Como ya vamos por marzo, en tan solo dos meses terminará el ciclo escolar, lo que significa que en muy poco me estaré graduando. También que los plazos para inscribirse a las universidades están pronto a terminarse… y yo no me he anotado en ninguna. No hay nada que me guste, ni nada que me llame la atención, mucho menos algo en lo que sea medianamente buena.
Muchos de mis compañeros ya están decididos de qué hacer cuando se gradúen. Algunos se han decantado por estudiar carreras relacionadas a los negocios, otros han optado por las áreas de ciencias y tecnología. Hay incluso quienes dicen que no estudiarán nada o, al menos, no ahora.
Creo que terminaré en el último grupo, aunque la idea no me guste mucho. Ese es uno de los problemas. Quiero estudiar, solo que no sé qué.
La clase de Física Matemática termina, y el sonido de las mochilas cerrándose y las sillas arrastrándose llena el salón. Recojo todas mis cosas, las apilo lo más ordenado que puedo y las guardo en mi bolso. Las chicas ya están cruzando la puerta, así que me apresuro a seguirlas, pero justo cuando estoy a punto de salir, una voz firme me detiene.
—Señorita Holland —La voz de la profesora resuena a mis espaldas, me vuelvo en mi lugar.
—Sí, profesora.
La señora Grant me observa con esa expresión severa que parece permanentemente grabada en su rostro, aunque en sus ojos hay un brillo expectante.
—Los exámenes para entrar en las universidades están a punto de iniciar. ¿Ya decidió qué carrera estudiar?
La pregunta me golpea justo donde menos quiero, pero intento mantener la compostura. Me remuevo en mi lugar, sintiendo que el aire se vuelve un poco más denso.
—Aún no... —admito, y la forma en la que su rostro se endurece me hace sentir como si hubiera cometido un error.
—Alguien con su récord académico podría entrar fácilmente en cualquier universidad, incluso obtener una beca. ¿Ha pensado especializarse en alguna rama de la ciencia? No miento cuando digo que es la mejor estudiante de último año. Tener a una estudiante estudiando en una gran universidad sería de gran orgullo para el instituto.
Su tono es amable, pero la presión en sus palabras se siente como un peso adicional sobre mis hombros. No es la primera vez que alguien me dice eso, pero lejos de sentirme halagada, me siento... atrapada.
—Yo... lo tomaré en cuenta. Gracias —murmuro, esbozando una sonrisa débil.
—Tenemos grandes expectativas en usted, señorita Holland.
Justo lo que necesitaba: más expectativas que no sé si puedo o quiero cumplir. Le dedico una última sonrisa antes de apresurarme para alcanzar a mis amigas por el pasillo.
—¿Qué quería, Tronchatoro? —pregunta Eli en cuanto llego donde ellas, usando su apodo poco sutil para la profesora.
—Nada, solo dijo que debería estudiar ciencias.
—Tal vez tenga razón, sabes mucho de ciencias y siempre sacas 10 —dice Eli, como si fuera lo más obvio del mundo.
—Sí, pero no sé si es lo mío. Me gusta, pero no sé si me gusta tanto.
—Yo digo que debes dedicarte a lo que te guste —dice Cherry con convicción.
—Lo dice la que estudiará Contabilidad —se burla Eli, lanzándole una mirada divertida.
—¡Que sí me gusta! Solo que me cuesta, es diferente.
—Ya, ya. En realidad creo que serás muy buena en eso, Cherry —digo con sinceridad, y ella me mira con sorpresa.
—¿Por qué piensas eso?
Pongo los ojos en blanco, divertida pero también un poco frustrada de que ella misma no se vea como yo la veo. No puedo creer que se tenga tan poca fe.
—Porque eres de las que no se rinden. Si te cuesta algo, harás lo que sea por dominarlo. Es una cualidad muy especial, Cherry, por eso digo que lo harás bien.
Ella me sonríe, esta vez con más confianza, y Eli se inclina hacia mí, fingiendo indignación.
—¿Y yo qué, Andrea?
—Tú también serás una muy buena estilista, Eli.
—No si sigues haciendo esas trenzas chuecas —dice Cherry entre risas.
—¡Eran de práctica! —se queja Eli, empujándola suavemente.
Doblamos uno de los pasillos, cuando un chico pasa por nuestro lado, cargando un enorme lienzo cubierto por una sábana negra, aunque se logra asomar un poco de color por el borde. Nos hacemos a un lado para dejarlo pasar.
—¿Ese no es Logan King? ¿No es el nuevo del equipo de fútbol? —pregunta Eli, arqueando una ceja.
Cherry se encoge de hombros, como si la información no fuera importante, pero luego añade:
—Sí, pero también le gusta pintar —dice. Eli y yo la volvemos a ver con curiosidad—. Mi prima está loca por él. Uno de estos días tiene un concurso de pintura o algo así, no sé.
¿Será el mismo concurso en el que participará Dean?
La curiosidad me invade de inmediato. Recuerdo lo emocionado que se veía Dean cuando me habló de ese concurso. Con solo ver su rostro iluminado al mencionarlo, supe cuánta pasión siente por el arte. Los pocos cuadros que he visto de él me han transmitido tanto... Es por eso que no puedo esperar para ver el siguiente. Para ver qué plasmará en un lienzo, qué colores usará. ¿Cuáles son los colores que más usa? ¿Cuál es su favorito? Creo que nunca llegué a preguntarle eso. Hay tantas cosas que quiero saber...
Siento el impulso de escribirle un mensaje. Abro el chat con su número y comienzo a teclear algo sin pensarlo mucho. Termino por borrarlo casi de inmediato.
Tal vez no quiera que le hable.
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La lámpara de escritorio proyecta un resplandor cálido sobre los papeles esparcidos frente a mí. El sonido de mi lápiz contra la hoja es lo único que llena el silencio del estudio, aparte del ocasional crujido de la silla de papá cada vez que se mueve. Estoy absorta en mi ensayo, mordiéndome el labio mientras intento encontrar la forma correcta de estructurar mi argumento.
De repente, un sonido inesperado rompe la calma: una risita sofocada.
Levanto la vista de inmediato, desconectándome de mis pensamientos. Papá está inclinado sobre su escritorio, sujetando una hoja de papel con una expresión divertida.