"Hace mucho tiempo, este mundo como lo conocíamos se convirtió en un desolado terreno entre humanos y monstruos. Todo inició hace siete años, en este país. Un epicentro, una rápida epidemia que se extendió y una nueva forma de ver la vida. Sin embargo, así como el volcán eructo, la lava se secó a la espera de algo peor. Actualmente, la normalidad es escuchar una alarma que avisa la llegada de una persona convertida en monstruo.”
Una alarma sonó en el campamento, dando inicio con el evento, un grupo de estudiantes varones y otro de chicas, jugaron fuerzas con una soga.
Se escuchaban los ánimos de los observadores sentados en el suelo. Dylan junto a Leonardo y Dante, sentados lejos de la tribulta. Mientras, a un lado, un pequeño número de profesores vigilaba la estadía, el profesor Emanuel Mendoza estaba entre ellos, aguantando la preocupación que lo bañaba.
A veces su pierna derecha se movía insistentemente en la ansiedad, sus brazos cruzados y una mueca inquietante. Hasta que un golpe en su fornido abdomen lo erizo. Inclinó su cuerpo y volteó furioso, hacia una mujer anciana con arrugas bien colocadas en la frente.
— Profesora Jazmin —susurró el hombre, acabando con su pose y relajándose al suspirar.
— Si los chicos se dan cuenta que uno de nosotros está preocupado, ellos también lo estarán —dictó ella. Sus años de experiencia hablaban en una endeble sonrisa— Histeria colectiva, debemos evitar eso.
— Profesora Jazmin —volvió a decir el hombre— el subdirector Ramirez y la profesora Jimena desaparecieron. En este bosque no hay más que este campamento, además … no tenemos protección contra monstruos aquí.
— Eso es cierto. Aunque, estemos a un par de millas del pueblo, por lo menos yo no podré llegar — comentó. Con su mirada puesta sobre los victoriosos chicos que fueron atacados por el grupo de chicas— me gustaría tener la energía que tuve hace siete años, ese día, lleve a todo mi grupo a los baños del estadio.
— Si, Jazmin — gimoteo al estirar su cuello— le cuentas esa historia a cada profesor y hablaste en el seminario con los sobrevivientes.
— ¿No me entendiste? —la mujer enmarcó sus cejas. Volvió a golpear los músculos de su abdomen, aunque él se escapó— tienes fuerza, y eres joven. Dos de los nuestros han desaparecido, debemos tener un camino de escape. Los autobuses regresarán mañana por la mañana. Pase lo que pase, hay que proteger a los niños.
Emanuel inspiró aire, sorprendido por las palabras mientras una fuerza reconfortaba su corazón, con una nueva pizca de esperanza.
— Cierto, las normas dicen que debemos procurar a los niños —susurró él, cerró sus puños con cierto enojo.
« Lo sé, es la regla legal. Pero, ¿Por qué me molesta?» pensó para sí mismo, mientras un nuevo juego empezaba en el patio.
Mientras tanto, Dylan camino hacia el juego, dejando atrás a Leonardo y Dante con un silencio desloblegado. Dante, respiro con fuerza, tratando de calmar su miedo, hasta que volteo al otro, refunfuñando y aguantando las lágrimas.
— Estás peor que yo —siseó él.
— Connor está peor que nosotros —susurró Leonardo. Pero, recibió un suave golpe en la pierna. Él volteó, hacía el ademán de silencio de Dante— ¿Tú no sientes nada? Dante, él lo mató.
Volvió a susurrar y volvió a recibir un golpe en su pierna.
— Sé que está mal, sé que estuvo mal —repitió Dante, volteando de reojo a Dylan que parecía divertirse en el juego de carrera— Pero, nosotros no hicimos nada, lo hizo él y estoy seguro. Dylan va a decir que Connor se iba a convertir en un monstruo.
Risas estallaron como fondo musical en el silencio de los dos. Intercambiando miradas, hasta que Dante bajó la cabeza.
— Connor era inteligente … nunca debió hablarle a Dylan de esa forma — explicó Dante— no dijo que sea su culpa desde el año pasado, pero … debió dejar que todo se acomode. Como juguetes de Dylan.
— ¿Y qué va a pasar con Zoé? — interrumpió Leonardo— está encerrada.
La mirada agrietada de Leonardo se inclinó en un maquiavelo resentimiento que fue apagándose cuando Dante golpeó la rodilla del chico.
— Pase lo que pase, no deberías acercarte mucho a ella —detuvo Dante— a Dylan no le importara si estas en verdad enamorado de ella, te podría convertir en su nuevo “cero”—pauso y volteo a él— Oye, ¿Qué temes más? ¿Qué le puede pasar a Zoé o lo que puede hacer Dylan contra ti?
— Zoé y Connor eran amigos … y lo vio morir — el tono de Leonardo estaba lleno de decepcion. Su respiracion se hacía cada vez más rápida, sus manos estiraron su cabello, aguantando otro gruñido antes de voltear a su amigo— Debo ir por ella.
Leonardo se levantó, pero la mano de Dante lo detuvo en su pantorrilla.
— ¿Estás loco? — susurro, viendo de reojo a Dylan en su propio mundo— No te convertirás en un héroe solo por salvarla, Dylan te hará el bufón de todos.
Intercambiaron miradas, Los ojos marrones de Leonardo vibraron entre el miedo y la desesperación, sabía que eran dos caminos diferentes y ser el enemigo de Dylan era más peligroso. Dudo de si mismo antes de un largo respingo.
A punto de irse, un golpe en el aire resonó en todo el ambiente, todos voltearon a una chica con un micro en la mano. Su cabello de lindos rulos saltaban en ondas.
— ¡Atención a todos, lo mejor está por iniciar!— aviso la chica. Con una gran sonrisa en sus labios y ojos brillando de emoción— tendremos la premiación de clasificación.
Leonardo se zafó del agarre de Dante y se alejó. En un trote rapido, mientras Dylan regresaba.
— ¡Karina! ¡Eso es una tontería! — grito un chico.
— ¡Solo las chicas querían esa estupidez! — grito otro.
— ¡CALLENSE! — ordenó Karina y volvió a sonreír— primero al mejor vestido!
— ¿Va al baño? — Dylan sugirió. Se sento a lado de Dante, nervioso sonrio.
— ¡Dylan Bustamante! — comentó, casi chillando de emoción — aplausos.
Todos aplaudieron como una obligación mientras el castaño levantaba sus brazos victorioso.