En el colegio de San, estudia Ceslo. Es un muchacho que siempre se mete en muchos problemas. No se cansa de hacer una y otra vez travesuras. Pero, siendo su último año de básico, se reunieron todos sus amigos el último día de clases. Deseaban hacer una gran despedida pero, en esta ocasión no tenían mente invitar a Ceslo, ya que no deseaban meterse en problemas por culpa de él. Esto podría ser algo como que muy malo pero, para poder tener un gran recuerdo de sus últimos momentos en básico, no tuvieron otra opción y haciéndolo a la suerte, lanzando una ficha al aire, la decisión fue definida.
Ceslo, que no podía espera a hacer la última broma a sus compañeros antes de ya no volverse a ver otra vez o por lo menos lograr tener un recuerdo, recuerdo de todos aunque este realmente fuera el final todo. Con globos llenos de agua, que cargaba en una mochila, se acercó sigilosamente a ellos pero, al estar a punto de lanzar el primer globo, escucho que unos de sus compañero estaba diciendo "está bien, nos encontramos todo el grupo frente al complejo deportivo a las dos". Al oír esto, Ceslo pensó - no puedo dejar pasar esta oportunidad. Sí aún no me han dicho nada, voy a espera a que me lo digan y luego, cuando me inviten, les voy a dar una gran sorpresa al juntarnos allá -.
De esta manera, Ceslo espero el resto del tiempo que quedaba para que lo invitaran. Pasaron los compañeros junto a él y, aunque entre bromas, Ceslo trató de encontrar una forma de preguntarles, aunque también esperaba a que sacaran el tema y le invitaran. Pero terminaron de despidiéndose sin que le dijeran algo. Ceslo, al darse cuenta de que no sería invitado, decidió ir a verlos en el punto de reunión que habían quedado, ya que posiblemente no le habían dicho nada con tal de darle una sorpresa. De esta manera fue que regreso a su casa y comenzó a planear se, con una risa malévola, el cómo sería la expresión de sus compañeros al verlo ahí.
Llegando la tarde, Ceslo se tomó todas las medidas necesarias para que no se dieran cuenta de su presencia, por lo que llegó media hora antes. Para que esto funcionara, fue a dar una vuelta dentro del complejo antes de ir a ver a sus amigos. Ya casi era la hora en que se iban a juntar, cuando se encontró con uno de ellos, sin que él se diera cuenta se escondió poniéndose detrás de la pared de dónde iban los de natación. De pronto escucho que él hablo por teléfono. Mientras escuchaba la conversación que tenía su amigo con los demás, el simplemente quedó completamente desilusionado. Después, al ver que este continuó hacia el punto de reunión, y sin poder creer lo que había escuchado, decidió dirigirse inmediatamente al punto de reunión. Al ver a todos ahí, se escondió atrás de unos árboles.
Todos comenzaron a saludarse con una gran sorpresa sonrisa. Ceslo estaba a punto de salir cuando escucho esto "qué bueno que no invitamos a Ceslo, de lo contrario todo se hubiera arruinado" mientras decían estas y otras cosas más, Ceslo de pronto perdió el interés por sorprenderlos y sólo esperó a que se fueran para irse a casa. Al parecer no había sido para sorprenderlo ni nada parecido el que no le hayan invitado, sino que era porque realmente no lo querían cerca.
Ceslo comenzó a sentir una combinación de emociones, sentía ira, tristeza, dolor y culpa, quedando sin palabras. Sin dirigirse a ellos, comenzó a ver de todo no había sido más que un montón de apariencias y nada de lo que había vivido era real. Entonces pensó - ¿por qué me molesto en seguir fingiendo? Ya sabía que todo era una mentira pero no quise poder ver la realidad -. Dando la vuelta, comenzó a caminar sin rumbo alguno. Cualquiera que lo viera diría que es alguien con muy buen humor, ya que se miraba con una pequeña sonrisa, aunque fingida muy, ya que no quería que nadie se diera cuenta de lo que en el pasaba. Ceslo seguía con la convicción de ni querer hacer que alguien más tuviera que ver como realmente de sentía en ese momento.
De esta manera, Ceslo pasó el resto del día sentado en los columpios del parque mirando como llegaban varios grupos de amigos a jugar, otros a comer, compartir, competir, etc. Lo único certero era que todos convivían y pasaban un buen momento juntos. Ceslo los miraba llegar, pasar e irse entre risas y sonrisas. El día no era malo, el cielo despejado, un buen sol, el ambiente era agradable ya que tampoco había demasiado frío o calor. Todos podían disfrutar de un día maravilloso. Pero, a pesar de ello, Ceslo no podía notar nada. Para él, se había convertido en un día completamente monótono, ya que no había nada en particular que lo avivara o que lo hiciera terrible. En ese momento no podía decirse que hubiera algo que lo hiciera mejor.
Después de estar por bastante tiempo, ya que terminó llegando la noche, ahí, Ceslo comenzó a dirigirse a su casa. Mientras caminaba entre las luces que cada vez era más fuerte conforme se seguía asomando la noche. Poco a poco, Ceslo, ni siquiera podía ya reconocer que sentir. Ya sólo podía ir como un maniquí. Continuaba caminando, cuando por fin recordó que debía de apresurarse a regresar a su casa, ya que si no lo hacía terminaría en graves problemas. De esta manera comenzó a acelerar el paso.
Al poco tiempo, de pronto vio un letrero que decía "¿Qué buscas?, ¿estás seguro de haberlo encontrado?". Ceslo, a pesar de sentir curiosidad por ver de qué se trataba, no se quedó y continúo su camino a casa. Pero, sí que se diera cuenta, había alguien que lo miró desde la oscura puerta de aquel lugar. Mientras Ceslo se alejaba, ésta solamente sonrió como si hubiera encontrado algo que buscaba o si fuese que hubiera visto algo interesante sin siquiera abrir más la puerta que lo que apenas lo dejaba ver un poco el rostro.
Ceslo, con apenas logró llegar a tiempo a su casa, sudando y tratando de calmar su respiración, que denotaba en él la agitación de haber corrido. Tomó con fuerza y firmeza aire y tocó la puerta. Cuando le abrieron sus su mamá, a Ceslo sólo le pasaba por la mente que no le dijeran nada. Su mamá no le dijo una sola palabra acerca de la hora. Ceslo entró y, mirando el reloj de pared que se encontraba a simple vista en dirección a la entrada de la puerta, se dio cuenta de que faltaban solamente dos minutos para las siete. Sin decir nada, se dirigió directamente a su cuarto, para poder cambiarse la ropa sudada y relajarse. Se pasaba por su mente "qué bueno, llegué justo a tiempo. Si no hubiera pedido permiso hasta las siete, me encontraría en graves problemas".