-Ciudad de México, 2041-
–Dígame, Sr. Vazquez, ¿por qué A.D.E.L.A? – inquirió uno de los miembros más viejos del consejo, el que acostumbraba usar corbata de moño con detalles prehispánicos.
–Es un acrónimo. Significa “Analista de Desempeño Estadístico Lineal Avanzado”.
Las risas se apoderaron del salón. No hubo un solo miembro del consejo que no riera ante la “ocurrencia” de Leandro Vazquez, el asesor estrella de “Soluciones Informáticas Kukulcán”. Inclusive algunas de las malintencionadas risas desembocaron en carcajadas. Como buen Vendedor, Leandro supo mantener el temple y aguardar por el final de las infundadas burlas. Cuando los directivos se cansaron de reír, esbozó su mejor sonrisa y retomó su discurso:
–Y, evidentemente, tomamos el mito de la “Adelita” como inspiración para crear a nuestro robot. Al igual que la legendaria soldadera, nuestra A.D.E.L.A es capaz de soportar interminables jornadas de trabajo y solicitudes extenuantes, lidiando de forma casi estoica con infinitas cargas de información, proporcionando a la vez indicadores de desempeño del negocio en tiempo real y soluciones potenciales para los problemas detectados.
Un silencio incomodo inundó la sala de juntas. Luego le siguieron algunos murmullos. Después algunas quejas y al final unos gritos aislados. Leandro Vázquez sonrió ligeramente. Esa era justo la reacción que estaba esperando. Alzó las manos y pidió silencio. Sorprendentemente, todos le hicieron caso. Los tenía justo donde quería…
–Como podrán observar, A.D.E.L.A es una simple esfera hecha con fibra de vidrio. Puede ser colocada en cualquier superficie plana, y no requiere de conexión alguna vía transmisores bluetooth. Se conecta de forma inalámbrica a la red de la compañía, y cuenta con un proyector de realidad aumentada MHD para visualizar sus hallazgos. Además, puede expresar por audio la información recolectada a través de los altoparlantes de alto espectro. Por si fuera poco, puede recibir órdenes por voz y mensajería instantánea. Como característica recién añadida, A.D.E.L.A es capaz de sostener una conversación de negocios que incluye más de 50000 términos especializados, todos en cuatro idiomas: español, inglés, alemán y mandarín.
Nadie dijo una sola palabra. Todos en la habitación se hallaban sumidos en sus pensamientos, analizando a conciencia el impacto que podría causar dicha máquina en la compañía.
–Suponiendo que decidiéramos darle una oportunidad, imagino que la carga inicial sería una tarea extenuante. ¿Cuántos arquitectos de bases de datos necesitaríamos para comenzar el proceso? ¿Cuántos analistas de inteligencia se requerirían para darle mantenimiento? –preguntó un hombre de vientre abultado y barba incipiente.
–La respuesta a ambas preguntas es CERO –respondió Vazquez con gran seguridad y confianza–.Solo hace falta conectar a A.D.E.L.A a la red corporativa, darle los permisos para acceder a las carpetas de información, y ella misma se encargará de armar los cubos, las tablas y los gráficos. Según mis indagaciones, su consultoría cuenta con 40 arquitectos de bases de datos y 60 analistas de inteligencia…
–¡Los mejores del mercado! –interrumpió uno de los directivos.
–Sí, los “mejores” –apuntó Leandro–, antes de que existiera A.D.E.L.A… ahora, si me preguntan, creo que son demasiados. Podrían reducir sus gastos en personal, mobiliario, consumibles y arrendamiento en un 100%. Piénsenlo, el futuro finalmente nos ha alcanzado…
Los murmullos no se hicieron esperar. Igual que pasto en un prado, tapizaron el enorme y lujoso salón. Algunos estaban a favor de la máquina, otros tantos tenían dudas sobre su efectividad, y unos pocos abogaban por el trabajo realizado por sus empleados humanos. Al final, el presidente del consejo se puso de pie y dijo:
–Hagamos una prueba. Vamos al quinto piso y confrontemos a A.D.E.L.A con nuestros analistas. 100 hombres contra una máquina. Si la “bola” consigue brindarnos información más certera y útil que el equipo en un lapso de media hora, la decisión estará tomada.
Algunos cabizbajos, otros emocionados y unos más confundidos, emprendieron la marcha hacia el piso # 5, “donde ocurría la magia”. Irónicamente, todos decidieron usar las escaleras.
El director de Inteligencia de negocios los recibió apenas cruzar la entrada, y rápidamente lo enteraron de la situación. Algo angustiado, accedió a realizar la prueba a regañadientes. Llevó a A.D.E.L.A a su oficina y la conectó el mismo a la red de la empresa. Luego respiró muy hondo y salió a la “sala de operaciones” donde se hallaba todo su equipo. Pidió que se acercaran a la zona central de la oficina y los cubículos se vaciaron con celeridad. Una vez reunidos, les comentó:
–No me cabe duda de que son el mejor equipo de Inteligencia de Negocios en el país. Atendemos al 80% de las compañías en la nación, a las cuales hemos ahorrado innumerables gastos relacionados con la gestión estratégica de la información. Les facilitamos la eliminación de sus posiciones de análisis de información brindando un servicio superior a cualquier resultado que ellos pudieran obtener por sí mismos. Y por eso–dijo, aclarándose la garganta–, es que nos han encomendado una importante misión; tenemos media hora para hacer un diagnóstico completo de la refresquera “Pascual”, que recientemente absorbió a las compañías transnacionales de refrescos de cola. ¡Quiero a todos en esto! ¡Ánimo!