Chaos Soul Chesshire saga: El gato del ajedrez

Capítulo I El origen del gato

Había una vez un pequeño gato negro que no sabía ni su origen ni su hogar, por mucho tiempo vagó sin importarle aquellos detalles; él solo quería ser feliz y encontrar un buen amo al que pudiera amar.

Sin embargo, su destino era otro… cada vez que se acercaba a alguien terminaba rechazado de alguna forma, la gente al verle pasar se alejaba de él por el color de su pelaje, causando el desprecio de la gente y entre los mismos de su raza. Sin saber bien el por qué, siempre recibía la misma reacción en cuanto a su tono de piel, se acostumbró a la discriminación de la que era víctima, creyendo que él tenía la culpa de lo que le pasaba.

Pasaron algunos años y conoció a un joven que fue amable con él, al principio el gatito le daba mucho miedo acercarse por el trato que había sufrido antes pero descubrió que esta persona quería mostrarle un mundo más amable.  Así sin darse cuenta comenzó admirarlo y posteriormente se enamoró de ese “joven maestro”.

El maestro quería  al gatito y el gatito lo quería a él.

Gracias a todo el amor que le había proporcionado, el gatito comenzó a tener más confianza en sí mismo y desarrolló sentimientos mucho más agradables que el miedo y la culpa que sentía. El joven maestro admiró su obra en él, le había enseñado muchas cosas interesantes al gatito por lo que nunca se esperó que éste aprendiera hablar y le dijera: “Te amo”.

Entonces el joven maestro temió que el gato no fuera tan solo eso, sino un demonio escondido en una piel inocente tratando de aprovecharse de él y comenzó a evitarlo. Contradijo sus palabras y decidió deshacerse de él, lo abandonó lejos de su hogar esperando que él no volviera jamás pero fue inútil, dado que el gato regresaba cada día de donde lo hubiera dejado; y este inocente, aún mantenía la esperanza en su pequeño corazón que su amo volviera acariciarlo con ternura y le susurrara palabras de amor. No entendía la razón del cambio tan drástico de su amo.

Finalmente un día, su amo fastidiado de no poder deshacerse de él, lo metió a un saco y lo lanzó al río. No sin antes gritarle que lo odiaba y  no volviera jamás.

El gato mientras luchaba por su vida pensó que todo debía  tratarse de un error, trató de preguntarle a su amo qué era lo que había hecho mal pero su amo no respondió, dejo que el río se lo llevará lejos y cuando creyó que vería su fin ahí; el saco se rompió y nado hacia tierra firme para ponerse a salvo.

Giró su vista para saber en dónde se encontraba pero no era ningún lugar conocido para él, esta vez no podría regresar y entonces comprendió que su amo  ya no deseaba verlo nunca más. Volvió a pensar en las palabras ponzoñosas que le decían la gente cuando había sido un callejero “Gato Negro de mal agüero”.

¿Sería esa la razón por la que su amo lo había abandonado en un mundo donde no sabía ser libre? ¿Temía que le trajera mala suerte?

Vagó sin rumbo fijo, vagó y vagó hasta que exhausto otro ser humano lo descubrió a punto de morir de inanición, lo recogió del suelo y el gatito que estaba tan débil y triste solo se dejó llevar por él sin importarle a dónde lo llevará o si era una persona buena la que lo acogía; tan solo ya no tenía las fuerzas para continuar.

Esta mujer acogió al gatito y comenzó a cuidar de él para que recuperara su fuerza. Constantemente alababa su pelaje pero le intrigaba su triste expresión tan diferente de otros gatos, así que conforme pasaron los días se esmeró para que este recuperara su fuerza y finalmente descubrió con sorpresa y agrado que el gato era capaz de hablar. Durante varias noches lo interrogó sobre su origen pero el gatito no fue capaz de explicárselo, ya que ni él mismo lo sabía, todo su mundo había sido su anterior amo y cuando este lo abandonó, una parte de su existencia se había quedado con él.

Entonces la mujer lo abrazó con cariño y le dijo que ella remplazaría a su anterior amo, que le daría todo lo que él quisiera y que jamás lo abandonaría a cambio de su compañía. Al gato le conmovió y sorprendió su proposición pero aún con ella no podía olvidar a su joven amo, no era capaz de entender porque alguien a quien apenas conocía aceptaba ser un “remplazo”.

Su nueva ama buscó de varias maneras  entrar y adueñarse de su corazón y el gato pensó que tal vez así debía ser, que a ella debía pertenecer. Ella lo mimaba, lo cuidaba y procuraba de tal forma que lo encerró para protegerlo, no deseaba que nadie más que ella lo viera. Y el gatito que estaba tan deseoso de amor y temeroso de que lo volvieran a abandonar, complació a su dueña, esperando que si era más dócil no terminaría abandonado como lo hizo su primer amo.  

Pasaron sus días encerrado en la hermosa casa de su ama y de pronto el gatito notó que algo peculiar le pasaba, se miró al espejo  y notó que había perdido la mitad de sus sentidos. Su vista ya no vislumbraba más allá de lo que su ama le decía, sus oídos ya no oían más que sus palabras y finalmente sus garras habían perdido su hermoso color y filo; no fue consciente de lo que le había pasado hasta ese momento y el espectáculo fue horrible, había perdido una parte más de sí mismo.



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En el texto hay: gato, ajedrez, yoru

Editado: 03.04.2018

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