EN LA ACTUALIDAD
Un creciente charco de sangre creció desde el abdomen del joven y una navaja, un poco deforme, orgánica al punto de verse brotes de piel se deslizó poco a poco, hasta que cayó al suelo. Gritos rompieron con la atmósfera.
Todos corrieron, hasta los profesores. Los más rápido llegaron a las puertas. Intentaron abrir la fuerza sin éxito.
— ¡Las puertas están … — uno de los adolescentes ni siquiera pudo terminar de hablar cuando una daga atraveso en su cabeza.
Lo jalo a la vista de varios. Arrastrando su cuerpo por el suelo, asustando a todos en el proceso. Se levantó en el aire y en segundos cayó al suelo por gravedad, la daga se extrajo desde atrás, haciéndolo caer y mostrándo a Karina.
Al igual que el profesor Morales, sus brazos eran alargados. Su piel brillaba nutrida y en su boca, dos colmillos alargados hasta la mandíbula.
Todos corrieron, intentando escapar. Dylan y Dante, por su lado, se escondieron en una oficina, en la zona adminstrativa.
— Mierda, Leonardo logró irse — aviso Dante.
— No me importa él —gruñó Dylan entre dientes— Necesitamos que alguien lo distraiga para escapar
Dante no sabía que decir, en especial por los ojos desorbitados de Dylan que siempre parecía molesto. Se quedó callado por unos segundos hasta que unas voces llamaron su atención.
— No abre —advirtió una profesora haciendo fuerza a la puerta.
— Emanuel salió hace un rato, va a volver por los gritos estoy segura —dijo otra mujer— Esperen, ¿y la señora jazmín?
— ¡PROFESOR MORALES, SEÑORITA KARINA! ¡DETENGANSE! — escucharon en todo el estadio.
Los dos adolescentes se deslizaron lejos. Todos voltearon a ese pequeño escenario. La profesora Jazmin con el micrófono en mano, creó un gran silencio, vio los rostros de los estudiantes pálidos, las respiracion agitadas y expresiones sudorosas con cada segundo que pasaba.
— Si aún tienen un poco de humanidad en ustedes, entonces … dejen a los niños en paz. ¡NO MERECEN MORIR! — grito ella, a punto de carraspear por la fuerza, mientras su frente se arrugaba aún más.
El profesor Morales sonrió cruelmente.
— ¿Morir? ninguno va a morir —todos se sorprendieron.
Algunos intercambiaron miradas llenas de miedo y confusión. Mientras tanto, Dylan abrió la puerta de una oficina y señaló hacia una ventana alta.
— No se preocupen, a partir de hoy todos verán una mejor vida. Formarán parte de una mejor humanidad! — Morales empezó a gritar, volteando a cada lado y expresiones aterradas de los estudiantes— ustedes, serán tributos para un mejor futuro. Es lo que dicen las normas contra monstruos, ¿no? Velar por el futuro, uno mejor.
— No entiendo nada — susurro una chica en el grupo frente a la puerta.
— Ustedes son vitaminas y nosotros, necesitamos vitaminas para mejorar el futuro — explicó Karina. Con una gran sonrisa que asustó al grupo.
— ¡ESTO ES ESTUPIDO! —se escuchó de jazmín— ¿aún están en la etapa de deshumanización? Entonces, por favor, ¡Váyanse!
El profesor Morales rodó los ojos, manteniendo su sonrisa. De repente, su brazo se estiró y su daga atravesó el pecho de la anciana.
— Lo siento … — gimoteo la anciana— no pude darles más tiempo.
Esta vez, hubo un silencio en todo el estadio intercambiado por el sonido acuoso de la daga saliendo del cuerpo, removiendo los organos en el proceso antes de que la mujer terminará en el suelo.
Karina la observó, satisfecha y los estudiantes volvieron a golpear las puertas en vano.
— Esto es una porqueria — susurro un chico— quiero ir a la universidad, iba a ser futbolista
— ¡Oh! ¿Enserio? Lo tenías bien escondido — preguntó Karina antes de atravesar la cabeza del chico con su daga.
Poco a poco, los más cercanos vieron como un tercer brazo creció en la espalda de la chica. Mientras el profesor Morales la vio con una sonrisa sincera.
— Wow … — gimoteo karina, acariciando sus hombros— Es justo lo que necesitaba.
— Número 3, no se trata de las vitaminas o si son deportistas —dijo Morales— se trata de conseguir las mejores almas. Y la anciana Jazmin, tenía un alma valiente, aunque ella era muy obsoleta. ¡Tan! ¡Tan! —bromeó cuando sus brazos en forma de dagas llegaron a él— iniciamos el festín.
Él y Karina estiraron sus brazos, a punto de atacar cuando se escuchó un “click” en una de las puertas metálicas. Todos se detuvieron, viendo como la puerta se abría de par en par y Connor aparecio, con su báculo en la espalda y el rifle en sus manos.
Sus pupilas dilatadas vieron con furia al profesor Morales. Intercambiaron expresiones, hasta que un silbido salió del mayor y una gran sonrisa gratificante apareció.
— Eres … él
El sonido de las balas resonó en todo el estadio. Directas al pecho del profesor que por el impacto, retrocedió. Sin embargo, las balas cayeron al suelo como si nada, dejando unas pequeñas abolladuras en su piel monstruosa. Karina, a su lado, volteo perturbada.
Connor apretó los dientes, sosteniendo el rifle con ambas manos mientras su mirada se clavaba en Morales. El sudor resbalaba por su frente, pero su determinación seguía firme. Había algo oscuro, algo más poderoso que la mera ira, que bullía dentro de él.
— No me importa lo que eres — Connor con una voz baja, pero cargada de odio no dejo de verlo— No me quitaras lo que por tanto tiempo espere.
Morales levantó una ceja, fascinado por la furia que veía en los ojos de Connor. Dio un paso adelante, moviendo sus largos brazos deformes.
— ¿Y exactamente qué podrías hacer tú?! — escupió Karina en tono burlón— solo eres el perdedor del colegio. ¡El gran bufón y tarado!
— Número 3 — llamo morales, en un tono serio— ten cuidado, es el número cero.
Su mano en forma humana tocó su pecho, mientras una sustancia negra salía de su cuerpo. Sorprendio a Karina.
— Imposible — susurró ella. Regreso a Connor, un odio inscriptado en sus ojos — como un idiota como él … como, ¡¿Cómo puede ser él?!