Cerca de ti

Tercer contacto

Me desperté varias veces durante la noche con la sensación de que estaba siendo observada. En cada ocasión, me encontraba con que la ventana de mi habitación estaba abierta. El detalle está en que todas las veces que la veía de ese modo la cerraba y me volvía a acostar, pero cuando volvía a despertarme estaba abierta de nuevo.

Así que hice lo que cualquiera en mi situación hubiera hecho. Tome mis cosas, salí de mi habitación y dormí en la sala. Sé que tal vez no fue lo más valiente por hacer, pero aprecio mi vida y no me gustaría que un asesino serial entre y me corte el cuello mientras duermo. Como dice el dicho: “más vale prevenir que curar”, y no se puede curar un cuello rajado. Ni siquiera en el siglo XXI.

Toda la mañana, y parte de la tarde, intenté concentrarme en otras cosas que no fueran los extraños sucesos que me han pasado en los últimos días. Preparé el desayuno y también el almuerzo, lavé la ropa sucia y limpié toda la casa. Mi madre se mantuvo callada todo el tiempo, pero me miraba como si quisiera averiguar que me pasaba. Ella no está acostumbrada a verme hacer nada que tenga que ver con la cocina más allá de abrir el refrigerador, así que probablemente pensó que estaba enferma o le cambiaron a su hija. Pero claro, no preguntó nada porque estaba más interesada en que yo hiciera todo sin protestar, a interrogarme y arriesgarse a que se me fuera la inspiración.

En fin, la cosa es que por más que intenté olvidar todo lo sucedido no lo logré. Solo se volvió aún más extraño. Por ejemplo, cuando cocinaba y vi por la ventana de la cocina hacia la calle, vi pasar a un chico que nunca había visto antes por aquí. No es como si muchas personas vivieran en los suburbios, así que podría decir que conozco a todos.

La cosa es que dicho chico se quedó mirándome fijamente mientras pasaba, como si esperaba que yo lo viera. Traté de detallarlo pero él aceleró el paso cuando vio mis intenciones. Lo que si pude notar es que su cabello estaba rapado al estilo militar, su piel era ligeramente bronceada y su mirada se me hacía extrañamente familiar. Llegué a pensar que podía tratarse de Andrew. Pero eso era imposible, si fuera Andrew, habría venido de inmediato a verme.

Luego me fijé en que dicho chico era de una constitución grande, entonces llegué a la conclusión de que tal vez él fuera la sombra que ya me ha asustado varias veces en el bosque.

Aunque eso no fue lo único extraño que me paso con ese chico misterioso. Más tarde, cuando fui a la tienda por algunas cosas que hacían falta en la casa, “Don Misterioso” también estaba allí. Lo vi cuando me encontraba cancelando mi compra. Estaba a dos personas de distancia de mí, mirándome fijamente.

Tampoco fue muy discreto que se diga al abandonar la tienda. Apenas tome mi bicicleta, no tardé en notar que él me seguía en su coche sin disimulos. Pero cuando entré en mi casa y me asome por la ventana, él ya no estaba.

Pero no por el miedo a él dejaré de hacer lo que estoy acostumbrada.

Ahora mismo me estoy vistiendo con unos jeans, una blusa roja y unos deportivos. Tomo mi telescopio y una botella de agua, y emprendo mi viaje hacia el acantilado.

Me tomo mi tiempo en el camino. Me deleito disfrutando tranquilamente cómo el viento bate mi cabello mientras manejo mi bici. El camino de tierra es un poco engorroso, pero eso no evita que siga disfrutando del momento y del paisaje.

Y no sé por qué pero vuelvo a sentir una vez más la necesidad de voltear hacia la izquierda, hacia los árboles que guían al rio. Pero, al hacerlo, me arrepiento de inmediato.

El sol ya se oculta para darle paso a la luna, pero eso no impide que vea entre los árboles y localicé a la “sombra” que me ha estado molestando todos estos días. Y que me quiten los ojos si no es el chico misterioso que estuvo siguiéndome todo el día.

Estoy cansada de esta estupidez. ¡Quiero saber quién demonios es este tipo y porque está molestándome! Por eso, rápidamente dejo mi bici y mis cosas en el primer árbol que veo, para luego seguir a ese chico y pedirle explicaciones.

—¡Hey, tú! —le grito para ver si con eso se detiene. Pero nada, él sigue caminando, internándose cada vez más en el bosque. —¡Ni creas que me das miedo!—vuelvo a gritarle.

Pero él sigue sin dar señales de querer detenerse. La verdad es que sí comienzo a tener un poco de miedo, pero no pienso demostrárselo.

—¿Podrías parar?—grito a todo pulmón, a ver si así me presta un poco de atención. Y él se detiene de inmediato, dando media vuelta y mirándome fijo. —¿Quién eres y porque me persigues?—le pregunto.

—Ya me conoces, Kat—es la única respuesta que recibo de su parte.

—Si te refieras con “conocer” al hecho de que ya estoy segura de que eres tú la sombra que me ha estado persiguiendo, entonces supongo que sí, te conozco.

—Lo siento por eso, pero necesitaba saber qué era de ti después de tanto tiempo.

—¿Pero de qué demonios estás hablando? ¡No te conozco!—le grito, comenzando a alterarme un poco.

—Claro que sí, mírame bien—poco a poco comienza a acercárseme, pero por cada paso que da hacia mí, yo doy dos hacia atrás.

—Aléjate. No te me acerques—le espeto levantando las manos para enfatizar mis palabras. Sigo caminando poco a poco hacia atrás, por si acaso debo correr hacia la salida—. Ni se te ocurra insinuar que eres Andrew, porque tú tienes los ojos oscuros y los ojos de él eran azules. Además, si fueras él hubieras corrido a buscarme en mi casa, en vez de estar acechándome como un psicópata todo el día.



#28923 en Otros
#9254 en Relatos cortos
#20217 en Fantasía

En el texto hay: extraterrestres, romance, amistad

Editado: 25.10.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.