanta las manos exageradamente y su atención está puesta en nuestra dirección. A continuación alza los brazos para hacer un pésimo intento de un corazón, ya que sus manos de peluche son muy regordetas y su cabeza enorme. Aún así eso no le importa a Eli quien sonríe ampliamente y hace la misma seña de corazón con sus brazos, solo que más decente.
Noah, de repente convertido en una ardilla gigante, parece satisfecho con las respuesta de su novia y sigue haciendo sus llamativos bailes dirigidos al público. Después de todo es el destino de la mascota del equipo de fútbol.
—¿Cómo puede estar dentro de ese traje? —inquiero entre risas al ver el fallido intento cómico de Noah.
—No tengo ni la más remota idea, pero no me quejo porque es muy tierno —dice y alza su teléfono para sacarle una fotografía.
Cuando las porristas salen, es el turno de los jugadores de entrar a la cancha. Diviso a Christopher a lo lejos. Se ve apuesto con su uniforme de fútbol y esa mirada centrada en el rostro, como si tuviera completamente claro lo que tiene que hacer, cuál es su papel y el de su equipo. Me pregunto si estará nervioso, después de todo en este tipo de partidos también hay reclutadores de universidades buscando a las futuras estrellas. Aunque no quiera dedicarse al deporte de forma profesional, esto le puede abrir las puertas para conseguir una beca.
Aunque no sé si es lo que quiere. Tiene claro lo que quiere hacer, pero no estoy segura si su corazón también está ahí. En realidad no estoy muy segura acerca de sus sentimientos. Los míos son como un torbellino.
La castaña nota qué es lo que estoy mirando y se vuelve hacia mí.
—Lo tuyo con el presi… ¿Todavía siguen juntos?
La mirada de la castaña es de tristeza, casi lástima. No pensé que alguien me pudiera ver de esa forma. Me hace sentir como si estuviera haciendo algo mal. No digo nada y me limito a asentir con la cabeza. Ella parece no sorprenderse por mi respuesta. Pero se acomoda en su lugar, como si estuviera preparándose para decir algo.
—Andrea, sé que dije que te apoyaría en lo que decidieras hacer. Pero soy tu amiga y quiero lo mejor para ti.
Esas palabras no me gustan, tampoco hacia donde creo que esta conversación irá.
—Creo que lo mejor sería que termines…
—¿La otra semana no es tu cumpleaños?
Me sorprendo de mi propia cobardía.
Aún no quiero pensar en eso. Christopher dijo que le gustaba estar conmigo, eso debería bastar.
Me gusta Christopher, ¿no?
Eli parece entender que no quiero seguir hablando acerca de eso, ya que no vuelve a tocar el tema. En cambio, aprecio que tome en cuenta mi pregunta.
—Hablando de eso… —dice la castaña volviéndose hacia mí—. Estaba pensando ir al parque de diversiones. Todos juntos. Noah, Cherry y tú.
Sonrío ante la idea. Hace mucho tiempo que no voy a uno, creo que desde que era muy pequeña. Aunque recuerdo lo divertido que era subirse a las atracciones, especialmente a los que fueran más altos.
—Sí, suena divertido.
—¡Bueno, le diré a Cherry! —anuncia Eli.
La castaña comienza a teclear rápidamente un mensaje a la rubia, quien ha preferido irse a casa antes de ver el partido. Su odio por el deporte es casi abismal. Aunque la entiendo, si no fuera por la compañía de Eli me hubiera aburrido al instante. No es que no me guste el fútbol, es solo que no lo entiendo. Antes venía a ver los partidos solo para ver a escondidas a Christopher, a veces incluso me acompañaba Noah por su deber como mascota del equipo. Pero hoy no me he logrado concentrar tanto en mi supuesto novio, es como si me diera igual que esté ahí frente a mí. Creo que acaban de anotar un gol, pero no estoy segura qué equipo ni mucho menos quién lo hizo.
Cuando el primer tiempo termina, los jugadores se dirigen a las bancas para tomar un descanso, algunos incluso salen de la cancha para hablar con sus amigos. Eli se toma un momento para ir hacia donde Noah, quien parece más cansado que los jugadores, pero también más entusiasmado. Se quita la máscara un momento y Eli lo ayuda a darle un poco de agua ya que es imposible que lo haga con sus grandes manos de peluche.
Desde mi lugar veo a Christopher alzar la vista hacia mí, me dedica una mirada encantadora y cálida. De inmediato descifro de qué se trata: quiere que vaya donde él. Aunque no me apetece mucho la idea, me levanto de mi lugar y me dirijo hacia el castaño. Después de todo, es lo normal que haría una novia… supongo.