-Ciudad de México, 2093-
Lucía se alisó el tieso traje azul y caminó con pasos firmes hasta el cubículo 13-X-1, donde la unidad de reclutamiento A.B.I (Androide Binaria de Inspección) le aguardaba para dar inicio al proceso de reclutamiento.
Aunque apenas le habían llamado ayer y se trataba tan solo del primer acercamiento, confiaba plenamente en el éxito de la “misión”; había sido el mejor promedio en el Colegio Nacional de Energía Sustentable, y su proyecto de las válvulas “Ehécatl” había tenido gran repercusión, siendo incluso mencionado en las más importantes revistas científicas de la región. Su impecable historial escolar debía ser suficiente para impresionar a una simple chatarra acumuladora de estadísticas.
Finalmente llegó a la puerta de cristal con los caracteres 13-X-1 marcados en el frente, respiró hondo y esbozó su mejor sonrisa. Con gran confianza y la autoestima por las nubes, empujó el vidrio y se sentó frente al robot.
–Buenos días– dijo la chica, pero no hubo respuesta.
Al menos no con palabras; un escaneo de cuerpo completo ejecutado por la unidad de reclutamiento la hizo entrecerrar los ojos y cubrir instintivamente su torso. El robot movió la cabeza hacia la izquierda y luego a la derecha, indicando cierto ¿Recelo? ¿Duda? ¡Quién sabe! Lucía no lo comprendía y lo mejor que pudo hacer fue abrir bien los ojos y cerrar su boca (la cual por alguna inexplicable razón, estaba abierta).
–Soy A.B.I. y voy a examinarte. Tu currículo, por favor – ordenó el androide, mientras lo que parecía ser su mano se alargaba de forma perezosa hacia el frente.
Lucía extendió su brazo izquierdo y puso en la “mano” del autómata un microchip para lector holográfico.
–¿Zurda? – preguntó el robot.
La joven mujer asintió sin decir palabra. A.B.I. la miró por algunos segundos y luego introdujo el microchip en el lector que se asomaba en su pecho. La proyección dio inició de inmediato: en ella se enumeraban los logros académicos de Lucía, sus actividades extracurriculares y los no pocos premios obtenidos durante su corta vida. Apenas transcurrido un tercio del ejecutable, el robot apagó el proyector y enfiló la cabeza directamente hacía la chica.
–Este empleo requiere altos niveles de concentración. Dime, ¿exceden tus niveles de atención los estándares habituales en el ser humano?
Lucía sonrió confiada y se tomó un par de segundos para preparar su argumento. Mas cuando abrió los labios para responder, un par de luces de tonalidad azul la hicieron recular y detuvo impulsivamente su discurso.
–La contracción de las pupilas indica propensión a la sorpresa y distracciones. El cese súbito de la voz señala falta de confianza en los argumentos. Información registrada.
¿Falta de confianza? ¿Propensión a la sorpresa? ¡¿Qué se creía ese estúpido robot?! La chica estaba poco más que molesta, pero aspiró hondo y guardó la calma. Miró al androide y dijo muy quedo:
–¿Disculpa?
–Corteza singulada exterior activada. Aumento en la presión cardiaca, elevados niveles de testosterona. Detecto un alto grado de emociones negativas reprimidas. El empleo para el que te estás postulando requiere gran temple y manejo hábil del estrés y la crítica. No pareces calificada.
Lucía no cabía en su asombro. ¿Cómo era posible que esa tal A.B.I. se atreviera a criticarla de esa manera si ni siquiera se había tomado la molestia de leer completo su currículo? ¿Qué clase de charlatán la estaba entrevistando? Con la decepción saturando cada célula de su ser, se echó hacia atrás de la silla y cruzó los brazos.
–Grant indica en su libro “Manual del buen reclutador” que los brazos cruzados son una “barrera” entre las personas que quieren esconder la verdad y su examinador.
–Pues que análisis tan pobre–musitó la joven, al momento en que dirigía su mirada al pálido muro amarillento que se alzaba tras el robot.
–La falta de brillo en la mirada indica posible depresión. Activando escaneo de retina–espetó el androide, para luego lanzar sin consideración alguna un rayo luminoso verde que se posó en los ojos de la jovencita–. Niveles bajos de serotonina y vasos sanguíneos dilatados. Presencia de depresión actual o posibilidad de la misma. Un sujeto triste es incapaz de realizar las labores propias de la posición.
Harta de la incesante cháchara del robot, Lucía golpeó la mesa que fungía como frontera natural entre ellos con el puño cerrado y apretó los dientes, reprimiendo el impulso natural de golpear al androide reclutador justo en la cabeza.
–Mis sensores advierten la disminución de cortisol en tu cuerpo. Una respuesta emocional veloz parece inminente. Sin embargo, el resultado será tosco y de escasa precisión. Sugiero abortar la idea y trabajar con mayor empeño en el manejo de la inteligencia emocional descrita por Goleman.